martes, 1 de junio de 2010

COLOMBIA A SEGUNDA VUELTA

JORGE ALCOCER VILLANUEVA

Mi respuesta a su pregunta es sí, ¿podría repetírmela?
(Woody Allen)




Las elecciones presidenciales del domingo pasado en Colombia entregan un buen ejemplo de los efectos nocivos que produce un torpe diseño del sistema electoral; aunque el candidato ganador, Juan Manuel Santos, obtuvo el 47 por ciento de los votos, y el ubicado en segundo lugar está 25 puntos abajo, los colombianos tendrán que acudir a la segunda vuelta para confirmar su preferencia por el ex ministro de la Defensa, o dar un vuelco y hacer de Antanas Mockus, postulado por el Partido Verde, su mandatario. En otros sistemas de segunda vuelta una diferencia de ese tamaño es suficiente para no ir de nuevo a las urnas.Las encuestas volvieron a errar; habían anticipado un resultado muy cerrado, destacando al candidato verde como la revelación en la contienda electoral colombiana; acertaron en los dos candidatos de mayor número de votos, pero fallaron, con singular margen, en la distancia entre el primero y el segundo. Mockus ya anunció que irá a la segunda vuelta, en espera del milagro que le permita remontar la distancia que lo separa del triunfo. La duda que a los colombianos preocupa no es quién ganará la segunda vuelta, sino el número de electores que la definirán, visto que el pasado domingo votó menos de la mitad. No es remoto que el resultado del domingo se confirme con menos electores.Procede analizar lo ocurrido en Colombia, a la luz de la idea que Jorge G. Castañeda y Héctor Aguilar Camín decidieron promover en México como parte de su pentágono de cambio político, que el presidente Felipe Calderón decidió hacer propio en su iniciativa ante el Senado. Según los autores citados, la ausencia de reformas se explica, entre otras cosas, porque el presidente no tiene mayoría absoluta. La solución que proponen es la más fácil: si ningún candidato presidencial alcanza la mitad más uno de los votos, ir a la segunda vuelta entre los dos de mayor votación inicial. Sin mayor reflexión, un variopinto grupo de personalidades dio un enfático sí a tal propuesta.La segunda vuelta es una fórmula asequible en sistemas que reúnen dos condiciones simultáneas: ser parlamentarios y pluripartidistas. No funciona en sistemas del tipo presidencial, y mucho menos en aquellos de configuración bipartidista. Francia, igual que con los quesos, es historia aparte. Cuando el sistema es presidencial y además bipartidista (Estados Unidos) la segunda vuelta carece de sentido; si el sistema es parlamentario y pluripartidista, la segunda vuelta puede ser una solución para destrabar la ausencia de mayoría (como podría ocurrir en Inglaterra). La fórmula no es de validez universal, como no lo es ninguna en esta materia.Si en la elección presidencial de 2000 hubiésemos tenido segunda vuelta, los votantes por el PRD habrían definido el resultado; y los del PRI en 2006. En ambos casos lo más probable hubiese sido la polarización de la sociedad, con el tercer partido excluido de la competencia final, obligado a optar entre dar su apoyo a uno de los finalistas o quedar fuera del escenario. El IFE y el TEPJF habrían quedado sujetos a la presión más extrema, y las dos televisoras a la enorme tentación de asumir sin recato el papel de fiel de la balanza. A final de cuentas, el electo Presidente hubiese enfrentado un Congreso sin mayoría de su propio partido, por lo que su condición mayoritaria solamente habría servido para alentar el conflicto entre poderes.Colombia enseña que la segunda vuelta en elecciones presidenciales, al igual que los candidatos presidenciales "independientes", es una falsa salida, que hoy los enfrenta al reto de tener que lidiar con su propio error, admitiendo una segunda vuelta que en nada afectará la legitimidad de quien ya se avizora como el próximo Presidente; la debilidad de los Verdes en el Congreso será un elemento que fortalecerá su gestión.Posdata. Antes de ser detenido por la PGR, Gregorio Sánchez Martínez dejó grabado uno o varios mensajes de televisión en los que se autocalifica de "preso político"; los dirigentes del PRD, PT y Convergencia insisten en hacerlo víctima de un nuevo complot ¡para que el PRI gane en Quintana Roo!

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