La metáfora alude a una más que difícil situación. Cuando se está ante la posibilidad no sólo de perder sino de desaparecer. Porque de las derrotas se puede volver, del abismo difícilmente. Se trata de momentos límite en donde la historia se concentra y puede tomar un rumbo fatal. El desenlace parece ser el peor de todos los imaginados, el que resultaba imprescindible evadir, al que nadie quería llegar.Casi siempre encontrarse "frente al abismo" es producto de una trayectoria. Casi nunca es un resultado intempestivo. Es el momento en el que se devela lo que se hizo y se dejó de hacer, en el que se descubren los escasos aciertos y los múltiples errores. Suele suceder que la negligencia aparece como uno de los resortes más potentes que edificaron ese potencial momento final. Salvo los deterministas para los cuales el "destino" todo lo puede y que sitúan en fuerzas externas la explicación del predesastre, casi todos sabemos o intuimos que algo se hizo mal... muy mal. Y que quien se encuentra al borde del precipicio, si milagrosamente llega a salvarse, deberá preguntarse por lo que lo llevó a ese momento obscuro, (casi) definitivo y cruel.De seguro no fue la casualidad. Aunque nunca faltarán los ingenuos o los perversos que de esa manera quieran eludir su responsabilidad. Se trata de un recurso probado que tiende a generar una nebulosa de grandes o pequeñas contingencias, erráticas e inconexas, como la explicación del mal que se sufre.También están los que verán en los otros la fuente de todo el infortunio. La letanía suele ser elemental y contundente: lo que nos pasa a "nosotros" es culpa de "los otros". De esa manera se construyen los villanos, los sátrapas, los enemigos y nosotros aparecemos como las víctimas, los oprimidos, los perseguidos. Suele funcionar aunque no sea verdad, tiende a cohesionar a los fieles aunque para ello sea necesario utilizar la pimienta de la mentira.Pero el abismo sigue ahí. Es una realidad a la que no se puede exorcizar. Es más grande que el avión de Aeroméxico que fue a China por nuestros compatriotas y más profundo que el cañón del Sumidero. No hay escape. Aunque sí, una leve esperanza, que como se sabe "es lo último que muere". Aún frente al insondable barranco "algo" puede acontecer. Todavía no hemos caído y por ello no todo se ha perdido. Puede suceder un milagro (poco probable, entre otras cosas, porque los milagros no existen) o podemos hacer todavía un último esfuerzo.La introducción apocalíptica tiene sentido porque el Necaxa está a punto de irse a la primera A, es decir, al infierno o al abismo (quedamos que se trataba de una metáfora no muy original). Es más: si hoy ya hubiese concluido la temporada el Necaxa habría terminado con su, en ocasiones, gloriosa estancia en la primera división. Luego de tres años y seis torneos su cociente es el peor de todos: en 101 partidos logró sólo 110 puntos, lo que da 1.089 puntos por partido. Sólo otro equipo, los Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León, eventualmente puede desbancar al Necaxa de su triste destino. Ellos, en 101 juegos han acumulado 111 puntos, lo que da un cociente de 1.099. Los Indios de Ciudad Juárez, el Puebla y la Universidad Autónoma de Guadalajara -que al principio de la temporada también eran candidatos al descenso- respiran tranquilos. Pase lo que pase ya aseguraron su permanencia en la primera división, la única con visibilidad pública en todo el territorio nacional (bueno, casi), la única que interesa.Todo se decidirá en la última jornada. Si los Tigres le ganan al Morelia en Monterrey (bueno, en San Nicolás de los Garza), nada de lo que haga el Necaxa podrá modificar su doliente futuro. Si ambos ganan o empatan o pierden, los rojiblancos se irán muy lejos y sólo se escuchará el grito de aaahhh. Ahora bien, si los Tigres empatan y el Necaxa gana, adiós a los Tigres. Y si los Tigres pierden y el Necaxa empata acabarán con el mismo número de puntos y con el mismo cociente. Y entonces será necesario recurrir a las reglas de desempate. Y dado que el primer criterio para ello es "la mejor diferencia de goles anotados y recibidos", el Necaxa se quedaría en primera división y los Tigres descenderían. (El Necaxa tiene 112 goles a favor y 149 en contra, es decir, una diferencia de -37; mientras la UANL tiene 102 contra 148, una diferencia de -46). (El Universal, 4 de mayo 2009).Ya ni lamentarse sirve. Todavía en la penúltima jornada el Necaxa pudo ganarle al Atlante en Aguascalientes y de esa manera llegar a la última jornada con un punto más que los Tigres. O si no hubiese perdido tres partidos en su casa, con Pumas, Autónoma de Guadalajara y Cruz Azul; o si no hubiese empatado otros tres, con Indios, Santos y como ya se dijo, con el Atlante... Pero la única realidad es que el futuro de los mal llamados Rayos ya no está del todo en sus manos. Repito: si los Tigres ganan, aunque el Necaxa golee al América, la historia se habrá sellado. (Snif).
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