Aunque el Presidente Felipe Calderón y su equipo económico tienen que inyectar optimismo a la población y a la economía, lo cierto es que en este terreno, lo peor está por venir
Aunque el Presidente Felipe Calderón y su equipo económico tienen que inyectar optimismo a la población y a la economía, lo cierto es que en este terreno, lo peor está por venir. En el segundo trimestre del año, la caída del Producto Interno Bruto será todavía mayor al 8.2 por ciento que se registró en el primer trimestre, de acuerdo a los datos del INEGI, y es de esperarse que las bajas perduren en los dos últimos trimestres de 2009. Alfredo Coutiño, economista para América Latina de Moody´s Economy, declaró al periódico Reforma, que "no hay señales que permitan decir que la caída de la economía mexicana esté tocando fondo en el presente; al contrario, se espera que durante el segundo trimestre la contracción resulte mayor." Y abundó que la recesión será tan profunda que abarcará todo el año, y si Estados Unidos empieza a recuperarse en los últimos meses, en México empezaría la recuperación, pero hasta principios de 2010. Y como sostiene Eduardo Sojo, director del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática costará más trabajo salir de esta crisis que lo que le costó al país salir de las de 1982 y de 1995, porque se conjugan una serie de factores externos e internos que colocan a México en una situación más crítica. Contrario a lo que sucedió en las dos crisis anteriores, en las que las causas eran internas y, por lo mismo, el entorno era más favorable y permitía mantener crecimiento en algunos sectores, como las exportaciones, que en 1982 crecían al 15 por ciento; en 1995, al 10 por ciento; y hoy, con una crisis que llegó de fuera, las exportaciones caen más del 20 por ciento de acuerdo a los datos del mismo Sojo. Por otra parte, la inversión extranjera directa también cayó 55 por ciento de 5 mil 921.4 millones de dólares durante el primer trimestre del 2008 a 2 mil 663.2 millones de dólares este año. Y esta también es una consecuencia de las condiciones económicas internacionales. Pero a las malas condiciones de la economía mundial hay que agregarle, al menos, 2 elementos internos igualmente graves: la caída en la producción de petróleo y las deterioradas finanzas públicas mexicanas. En el primer caso, la producción de crudo en el primer cuatrimestre del 2009, 2,661 millones de barriles diarios,es 22 por ciento menor que la de 2004, 3,396 millones de barriles diarios, y si a esto se le agrega que el precio promedio del barril de crudo fue en promedio de 40.8 dólares contra 86.5 del mismo período del año pasado, el impacto sobre los ingresos petroleros es severo. Este año todavía se podrá rescatar algo del ingreso petrolero por las coberturas que compró el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, y que garantizan un precio del barril de crudo de 70 dólares; pero el próximo año se terminan y la presión todavía será mayor. La situación se complica porque más de la tercera parte de los ingresos fiscales provienen del petróleo y a pesar de las coberturas esto ya está causando estragos en las finanzas públicas, que ya presentan un déficit de 300 mil millones de pesos, que representan el 10 por ciento del presupuesto de este año y el 1.5 por ciento del PIB. Este año se echará mano del Fondo de Estabilización Petrolera, construido con los excedentes petroleros de los últimos años y del excedente operativo del Banco de México, en gran parte producto de la venta de una parte de las reservas en dólares a un precio mayor del que los compraron, precisamente cuando inicio la crisis y se trató de estabilizar el tipo de cambio. Pero esto también se termina este año, pues la mayor parte de los excedentes petroleros se dilapidaron irresponsablemente en gasto corriente en los estados. Éste es un dato que hay que analizar con más cuidado y profundidad, pues ya surgieron las voces, Beatriz Paredes, dirigente nacional del PRI, que responsabilizan del despilfarro al ex presidente Vicente Fox, pero se olvidan que esos recursos fueron los que permitieron satisfacer las crecientes demandas de participaciones de los gobernadores de los estados. Y ésta no fue una decisión presidencial, aunque desde luego contó con su anuencia, sino un acuerdo entre las fracciones parlamentarias en la Cámara de Diputados al discutir los presupuestos anuales que así satisfacían los requerimientos de los ejecutivos estatales. Por otra parte, los números muestran los verdaderos alcances de la tan celebrada reforma fiscal de septiembre del 2007, pues sólo en febrero