* LA VITRINA DEL MILAGRO
Pretoria, Sudáfrica. En 1486 el marinero portugués Bartolomé Díaz descubrió el Cabo de la Buena Esperanza después de un largo viaje costeando el África; ahora una silenciosa y cómoda aeronave de British Airways hace el trayecto Londres-Johannesburgo, en 10 horas, cruzando el espacio aéreo de Francia, Argelia, Chad, República Centroafricana, R. D. del Congo, Zambia y Zimbabwe. Más no es éste el más largo viaje intercontinental, distancias mayores son a Pekín, Melbourne, Singapur y Buenos Aires. Bueno, pero estamos en el corazón de este formidable país y debemos hacer unas primeras reflexiones.Si algo he aprendido en mis viajes, visitando más de 100 países en 50 años, ha sido que al llegar a cualquiera de ellos se debe dejar atrás todo estereotipo o prejuicio que condicione una imagen objetiva del país visitado. Sudáfrica se convierte hoy en una vitrina para escrutar uno de los grandes "milagros" contemporáneos: una revolución negociada. Algunos esperan encontrar en este gigantesco territorio, sólo el crimen y la corrupción rampantes y los "townships", -concentraciones de población negra- pocos adelantos de la civilización y fuerza de trabajo como antaño. Otros se impresionan por los majestuosos rascacielos en Johannesburgo y la vida de primer mundo en parte de esta ciudad pero la mayoría de los visitantes no se ocupa del proceso fundamental que ocurre en esta nación "arcoíris" como lo soñara y diseñara Nelson Mandela, la reconciliación entre los diferentes pueblos que constituyen un conglomerado de 48 millones distribuidos bajo el esquema colonial. Una notable paradoja se observa al llegar a Ciudad del Cabo, y en JHNB, un aeropuerto modernísimo y decenas de aeronaves y al transitar a la ciudad -sede del Parlamento- aldeas que parecen ghettos, cercadas, con calles alineadas, casas de lámina, muchas sin electricidad y agua ni servicios sanitarios. Sus habitantes caminan hacia la ciudad, pero el desempleo es enorme, -atenuado por las colosales obras de infraestructura logradas para este año- como estadios, carreteras, viviendas, escuelas, hospitales, banquetas, transporte público para el gran evento. En este mismo escenario se desarrolló una cruenta lucha racial, y hoy es el único país industrializado al sur del desierto del Sahara que cuenta con una red de autopistas de primer mundo, un excelente sistema de telecomunicaciones y servicios bancarios y a lo largo del corredor Johannesburgo-Pretoria, de 50 kilómetros, fábricas y variadas industrias. El país ha logrado este avance por dos actividades que se iniciaron en el siglo XIX, la explotación de las minas del Transvaal (1886) y el descubrimiento de diamantes en Kimberley (1867), además los hugonotes franceses trajeron la vid para su cultivo en el noroeste del país. Antes habían llegado los holandeses que establecieron una Compañía comercial y luego derrotado a la tribu más importante de la región, los Zulúes (1838). Más tarde llegaron los hindúes a trabajar la caña de azúcar, después malayos y chinos, esto hace a este país un extraordinario mosaico de razas, como lo manifiesta su bandera.Pero no ha habido ocasión todavía de ir al deporte, comenzaremos mañana y DIARIAMENTE nuestras colaboraciones complementarán la información deportiva de nuestros colegas para el ESTO. Pero leyendo un periódico inglés, -idioma de medio millón de palabras-, encontraba una nota aludiendo a los locutores de la BBC. "Un buen comentarista de futbol es como un árbitro. Lo necesitamos allí, pero cuando empieza a hacerse notar es que no está haciendo un buen trabajo. Describir, no es parte del espectáculo". Ojalá que nuestros comentaristas lo entendieran y en vez de manifestaciones estruendosas y comentarios al margen, saturados de epítetos y frases trilladas, dejaran que el espectador televisivo observara los partidos, reservando su participación a destacar algunos hechos sobresalientes pero no obvios (los números de las camisetas). Mientras, en las calles transitan los autos pintados ¡¡¡¡con los colores de la bandera sudafricana!!!!
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