Me aparto de las visiones apocalípticas y escribo pensando en alternativas viables. En esta vena, sostengo que el Distrito Federal puede ser clave para una regeneración de la izquierda que contribuya a la sanación de una democracia debilitada.El hilo conductor es la distancia entre los partidos y la sociedad. Es deseable que se reduzca, pero es más fácil decirlo que hacerlo, ya que quienes gobiernan atienden más a sus intereses que a la razón. Con esto en mente, sostengo que a la izquierda le conviene convertir a la capital en el paradigma de una relación virtuosa entre gobernantes y ciudadanos. Para sustentar lo dicho, incorporo un aspecto de la transición poco tomado en cuenta.En un par de trabajos inéditos, Rafael Aranda tomó a las "vías de comunicación (carreteras, ferrocarriles y aeropuertos)" para "explicar las diferencias de democratización" que ocurren en México. Con una gran abundancia de datos, comprobó empíricamente lo ya señalado por Wayne Cornelius: en los municipios urbanos aparecieron las "primeras grietas en la estructura de control centralizado y jerárquico".Esta mancha urbana experimentó, antes que otras partes de México, las transformaciones económicas vividas durante el siglo pasado. Es la zona más urbanizada y con mayores niveles educativos, la sede de los principales medios de comunicación, y donde viven personas y grupos con una base económica independiente que les permitió emanciparse y resistir los controles autoritarios. En otras palabras, el DF acumuló un notable capital social.Por lo tanto es lógico que los movimientos sociales más importantes (en particular las huelgas de 1958-59, el movimiento de los médicos de 1964-65 y las protestas estudiantiles de 1968) tuvieran su epicentro en la capital. Eso la convirtió en terreno fértil para los cambios en el aspecto electoral, porque los movimientos sociales dejaron atrás su recelo tradicional frente a los partidos políticos para sumarse a la competencia por el voto.Esta particularidad no ha sido reconocida porque los capitalinos no tenían el derecho de elegir a sus gobernantes. De haber podido, la alternancia se hubiera dado en 1988 en varias delegaciones y posiblemente hubiéramos tenido al primer gobernador (jefe de Gobierno) de oposición. El honor le correspondió, como sabemos, al PAN un año después en Baja California. Como resalta Aranda, la transición mexicana "habría estado marcada por el gran efecto escaparate del Distrito Federal en las elecciones de 1988" y ahora estaríamos hablando de que la alternancia avanzó del "centro a la periferia".La izquierda capitalina no parece haber entendido la trascendencia de gobernar la capital ni le ha sacado todo el provecho posible. La explicación es obvia: las tribus se contagiaron con los virus del autoritarismo corruptor que también degradaron al PAN. Las tribus capitalinas han establecido una relación con la sociedad basada, en la mayoría de los casos, en formas arcaicas de hacer política.Hay, por supuesto, aspectos en los cuales estamos mejor que otras entidades. Es el caso con la incorporación de los derechos humanos a las políticas públicas. Primero fue el modélico Diagnóstico de Derechos Humanos del Distrito Federal seguido de un programa que incluye la incorporación de esa perspectiva al presupuesto. Pese a esos logros, la izquierda todavía es incapaz de alborotar la imaginación y la esperanza del resto de México.El sábado pasado se reunió en Morelia el liderazgo perredista. Acordó mantenerse unido, se autocriticó como se estila entre compañeras y compañeros y prometió acercarse a la sociedad aunque sin detallar formas concretas. Sin menospreciar la importancia de otros territorios gobernados por la izquierda, la capital concede a esa corriente una oportunidad dorada y excepcional. Si en el 2012 quieren trascender el voto duro, el DF les permite demostrar que son diferentes y mejores.Existe una razón adicional para que el PRD convierta al DF en un escaparate de modernidad política. Del PRI hay que esperar pocas concesiones a la ciudadanía por su relación con los poderes fácticos y porque la fórmula que les ha dado éxitos incluye una participación social disciplinada y acotada. El PAN tampoco tiene demasiados márgenes para la acción y dedicará buena parte de su energía a procesar la derrota padecida por su pequeñez y por sus nueve años de complicidades con los poderes fácticos. Tendrá, además, el lastre de un Presidente pronunciándole discursos a la nada.Va en el mejor interés de la izquierda aprovechar más los aspectos que hacen excepcional a la capital. Mejorarían su competitividad y oxigenarían una democracia vapuleada.Página en internet: www.sergioaguayo.orgLos trabajos citados son: Rafael Aranda "Evolución de la alternancia: de los centros urbanos a sus periferias", México, inédito, 2009; y Rafael Aranda y Lionel Rodríguez Burguete, "La ruta asfaltada de la alternancia en México: de los centros urbanos a sus periferias", México, inédito, 2009.
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