de este año la recaudación por el Impuesto al Valor Agregado cayó en casi 30 por ciento y la del Impuesto sobre la Renta y el Impuesto Empresarial a Tasa Única, IETU, en 11 por ciento. Así la reforma fiscal no tan sólo no alcanza para compensar las caídas en el precio y el volumen del petróleo, sino que tampoco permite sostener la captación gubernamental. Y aunque al Presidente del Senado, Gustavo Madero Muñoz, se niegue a abordar la posibilidad de una nueva reforma fiscal, señalando que en todo caso será hasta septiembre cuando se revise el tema, la posición más realista es la del presidente del INEGI, Eduardo Sojo, quien señaló a La Jornada: "nunca es buen momento para promover cambios fiscales, tarde o temprano tendremos que resolverlo, lo que no implica, por ejemplo, que la reforma se aplique inmediatamente, pero creo que los mexicanos no podemos dejar pasar más tiempo". Así no parece claro como se podrán cumplir los pronósticos expresados por el Presidente, el jueves, en Irapuato: "Hemos tenido, también, un primer trimestre muy difícil (...). Es, sí, el punto quizá más delicado y más grave de la recesión económica internacional, pero estoy convencido de que si seguimos trabajando, podremos dejar muy pronto atrás estos momentos, los más difíciles". En realidad la situación es muy complicada, pues además en las cifras del segundo trimestre se reflejará la caída en el PIB provocada por la emergencia nacional decretada con motivo de la epidemia de influenza y, por lo mismo, Carstens y su equipo ya revisaron, por enésima ocasión, a la baja sus estimaciones de decremento económico para 2009 y lo situaron en 5.5 por ciento, una baja mayor a la prevista apenas hace dos semanas de 4.1 por ciento. La crisis mundial es severa, causa estragos en México y, contrario a lo que se señaló una y otra vez, las estructuras mexicanas no están preparadas para afrontarla; en el mejor de los casos existen algunos instrumentos temporales, coberturas petroleras, Fondo de estabilización y los excedentes operativos de Banxico, que permiten mitigar los efectos en una determinada coyuntura; pero no la estructura sólida que permita afrontar el mediano y el largo plazo, precisamente, por ello nuevamente se empieza a hablar de las reformas estructurales a pesar de que hace apenas unos meses se celebraban los cambios en la legislación fiscal y petrolera.
Aunque el Presidente Felipe Calderón y su equipo económico tienen que inyectar optimismo a la población y a la economía, lo cierto es que en este terreno, lo peor está por venir. En el segundo trimestre del año, la caída del Producto Interno Bruto será todavía mayor al 8.2 por ciento que se registró en el primer trimestre, de acuerdo a los datos del INEGI, y es de esperarse que las bajas perduren en los dos últimos trimestres de 2009. Alfredo Coutiño, economista para América Latina de Moody´s Economy, declaró al periódico Reforma, que "no hay señales que permitan decir que la caída de la economía mexicana esté tocando fondo en el presente; al contrario, se espera que durante el segundo trimestre la contracción resulte mayor." Y abundó que la recesión será tan profunda que abarcará todo el año, y si Estados Unidos empieza a recuperarse en los últimos meses, en México empezaría la recuperación, pero hasta principios de 2010. Y como sostiene Eduardo Sojo, director del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática costará más trabajo salir de esta crisis que lo que le costó al país salir de las de 1982 y de 1995, porque se conjugan una serie de factores externos e internos que colocan a México en una situación más crítica. Contrario a lo que sucedió en las dos crisis anteriores, en las que las causas eran internas y, por lo mismo, el entorno era más favorable y permitía mantener crecimiento en algunos sectores, como las exportaciones, que en 1982 crecían al 15 por ciento; en 1995, al 10 por ciento; y hoy, con una crisis que llegó de fuera, las exportaciones caen más del 20 por ciento de acuerdo a los datos del mismo Sojo. Por otra parte, la inversión extranjera directa también cayó 55 por ciento de 5 mil 921.4 millones de dólares durante el primer trimestre del 2008 a 2 mil 663.2 millones de dólares este año. Y esta también es una consecuencia de las condiciones económicas internacionales. Pero a las malas condiciones de la economía mundial hay que agregarle, al menos, 2 elementos internos igualmente graves: la caída en la producción de petróleo y las deterioradas finanzas públicas mexicanas. En el primer caso, la producción de crudo en el primer cuatrimestre del 2009, 2,661 millones de barriles