Hacia finales de su primer año de gobierno, Felipe Calderón caviló que estaba en posibilidad de conseguir la mayoría en 2009. Según sus afirmaciones, había logrado posicionarse exitosamente, incluso mejor que sus antecesores. Su balance se cifraba en las reformas que había conseguido y en la mejoría en la aceptación presidencial en las encuestas. Un año y medio después, su partido y él han sufrido una derrota mayor. Por la magnitud de la crisis y su reacción ante el derrumbe del PAN, todo indica que no lograrán recuperarse. ¿Qué pasó?
Desde el gobierno de Vicente Fox, el PAN había perdido el capital moral —de contraste con el PRI— que heredó de sus fundadores y de sus militantes que lucharon por la democracia. La derrota panista de 2009 trae a cuestas ese desgaste, pero sobretodo obedece a errores de estrategia y táctica más cercanos.
El gobierno empezó a perder apoyo desde el momento en el que no supo responder a las revelaciones sobre los conflictos de interés del entonces secretario de Gobernación, pero sobre todo por los tropiezos que tuvo al inicio de la crisis económica, cuando primero la negó, después la subestimó y no fue capaz de responder con un programa efectivo. La crisis es el principal factor de deterioro del apoyo ciudadano al gobierno.
Para contrarrestar esa percepción, el PAN diseñó una campaña cifrada en la lucha contra el narco. El objetivo de la estrategia electoral fue, mediante golpes de gobierno, “bajar al PRI de su 44%”. La estrategia fue desastrosa: de entrada debilitó al Estado; y cuando después del michoacanazo se reculó al no continuar con sus golpes anunciados contra el PRI, la campaña se desacreditó y perdió el ritmo en el momento decisivo. La estrategia de utilizar al Ejército y la policía con fines electorales fue un error de gobierno; detenerla fue un error electoral. Lo que terminó imperando fue lo que se quiso evitar: que el manejo deficiente de la crisis económica incidiera en los electores.
En ese trasfondo es en el que hay que ubicar los otros factores que explican el derrumbe: imposición de candidatos en los estados y municipios; división interna que no fue finalmente resuelta; mal desempeño de gobiernos locales y soberbia partidista que llevaba a pensar que se trataba de posiciones ganadas para siempre. La caída del PRD y el crecimiento del voto nulo, ayudaron adicionalmente a aumentar la diferencia entre el PRI y el PAN.
Ante la debacle, el gobierno tendría que rehacerse para hacer frente a un trienio mucho más difícil que el anterior y el PAN reagruparse para empezar de nuevo. En vez de ello, de dar un golpe de timón que cambie la orientación y levante la capacidad del equipo, lo que se observa es a un gobierno acorralado en una lucha de trincheras sin futuro y a un partido volcado hacia adentro y violentado por la imposición.
Ahora no alcanzaron la mayoría, ni evitaron el salto priísta. De seguir como van, el gobierno estará acorralado por la crisis y el PAN no será una fuerza competitiva en 2012.
Desde el gobierno de Vicente Fox, el PAN había perdido el capital moral —de contraste con el PRI— que heredó de sus fundadores y de sus militantes que lucharon por la democracia. La derrota panista de 2009 trae a cuestas ese desgaste, pero sobretodo obedece a errores de estrategia y táctica más cercanos.
El gobierno empezó a perder apoyo desde el momento en el que no supo responder a las revelaciones sobre los conflictos de interés del entonces secretario de Gobernación, pero sobre todo por los tropiezos que tuvo al inicio de la crisis económica, cuando primero la negó, después la subestimó y no fue capaz de responder con un programa efectivo. La crisis es el principal factor de deterioro del apoyo ciudadano al gobierno.
Para contrarrestar esa percepción, el PAN diseñó una campaña cifrada en la lucha contra el narco. El objetivo de la estrategia electoral fue, mediante golpes de gobierno, “bajar al PRI de su 44%”. La estrategia fue desastrosa: de entrada debilitó al Estado; y cuando después del michoacanazo se reculó al no continuar con sus golpes anunciados contra el PRI, la campaña se desacreditó y perdió el ritmo en el momento decisivo. La estrategia de utilizar al Ejército y la policía con fines electorales fue un error de gobierno; detenerla fue un error electoral. Lo que terminó imperando fue lo que se quiso evitar: que el manejo deficiente de la crisis económica incidiera en los electores.
En ese trasfondo es en el que hay que ubicar los otros factores que explican el derrumbe: imposición de candidatos en los estados y municipios; división interna que no fue finalmente resuelta; mal desempeño de gobiernos locales y soberbia partidista que llevaba a pensar que se trataba de posiciones ganadas para siempre. La caída del PRD y el crecimiento del voto nulo, ayudaron adicionalmente a aumentar la diferencia entre el PRI y el PAN.
Ante la debacle, el gobierno tendría que rehacerse para hacer frente a un trienio mucho más difícil que el anterior y el PAN reagruparse para empezar de nuevo. En vez de ello, de dar un golpe de timón que cambie la orientación y levante la capacidad del equipo, lo que se observa es a un gobierno acorralado en una lucha de trincheras sin futuro y a un partido volcado hacia adentro y violentado por la imposición.
Ahora no alcanzaron la mayoría, ni evitaron el salto priísta. De seguir como van, el gobierno estará acorralado por la crisis y el PAN no será una fuerza competitiva en 2012.
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