Las remesas enviadas por nuestros compatriotas desde Estados Unidos observan una caída importante. Lo mismo acontece con los ingresos petroleros ante el agotamiento agresivo de nuestros manantiales...
A Alfonso Pasquel, por su contagioso amor a México.
La economía nacional se encuentra al punto del colapso, los indicadores del consumidor arrojan cifras estremecedoras. El PIB se desploma 8.2%, mientras que la producción industrial se precipita en un temerario 10.3 por ciento. Se prevé “un hoyo fiscal de 308 mil millones de pesos ante la caída de la producción petrolera, algo así como un 2.5% del Producto Interno Bruto, el shock financiero más grande de los últimos 30 años”. Baste imaginar el futuro de México si el gobierno de Calderón llega a la quiebra financiera como ya acontece con 90% de los municipios del país, en tanto los partidos políticos se niegan a eliminar subsidios o a aumentar impuestos para reducir el déficit. La ruta de colisión adquiere una inercia incontrolable. Vamos al garete rumbo al despeñadero.
Las remesas enviadas por nuestros compatriotas desde Estados Unidos observan una caída importante. Lo mismo acontece con los ingresos petroleros ante el agotamiento agresivo de nuestros manantiales y la incapacidad manifiesta del gobierno calderonista y del Congreso federal para llevar a cabo una auténtica reforma energética que pudiera cambiar radicalmente el rostro escuálido, aceitunado y enfermizo que exhibe el México de nuestros días. Nadie se mueve mientras nos hundimos víctimas de un nacionalismo suicida. Caen las remesas, los ingresos petroleros y las divisas turísticas, mientras que la inversión extranjera busca ambientes estables ante el clima de inseguridad que priva en el país y la falta de certeza jurídica existente en los aparatos de impartición de justicia.
Se empiezan a consumir irresponsable e ilegalmente las reservas del IMSS ante la asfixia financiera que también acosa a dicho Instituto. Pemex también está quebrado, a pesar de contar con el monopolio y la distribución de gasolinas en todo el país. Muy pronto las importaciones de Pemex serán superiores a sus exportaciones, en tanto que sus pasivos laborales, más los del IMSS y los de CFE, son impagables. ¡Horror de horrores!
A nadie escapa que la impresión de dinero fresco constituye un recurso impensable porque sólo precipitaría la catástrofe financiera. La economía informal ya supera 50% de la población económicamente activa, una población que evidentemente no paga impuestos, pero sí disfruta el seguro médico popular. Para concluir este resumen siniestro baste exponer la crisis de desempleo por la que atraviesa México: a finales de este año alcanzará los dos y medio millones de mexicanos sin una fuente de trabajo.
Obama ha sostenido que su obsesión es colocar a las personas idóneas en los puestos correctos para tener la libertad de innovar y de pensar creativamente en la solución de los problemas. El jefe de la Casa Blanca no se ha cansado de insistir en la importancia de contar con las mejores evidencias, los mejores datos, la mejor información, para estar en posición de tomar decisiones valientes en el momento preciso, a pesar de correr riesgos y de exponerse dentro del terreno de lo razonable. Obama se ha mostrado abierto al cambio, a escuchar puntos de vista ajenos y a practicar los ajustes necesarios cuando algo no está funcionando. Su equipo de gobierno, escogido en todos los ámbitos de la Unión Americana, será la clave de su éxito.
El gobierno de Calderón ha demostrado una manifiesta incapacidad para operar las difíciles tareas de gobierno. El país empieza a deshacerse en nuestras propias manos como si fuera papel mojado. Las medidas pertinentes para atacar la crisis no sólo se expusieron extemporáneamente, sino que, además de lo anterior, la mayoría no llegaron a ejecutarse. ¿Cuál Ejecutivo..? Nos esperan tres años más de gobierno calderonista del que sólo podemos esperar peores noticias, ya que además se encuentra prácticamente maniatado ante el Congreso y no cuenta con los operadores políticos para controlar el timón y dirigir al país hacia donde resulte más conveniente. Creo que si el Presidente de la República hiciera un análisis de conciencia y si realmente quisiera a México, según consta en sus discursos, a pesar de que la Constitución General de la República no contempla la posibilidad de renuncia del primer mandatario, salvo en casos de enfermedad y de traición a la patria, Calderón debería convocar en 2010 a unas nuevas elecciones federales para renovar el Ejecutivo federal. Eso es amar a México. Se requiere la presencia de un gobierno creativo, competente, eficaz, negociador, enérgico, visionario y audaz para poder salir adelante. Es obvio que ni Calderón —quien ha perdido contacto con la realidad desde que indirectamente culpa del desastre a Germán Martínez— ni su gabinete, integrado mayoritariamente por funcionarios menores, tal vez leales pero no competentes, integran el equipo que podría sacarnos del atolladero al que nos condujo en buena parte la crisis internacional. Todos ellos hundieron aún más al país en el caos. Los datos duros están a la vista.
