jueves, 28 de mayo de 2009

UN PONTIFICE EN PROBLEMAS

HERMILIO LÓPEZ BASSOLS

Los franceses han denominado al año 2009 como aquel de las tres gaffes. El pontífice Benedicto XVI va de error en error. Primero, rehabilitó a un obispo que negó el Holocausto; luego en su primer viaje al África señaló que los condones no ayudan a la lucha contra el SIDA y más tarde en Brasil -la nación que tiene el mayor número de católicos en el mundo, 140 millones- reaccionó tibiamente ante el aborto de una niña de 9 años que fue raptada por su padrastro. Estos asuntos hacen pensar que algo grave ocurre en el Vaticano y no para bien, esos errores y los más recientes en el Medio Oriente permiten creer que el pontífice no tiene una buena asesoría, que lo que se quiebra es su salud o que está dando puerta a un pensamiento contrario a las corrientes modernas, aun del catolicismo.El hecho de negar el Holocausto donde murieron más de 6 millones de personas, en gran parte judíos, en las cámaras de gas, no es permisible históricamente. Respecto al condón, él alega que fue citado fuera de contexto, que lo que quiso decir es que las políticas contra el SIDA en África, basadas únicamente en la distribución de preservativos ha sido contraproducente.Sin duda que Benedicto no tiene las cualidades mediáticas de su antecesor. El alumno de la Universidad de Ratisbona cometió su primer error en otra universidad alemana, Regensburg, donde condenó a un gobernante bizantino que difundió su fe con la espada en la mano, parecía decir que el Islam es una religión violenta, olvidando cómo se impuso el cristianismo en las tierras americanas, acción que tan decididamente censuró Fray Bartolomé de las Casas. En el 2007 promovió el uso del viejo rito Tridentino en la misa que permite una oración en el viernes Santo que pide la conversión de los judíos al catolicismo, esto va en estricta oposición a la apertura que promovió el Concilio Vaticano II, polarizando así a la Iglesia. Sus errores también incluyen los nombramientos en el Vaticano, su Secretario de Estado, Cardenal Tarcisio Bertone, no pasó por la Academia Eclesiástica, el colegio para la diplomacia más antigua del mundo. Asimismo el Papa ha sido incapaz de sacudirse de una gerontocracia, dejando inclusive a siete cardenales que pasan de 75 años de edad.Fue con este lastre con el que Benedicto se lanzó al Oriente Próximo a principios de este mes. Su viaje incluía Jordania, Cisjordania palestina e Israel. En este tercer viaje papal el pontífice trató de enmendar algunos de sus errores y en Amman dijo que siente todo el respeto por la comunidad musulmana y que buscaba el diálogo entre judíos y musulmanes pero se encontraba en un terreno minado donde cada palabra tenía su significado. La intolerancia de las tres religiones en la región así lo determina. Abdalá, rey de Jordania prefirió no referirse a la cita de Ratisbona. Más complicado fue al llegar a Tierra Santa. Allí estaban presente el tema del Holocausto y la beatificación de Pío XII, el Papa lanzó mensajes de reconciliación en sus 20 alocuciones, sin embargo, tuvo que referirse a la propiedad de los Lugares Santos por parte del Estado de Israel y al acceso a los mismos. Allí estuvieron el presidente Simon Peres y el primer ministro Netanyahu" y él declaró que "el antisemitismo continúa asomando su repugnante rostro en muchas partes del mundo" refiriéndose a Irán. No entró al Museo del Holocausto porque allí se culpa a Pío XII de no haber hecho nada para salvar a los judíos del exterminio. En territorio palestino se pronunció por la paz y respaldó la creación del Estado palestino. Mientras tanto en Europa la prensa difundía el pasado hitleriano del pontífice, mientras el Vaticano decía que solamente fue un seminarista que fue movilizado como todo joven alemán cuando tenía 16 años en un cuerpo de auxiliares de la defensa aérea. Saltó entonces una autobiografía en donde Ratzinger reconoce haber servido a la Wehrmacht. El silencio parece ser lo más prudente.

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