lunes, 24 de agosto de 2009

FELIPE CALDERÓN ESTÁ EN APUROS

MANUEL CAMACHO SOLÍS

Ahora que la situación está más difícil, Felipe Calderón cuenta con menos apoyos políticos, recursos e instrumentos para hacerle frente que hace tres años. Si con más no pudo, con menos difícilmente podrá si no cambia su estrategia y mejora su equipo.
La economía está severamente dañada y no tiene, como en otras crisis, un horizonte de recuperación inmediato. La epidemia de influenza y la sequía la han agravado. La violencia y la delincuencia han crecido y difícilmente serán contenidas en un plazo breve. Los daños sociales de la recesión han sido ya muy graves en empobrecimiento y desempleo, cuando aún falta el ajuste fiscal y previsiblemente crecerán las reacciones defensivas. Frente a ello, la estrategia gubernamental está rebasada.
Sus apoyos políticos están debilitados. Felipe Calderón no tiene los votos legislativos en la Cámara de Diputados para decidir el presupuesto. Sus políticas ya no convocan. Los porcentajes de apoyo a las reformas estructurales van a la baja. No cuenta con sucesor(a) creíble.
El equipo —el club de amigos— no fue el adecuado para quienes comprendían que, con 35 por ciento de los votos, se necesitaba construir una coalición gobernante. Con una débil y cuestionada base electoral, intentó gobernar como si tuviera un partido hegemónico. Antes de la crisis su apuesta fue equivocada. La misma, después de la crisis, es insostenible.
Ante este nuevo y agravado panorama, las respuestas posibles, incluso si hubiera el mayor talento político y capacidad ejecutiva, son verdaderamente complejas. Lo son más aún si no se tiene la orientación adecuada ni la capacidad de instrumentación sobre lo que se decide.
Es ante este reto que Felipe Calderón tiene que decidir la línea política de su gobierno hacia 2012. Tiene tres opciones. Una, es encerrarse aún más y aumentar su nivel de sospecha sobre todos los que no sean de su grupo y aun respecto a sus cercanos colaboradores. Dos, puede intentar mantener su esquema básico de gobierno con ajustes menores, con la esperanza de que la estrategia de posicionarse en los medios, y la recuperación norteamericana, le permitan transitar (flotar) en 2010 y llegar sin un gobierno hecho añicos a 2012. Tres, puede dar un golpe de timón. En la campaña, en marzo de 2006, lo hizo, por lo cual no se puede descartar por completo que lo pudiera intentar ahora.
La mejor salida para su gobierno —y para que el país no pague el costo de tres años consecutivos terribles— es corregir el rumbo. Dar un golpe de timón. Es cambiar de orientación y reforzar el equipo.
Si no tiene dinero, necesita administrar justicia. Justicia económica, con un reparto equitativo de los costos de la crisis. Apretón arriba y generosidad abajo. Justicia política, con un cambio radical en la relación con la oposición. Justicia social, con mecanismos de compensación urgentes y efectivos. Y justicia a secas, controlando la corrupción y respaldando la imparcialidad judicial. Sólo puede hacerlo si disciplina a su propia coalición. ¿Querrá? ¿Podrá?

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