Fox, ¡horror!, por lo que más quieras, vuelve, te extrañamos…
A Alfonso Pasquel, por su contagioso amor a México.
La economía nacional se encuentra al punto del colapso, los indicadores del consumidor arrojan cifras estremecedoras. El PIB se desploma 8.2%, mientras que la producción industrial se precipita en un temerario 10.3 por ciento. Se prevé “un hoyo fiscal de 308 mil millones de pesos ante la caída de la producción petrolera, algo así como un 2.5% del Producto Interno Bruto, el shock financiero más grande de los últimos 30 años”. Baste imaginar el futuro de México si el gobierno de Calderón llega a la quiebra financiera como ya acontece con 90% de los municipios del país, en tanto los partidos políticos se niegan a eliminar subsidios o a aumentar impuestos para reducir el déficit. La ruta de colisión adquiere una inercia incontrolable. Vamos al garete rumbo al despeñadero.
Las remesas enviadas por nuestros compatriotas desde Estados Unidos observan una caída importante. Lo mismo acontece con los ingresos petroleros ante el agotamiento agresivo de nuestros manantiales y la incapacidad manifiesta del gobierno calderonista y del Congreso federal para llevar a cabo una auténtica reforma energética que pudiera cambiar radicalmente el rostro escuálido, aceitunado y enfermizo que exhibe el México de nuestros días. Nadie se mueve mientras nos hundimos víctimas de un nacionalismo suicida. Caen las remesas, los ingresos petroleros y las divisas turísticas, mientras que la inversión extranjera busca ambientes estables ante el clima de inseguridad que priva en el país y la falta de certeza jurídica existente en los aparatos de impartición de justicia.
Se empiezan a consumir irresponsable e ilegalmente las reservas del IMSS ante la asfixia financiera que también acosa a dicho Instituto. Pemex también está quebrado, a pesar de contar con el monopolio y la distribución de gasolinas en todo el país. Muy pronto las importaciones de Pemex serán superiores a sus exportaciones, en tanto que sus pasivos laborales, más los del IMSS y los de CFE, son impagables. ¡Horror de horrores!
A nadie escapa que la impresión de dinero fresco constituye un recurso impensable porque sólo precipitaría la catástrofe financiera. La economía informal ya supera 50% de la población económicamente activa, una población que evidentemente no paga impuestos, pero sí disfruta el seguro médico popular. Para concluir este resumen siniestro baste exponer la crisis de desempleo por la que atraviesa México: a finales de este año alcanzará los dos y medio millones de mexicanos sin una fuente de trabajo.
Obama ha sostenido que su obsesión es colocar a las personas idóneas en los puestos correctos para tener la libertad de innovar y de pensar creativamente en la solución de los problemas. El jefe de la Casa Blanca no se ha cansado de insistir en la importancia de contar con las mejores evidencias, los mejores datos, la mejor información, para estar en posición de tomar decisiones valientes en el momento preciso, a pesar de correr riesgos y de exponerse dentro del terreno de lo razonable. Obama se ha mostrado abierto al cambio, a escuchar puntos de vista ajenos y a practicar los ajustes necesarios cuando algo no está funcionando. Su equipo de gobierno, escogido en todos los ámbitos de la Unión Americana, será la clave de su éxito.
El gobierno de Calderón ha demostrado una manifiesta incapacidad para operar las difíciles tareas de gobierno. El país empieza a deshacerse en nuestras propias manos como si fuera papel mojado. Las medidas pertinentes para atacar la crisis no sólo se expusieron extemporáneamente, sino que, además de lo anterior, la mayoría no llegaron a ejecutarse. ¿Cuál Ejecutivo..? Nos esperan tres años más de gobierno calderonista del que sólo podemos esperar peores noticias, ya que además se encuentra prácticamente maniatado ante el Congreso y no cuenta con los operadores políticos para controlar el timón y dirigir al país hacia donde resulte más conveniente. Creo que si el Presidente de la República hiciera un análisis de conciencia y si realmente quisiera a México, según consta en sus discursos, a pesar de que la Constitución General de la República no contempla la posibilidad de renuncia del primer mandatario, salvo en casos de enfermedad y de traición a la patria, Calderón debería convocar en 2010 a unas nuevas elecciones federales para renovar el Ejecutivo federal. Eso es amar a México. Se requiere la presencia de un gobierno creativo, competente, eficaz, negociador, enérgico, visionario y audaz para poder salir adelante. Es obvio que ni Calderón —quien ha perdido contacto con la realidad desde que indirectamente culpa del desastre a Germán Martínez— ni su gabinete, integrado mayoritariamente por funcionarios menores, tal vez leales pero no competentes, integran el equipo que podría sacarnos del atolladero al que nos condujo en buena parte la crisis internacional. Todos ellos hundieron aún más al país en el caos. Los datos duros están a la vista.
Fox, ¡horror!, por lo que más quieras, vuelve, te extrañamos…
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