Los resultados de la elección del 5 de julio no sólo son fruto de una estrategia coyuntural fallida y de la delicada crisis económica que padecemos, sino de un proceso de pragmatismo que rompió con la ética del partido, y de que en más de un campo hemos interrumpido la tradición democrática que dejaron los fundadores en el ejemplo de su insobornable conducta y en la visión con que expresaron propósitos y programas.
Por ello era importante que, antes de elegir nuevo jefe nacional, privilegiáramos la discusión y la reflexión si en efecto, queremos rescatar al partido. Se requiere un diagnóstico para elaborar un plan de acción común a los miembros del Consejo Nacional, y que se constituyera en un claro mandato al nuevo jefe nacional.
Pero la respuesta ha sido inaudita: se lanzó una convocatoria en la que no se llamó a la renovación total del CEN, con una semana para el registro de candidatos y 24 días para elegir al dirigente, sin previa discusión en esa misma sesión.
Por ello, ayer, Gerardo Priego, Ricardo García Cervantes, Santiago Creel, Humberto Aguilar Coronado y como quien esto escribe declinamos nuestra aspiración a presidir el CEN del PAN. Participar en estas condiciones sería avalar un proceso predeterminado en sus resultados.
Es incomprensible que tras la debacle electoral no haya intención de corregir, discutir y analizar el mensaje de los electores. Esos resultados nos llaman a nosotros; el PRI no ha logrado ninguna hazaña, nosotros hemos retrocedido. El análisis del fenómeno del voto nulo es clave. No es casualidad que de los 10 distritos del país con mayor presencia del voto nulo, los tres primeros lugares sean distritos de Acción Nacional.
En distintos tonos y enfoques, los declinantes hemos señalado que empeñarse en dirigir la vida del partido desde el gobierno es un error. Que se está haciendo lo que criticamos al PRI, la simbiosis ilegal e inmoral del PRI-gobierno y la intervención del presidente en la designación de dirigentes y candidatos. Hoy hacemos lo mismo.
De ello da cuenta la división entre calderonistas y anticalderonistas. Está colocada la línea de que quien compita con César Nava se enfrenta al Presidente de la República. Esto no ayuda al país ni al partido, ni fortalece al Presidente la estrecha idea de conformarse con el apoyo de sus amigos, cuando debiera tenerlo de todo su partido.
El partido cumple en unos meses 70 años. Durante ellos se ha congregado alrededor de ideales más que de hombres; su ideología se ha enriquecido con respuestas puntuales a los problemas nacionales, desde los principios de doctrina hasta el cambio democrático de estructuras.
Han sido sus hombres y mujeres ejemplos de congruencia y generosidad. Pocos partidos tienen ideología refrendada por sus bases, muy pocos han tenido una pléyade de hombres como los fundadores y los directivos de AN. Regresemos a los motivos espirituales de los que habló Gómez Morín siempre, pero obligadamente cuando la confusión entra a la casa. No claudiquemos en el ejercicio de buscar la verdad.
No participaré en este proceso, pero no claudicaré en el deber político de insistir en reconstituir el partido; por mejor batalla que demos dentro del actual Consejo Nacional, esa lucha de concienciación puede terminar con un efecto contrario y avalar un proceso disparejo.
Que nadie se confunda: no es contra César Nava; para él mi respeto y solidaridad; no es contra el Presidente de la República; también respeto, colaboración, lealtad y afecto para Felipe Calderón. Es contra la autocomplacencia y la intromisión indebida del aparato gubernamental en la vida del partido.
Buscaremos revertir el actual proceso entre los miembros del Consejo Nacional y que se convoque a otro en el que primero sea la reflexión y luego la elección. Iniciaremos un movimiento nacional entre las bases para tomar en nuestras manos nuestro destino. Los invitaremos a todos: no nos vamos a arredrar ante un episodio, cuando tenemos un horizonte que recorrer.
Por ello era importante que, antes de elegir nuevo jefe nacional, privilegiáramos la discusión y la reflexión si en efecto, queremos rescatar al partido. Se requiere un diagnóstico para elaborar un plan de acción común a los miembros del Consejo Nacional, y que se constituyera en un claro mandato al nuevo jefe nacional.
Pero la respuesta ha sido inaudita: se lanzó una convocatoria en la que no se llamó a la renovación total del CEN, con una semana para el registro de candidatos y 24 días para elegir al dirigente, sin previa discusión en esa misma sesión.
Por ello, ayer, Gerardo Priego, Ricardo García Cervantes, Santiago Creel, Humberto Aguilar Coronado y como quien esto escribe declinamos nuestra aspiración a presidir el CEN del PAN. Participar en estas condiciones sería avalar un proceso predeterminado en sus resultados.
Es incomprensible que tras la debacle electoral no haya intención de corregir, discutir y analizar el mensaje de los electores. Esos resultados nos llaman a nosotros; el PRI no ha logrado ninguna hazaña, nosotros hemos retrocedido. El análisis del fenómeno del voto nulo es clave. No es casualidad que de los 10 distritos del país con mayor presencia del voto nulo, los tres primeros lugares sean distritos de Acción Nacional.
En distintos tonos y enfoques, los declinantes hemos señalado que empeñarse en dirigir la vida del partido desde el gobierno es un error. Que se está haciendo lo que criticamos al PRI, la simbiosis ilegal e inmoral del PRI-gobierno y la intervención del presidente en la designación de dirigentes y candidatos. Hoy hacemos lo mismo.
De ello da cuenta la división entre calderonistas y anticalderonistas. Está colocada la línea de que quien compita con César Nava se enfrenta al Presidente de la República. Esto no ayuda al país ni al partido, ni fortalece al Presidente la estrecha idea de conformarse con el apoyo de sus amigos, cuando debiera tenerlo de todo su partido.
El partido cumple en unos meses 70 años. Durante ellos se ha congregado alrededor de ideales más que de hombres; su ideología se ha enriquecido con respuestas puntuales a los problemas nacionales, desde los principios de doctrina hasta el cambio democrático de estructuras.
Han sido sus hombres y mujeres ejemplos de congruencia y generosidad. Pocos partidos tienen ideología refrendada por sus bases, muy pocos han tenido una pléyade de hombres como los fundadores y los directivos de AN. Regresemos a los motivos espirituales de los que habló Gómez Morín siempre, pero obligadamente cuando la confusión entra a la casa. No claudiquemos en el ejercicio de buscar la verdad.
No participaré en este proceso, pero no claudicaré en el deber político de insistir en reconstituir el partido; por mejor batalla que demos dentro del actual Consejo Nacional, esa lucha de concienciación puede terminar con un efecto contrario y avalar un proceso disparejo.
Que nadie se confunda: no es contra César Nava; para él mi respeto y solidaridad; no es contra el Presidente de la República; también respeto, colaboración, lealtad y afecto para Felipe Calderón. Es contra la autocomplacencia y la intromisión indebida del aparato gubernamental en la vida del partido.
Buscaremos revertir el actual proceso entre los miembros del Consejo Nacional y que se convoque a otro en el que primero sea la reflexión y luego la elección. Iniciaremos un movimiento nacional entre las bases para tomar en nuestras manos nuestro destino. Los invitaremos a todos: no nos vamos a arredrar ante un episodio, cuando tenemos un horizonte que recorrer.
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