martes, 26 de mayo de 2009

EN BICENTENARIO DE LINCON

CARLOS FUENTES

Este año se celebra el bicentenario del nacimiento de Abraham Lincoln y el hecho conlleva una reflexión sobre el papel del héroe en su relación con el pueblo al que pertenece o la masa de la cual surge.
Este año se celebra el bicentenario del nacimiento de Abraham Lincoln y el hecho conlleva una reflexión sobre el papel del héroe en su relación con el pueblo al que pertenece o la masa de la cual surge. La idea de "masa" ha sido desacreditada no sólo por Ortega y Gasset, sino porque, fuera de todo control institucional, ha sido vista como base de movimientos totalitarios como el nazismo y el fascismo, en sus diversos ropajes. En cambio, la idea "pueblo" ha resultado más abarcadora, aun en su restricción marxista al proletariado y al materialismo histórico que concibe a la sociedad como resultado de condiciones materiales más que de ideas o personalidades. Sin embargo, las personalidades influyen en la historia y la discusión consiste en saber cuánto le debe la historia a las personalidades, y cuánto al pueblo, las clases y la sociedad en su conjunto. Thomas Carlyle, el historiador escocés, atribuyó al "héroe" el papel primordial. Mahoma el profeta. Lutero el sacerdote. Napoleón el monarca. Dante el poeta. Cromwell, Federico II de Prusia. La personalidad determina la historia. Abraham Lincoln nos ofrece un ejemplo particularmente provechoso de la relación entre la comunidad y el individuo. Nacido en la pobreza, de padres iletrados, Lincoln ascendió de leñador, rielero, cartero, tendero, y comerciante a abogado y político. Que esta formación personal coincidió con la formación de la nación americana, es cierto. Que coincidió con la división del país, también. La Declaración de Independencia de los Estados Unidos evitó trabajosamente la palabra "esclavitud", refiriéndose, con eufemismo, a "personas obligadas a trabajar". Los prohombres de la Independencia, Washington, Jefferson, poseían esclavos. La clase propietaria era dueña de esclavos, sobre todo en el sur agrario. El movimiento hacia la emancipación es inseparable de la expansión territorial hacia el Pacífico, los territorios arrebatados a México y la implantación de la esclavitud. El principio de la soberanía popular podría favorecer a los esclavistas en ausencia de una ley expresamente prohibitiva. Semejante política indignó a los estados antiesclavistas del norte, tanto como favoreció a los esclavistas del sur. Los conflictos llegaron no sólo a las calles, sino al Senado de la República, donde un Senador abolicionista fue agredido físicamente por un senador esclavista, en tanto que el agitador antiesclavista John Brown asesinaba a sus opositores y organizaba una guerra de guerrillas. La resolución Dred-Scott de la Suprema Corte determinó que los negros no eran ciudadanos ni podían acudir a los tribunales. Los estados norteños repudiaron la resolución y buscaron el cambio pacífico de las instituciones sureñas. El sur se aferró al esclavismo y la guerra resultó inevitable, estallando en 1861 cuando el Sur ya se había declarado independiente como Confederación con Gobierno propio. Abraham Lincoln se convirtió en figura nacional durante sus debates con el senador Stephen Douglas en 1858. Sin cámaras o micrófonos, estos debates adquirieron una significación intrínseca debido a la elocuencia y razón de sus protagonistas. Es el momento en el que Lincoln prevé la ruptura de la Unión y declara: "Una casa dividida contra sí misma no puede perdurar... Este Gobierno tampoco puede perdurar mitad esclavo y mitad libre". Si el negro no era igual al blanco en todo aspecto, sí lo era, proclama Lincoln, "en su derecho a ganarse el pan... con sus propias manos. En este respecto, el negro es igual a mí, igual al juez Douglas, igual a todo ser viviente". Electo presidente de la República en 1860, Lincoln intentó primero persuadir: "Tengamos fe en que el derecho es la fuerza... Quiero que cada hombre tenga una oportunidad. Creo que el negro tiene derecho a ello y puede mejorar su condición". La Confederación del Sur atacó Fort Sumter y la guerra comenzó. Lincoln calificó a la secesión como "la esencia de la anarquía" y definió la lucha como la prueba de que la nación "viviría o moriría". Constantemente, Lincoln le dio prioridad a "la salvación de la unidad" por encima de la cuestión de la esclavitud. Esta política puso a la defensiva a la Confederación sureña, vista más como enemiga de la unión que como defensora de la esclavitud. Si a esta hábil política añadimos el genio estratégico y militar de Lincoln al nombrar comandantes y dirigir operaciones, llegamos a la conclusión siguiente: los hechos pudieron suceder sin el personaje y el personaje sin los hechos. Al cabo, personaje y hechos se juntaron y el resultado es histórico: la Unión Americana se salvó, los negros fueron emancipados e iniciaron una vida ciudadana que ha llevado a uno de ellos, Barack Obama, a la Presidencia que un día ocupó Abraham Lincoln. Nota mexicana: A medida que se acerca el año 2010, los mexicanos nos disponemos a rememorar el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución. En ambas ocasiones, los hombres anónimos surgieron a encabezar los movimientos, Hidalgo y Morelos, párrocos de provincia, en 1810. Zapata, campesino, Obregón, agricultor, Calles, maestro de escuela, en 1910. ¿Surgirán nuevos actores imprevistos en 2010? El paralelismo entre Abraham Lincoln y Benito Juárez es evidente.

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