diarios,es 22 por ciento menor que la de 2004, 3,396 millones de barriles diarios, y si a esto se le agrega que el precio promedio del barril de crudo fue en promedio de 40.8 dólares contra 86.5 del mismo período del año pasado, el impacto sobre los ingresos petroleros es severo. Este año todavía se podrá rescatar algo del ingreso petrolero por las coberturas que compró el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, y que garantizan un precio del barril de crudo de 70 dólares; pero el próximo año se terminan y la presión todavía será mayor. La situación se complica porque más de la tercera parte de los ingresos fiscales provienen del petróleo y a pesar de las coberturas esto ya está causando estragos en las finanzas públicas, que ya presentan un déficit de 300 mil millones de pesos, que representan el 10 por ciento del presupuesto de este año y el 1.5 por ciento del PIB. Este año se echará mano del Fondo de Estabilización Petrolera, construido con los excedentes petroleros de los últimos años y del excedente operativo del Banco de México, en gran parte producto de la venta de una parte de las reservas en dólares a un precio mayor del que los compraron, precisamente cuando inicio la crisis y se trató de estabilizar el tipo de cambio. Pero esto también se termina este año, pues la mayor parte de los excedentes petroleros se dilapidaron irresponsablemente en gasto corriente en los estados. Éste es un dato que hay que analizar con más cuidado y profundidad, pues ya surgieron las voces, Beatriz Paredes, dirigente nacional del PRI, que responsabilizan del despilfarro al ex presidente Vicente Fox, pero se olvidan que esos recursos fueron los que permitieron satisfacer las crecientes demandas de participaciones de los gobernadores de los estados. Y ésta no fue una decisión presidencial, aunque desde luego contó con su anuencia, sino un acuerdo entre las fracciones parlamentarias en la Cámara de Diputados al discutir los presupuestos anuales que así satisfacían los requerimientos de los ejecutivos estatales. Por otra parte, los números muestran los verdaderos alcances de la tan celebrada reforma fiscal de septiembre del 2007, pues sólo en febrero de este año la recaudación por el Impuesto al Valor Agregado cayó en casi 30 por ciento y la del Impuesto sobre la Renta y el Impuesto Empresarial a Tasa Única, IETU, en 11 por ciento. Así la reforma fiscal no tan sólo no alcanza para compensar las caídas en el precio y el volumen del petróleo, sino que tampoco permite sostener la captación gubernamental. Y aunque al Presidente del Senado, Gustavo Madero Muñoz, se niegue a abordar la posibilidad de una nueva reforma fiscal, señalando que en todo caso será hasta septiembre cuando se revise el tema, la posición más realista es la del presidente del INEGI, Eduardo Sojo, quien señaló a La Jornada: "nunca es buen momento para promover cambios fiscales, tarde o temprano tendremos que resolverlo, lo que no implica, por ejemplo, que la reforma se aplique inmediatamente, pero creo que los mexicanos no podemos dejar pasar más tiempo". Así no parece claro como se podrán cumplir los pronósticos expresados por el Presidente, el jueves, en Irapuato: "Hemos tenido, también, un primer trimestre muy difícil (...). Es, sí, el punto quizá más delicado y más grave de la recesión económica internacional, pero estoy convencido de que si seguimos trabajando, podremos dejar muy pronto atrás estos momentos, los más difíciles". En realidad la situación es muy complicada, pues además en las cifras del segundo trimestre se reflejará la caída en el PIB provocada por la emergencia nacional decretada con motivo de la epidemia de influenza y, por lo mismo, Carstens y su equipo ya revisaron, por enésima ocasión, a la baja sus estimaciones de decremento económico para 2009 y lo situaron en 5.5 por ciento, una baja mayor a la prevista apenas hace dos semanas de 4.1 por ciento. La crisis mundial es severa, causa estragos en México y, contrario a lo que se señaló una y otra vez, las estructuras mexicanas no están preparadas para afrontarla; en el mejor de los casos existen algunos instrumentos temporales, coberturas petroleras, Fondo de estabilización y los excedentes operativos de Banxico, que permiten mitigar los efectos en una determinada coyuntura; pero no la estructura sólida que permita afrontar el mediano y el largo plazo, precisamente, por ello nuevamente se empieza a hablar de las reformas estructurales a pesar de que hace apenas unos meses se celebraban los cambios en la legislación fiscal y petrolera.
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