La jornada comicial del pasado 5 de julio volvió a constatar, por enésima ocasión, la capacidad técnica y operativa del IFE. Si algo sabemos hacer en México de manera casi impecable es organizar elecciones.
No es algo gratuito; es el resultado de un largo proceso de construcción institucional, de perfeccionamiento de los procedimientos, de profesionalización y capacitación permanente de la estructura del IFE, que nos ha ocupado muchos años desde la creación del instituto en 1990. El objetivo primero de esa apuesta, hoy refrendado, fue generar condiciones de confianza, transparencia y credibilidad en torno a las elecciones.
Si bien varias decisiones del IFE fueron erróneas, se incurrió en varios excesos y equivocaciones en la instrumentación de la reforma de 2007-2008, y en el conocimiento de algunas controversias presentadas durante el proceso electoral su Consejo General asumió algunas lamentables decisiones (como ocurrió con el célebre caso del sobreseimiento de los procedimientos contra las televisoras en febrero pasado), la maquinaria electoral del instituto ha vuelto a demostrar que tiene un funcionamiento digno de un sofisticado aparato de relojería.
Las estadísticas de la jornada electoral demuestran que en cada proceso electoral el IFE rompe sus propias marcas. Como lo revelan algunos datos en 2009 no fue la excepción:
a) El número de casillas no instaladas (41 de 139 mil 181 que habían sido aprobadas) constituye el número más bajo en una elección intermedia.
b) El Sistema de Información de la Jornada Electoral (SIJE) reportó, al corte de las 13:00 horas, el porcentaje de casillas más alto desde que se instrumentó en 2000 (para esa hora reportaba información de 98.21% de todas las casillas, frente a 81.8% de hace nueve años y el aparentemente inmejorable 97.2% de 2006).
c) El PREP alcanzó, a su cierre, el histórico reflejo de 99.87% del total de casillas (en 2006, la mejor cifra hasta ahora, el sistema capturó 98.45%).
d) El 99.98% de las casillas contó con presidentes que eran ciudadanos que habían sido insaculados y capacitados por el propio IFE, lo que demuestra el compromiso cívico de las personas que cumplieron esa encomienda y la exitosa campaña de capacitación realizada este año por el IFE (algo que no era sencillo, vista la abusiva denostación y descalificación de que esa labor fue objeto en el litigio postelectoral de 2006).
e) Finalmente, y como consecuencia de la reforma electoral que estableció nuevas causales para el recuento de votos en las sesiones de cómputo distrital, entre ellas cuando la diferencia de votos entre el primero y el segundo lugar es menor a 1% y a solicitud de este último, o bien indefectiblemente cuando en una casilla el número de votos nulos es superior a esa diferencia (artículo 295 del Cofipe), los consejos distritales del IFE abrieron y recontaron un número inusitado de paquetes electorales: ¡41 mil 419 en apenas 72 horas (casi cuatro veces más que las 11 mil 839 casillas que ordenó recontar el Tribunal Electoral en 2006)!
Además, no debe olvidarse que, en estos meses, el IFE trabajó con el enorme reto de operar nuevas normas, complejas y controvertidas, bajo el permanente fuego de los poderosos detractores de la reforma electoral, cuyos intereses frecuentemente se vieron representados incluso en misma la mesa del Consejo General por algunos partidos y uno que otro consejero. La exitosa organización de la jornada del 5 de julio constituye, en ese sentido, también un triunfo de la reforma y un descalabro para aquellos que apostaron mezquina e irresponsablemente por su fracaso.
Para quienes aspiramos al fortalecimiento de nuestra democracia constitucional frente a las pulsiones autoritarias que encarnan algunos grandes grupos de interés privado, la pasada elección fue una gran noticia. Habrá que ver si quienes fueron elegidos asumen también ese compromiso democrático… pero esa es harina de otro costal.
No es algo gratuito; es el resultado de un largo proceso de construcción institucional, de perfeccionamiento de los procedimientos, de profesionalización y capacitación permanente de la estructura del IFE, que nos ha ocupado muchos años desde la creación del instituto en 1990. El objetivo primero de esa apuesta, hoy refrendado, fue generar condiciones de confianza, transparencia y credibilidad en torno a las elecciones.
Si bien varias decisiones del IFE fueron erróneas, se incurrió en varios excesos y equivocaciones en la instrumentación de la reforma de 2007-2008, y en el conocimiento de algunas controversias presentadas durante el proceso electoral su Consejo General asumió algunas lamentables decisiones (como ocurrió con el célebre caso del sobreseimiento de los procedimientos contra las televisoras en febrero pasado), la maquinaria electoral del instituto ha vuelto a demostrar que tiene un funcionamiento digno de un sofisticado aparato de relojería.
Las estadísticas de la jornada electoral demuestran que en cada proceso electoral el IFE rompe sus propias marcas. Como lo revelan algunos datos en 2009 no fue la excepción:
a) El número de casillas no instaladas (41 de 139 mil 181 que habían sido aprobadas) constituye el número más bajo en una elección intermedia.
b) El Sistema de Información de la Jornada Electoral (SIJE) reportó, al corte de las 13:00 horas, el porcentaje de casillas más alto desde que se instrumentó en 2000 (para esa hora reportaba información de 98.21% de todas las casillas, frente a 81.8% de hace nueve años y el aparentemente inmejorable 97.2% de 2006).
c) El PREP alcanzó, a su cierre, el histórico reflejo de 99.87% del total de casillas (en 2006, la mejor cifra hasta ahora, el sistema capturó 98.45%).
d) El 99.98% de las casillas contó con presidentes que eran ciudadanos que habían sido insaculados y capacitados por el propio IFE, lo que demuestra el compromiso cívico de las personas que cumplieron esa encomienda y la exitosa campaña de capacitación realizada este año por el IFE (algo que no era sencillo, vista la abusiva denostación y descalificación de que esa labor fue objeto en el litigio postelectoral de 2006).
e) Finalmente, y como consecuencia de la reforma electoral que estableció nuevas causales para el recuento de votos en las sesiones de cómputo distrital, entre ellas cuando la diferencia de votos entre el primero y el segundo lugar es menor a 1% y a solicitud de este último, o bien indefectiblemente cuando en una casilla el número de votos nulos es superior a esa diferencia (artículo 295 del Cofipe), los consejos distritales del IFE abrieron y recontaron un número inusitado de paquetes electorales: ¡41 mil 419 en apenas 72 horas (casi cuatro veces más que las 11 mil 839 casillas que ordenó recontar el Tribunal Electoral en 2006)!
Además, no debe olvidarse que, en estos meses, el IFE trabajó con el enorme reto de operar nuevas normas, complejas y controvertidas, bajo el permanente fuego de los poderosos detractores de la reforma electoral, cuyos intereses frecuentemente se vieron representados incluso en misma la mesa del Consejo General por algunos partidos y uno que otro consejero. La exitosa organización de la jornada del 5 de julio constituye, en ese sentido, también un triunfo de la reforma y un descalabro para aquellos que apostaron mezquina e irresponsablemente por su fracaso.
Para quienes aspiramos al fortalecimiento de nuestra democracia constitucional frente a las pulsiones autoritarias que encarnan algunos grandes grupos de interés privado, la pasada elección fue una gran noticia. Habrá que ver si quienes fueron elegidos asumen también ese compromiso democrático… pero esa es harina de otro costal.
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