JENARO VILLAMIL
La guerra de los audioescándalos ha retornado al equipo de Josefina Vázquez Mota. La grabación divulgada desde el viernes 23 de marzo por el portal www.lasillarota.com alcanzó categoría de escándalo hasta el lunes 26, cuando la propia candidata presidencial del PAN evadió escucharlos en el programa de NoticiasMVS, con la mesa de análisis de Carmen Aristegui.
“Me parece gravísimo que estemos en un terreno de lo ilegal. Evidentemente es un delito grabar llamadas y hacerlas públicas”, afirmó Josefina Vázquez Mota.
Perdió en ese momento la posibilidad de frenar una escalada que duró todo el día a través de Twitter con los hashtags #PincheSota y #JosefinaMentirosa que se volvieron temas del momento en esa red social dinámica y maleable. Sucedió algo similar a lo ocurrido con el tema de la UNAM y su tesis de licenciatura. Vázquez Mota tardó varios días en señalar su respeto a la universidad pública más grande del país y prefirió acusar a la “guerra sucia en redes sociales” por haberse filtrado algunos párrafos de su tesis de licenciatura.
Ese mismo lunes 26 y el martes 27 de marzo su equipo de campaña ensayó una respuesta tardía y poco eficaz: su segundo vocero, Javier Lozano, insistió sin aportar elementos de prueba que la grabación y la divulgación son resultado del espionaje del PRI, y su responsable de redes sociales, Agustín Torres, interpuso una demanda de hechos ante la Procuraduría General de la República para que investigue.
“No responsabilizamos a nadie”, afirmó Torres, el interlocutor de Vázquez Mota en esas llamadas, anulando así la propia línea discursiva de Lozano. Si no responsabilizan a nadie, ¿con qué elementos dicen que es responsabilidad del PRI? ¿Quién coordina a los voceros de Vázquez Mota?
No es la primera vez que el audioescándalo rodea a Josefina. El 31 de enero de este año, en el momento culminante de la contienda interna del PAN, El Universal divulgó otras llamadas telefónicas interceptadas a Vázquez Mota, en las se queja de su adversario, Ernesto Cordero. Lo llama “patán”, lo acusa de utilizar formas “rastreras” y presiona a Gustavo Madero, dirigente nacional del blanquiazul.
“Se acabó la ocurrencia de los foros, seguramente habrá un debate dentro de un mes y se acabó”, se escucha decir a Vázquez Mota en ese audio. “Esto se lo dije a (Gustavo) Madero temprano, yo busqué a Madero, el lunes, y le dije: ‘Oiga, Madero, convócanos porque este cuate nada más los está utilizando (los debates panistas) para golpear, de manera rastrera”.
Más adelante, en la misma grabación, Vázquez Mota sentencia: “Dijo (Madero) ‘Sí, voy a convocar’ y no hizo nada. Hoy en la mañana me habló y le dije: ‘Te lo advertí, Madero, y tú estuviste sentado ayer cuando el cuate me agredió, cuando fue un patán”.
La divulgación de ese audio no afectó las preferencias de Vázquez Mota en las internas panistas. Ganó con un margen muy amplio frente a Ernesto Cordero, el presunto “consentido” de Los Pinos.
Ahora la situación es diferente. Vázquez Mota se encuentra en un round de sombras donde más que enemigos externos lo que tiene son adversarios internos y una evidente incapacidad de coordinar el aparato partidista, disuelto entre múltiples disputas por las candidaturas, renuncias y desencantos blanquiazules.
“Fuego amigo”, como le llaman en el argot político, puede ser lo que esté sucediendo con Vázquez Mota y la divulgación de sus llamadas telefónicas, de sus contradicciones y de sus dichos y hechos pasados.
Lo difícil de entender es que Vázquez Mota nade a contracorriente de su propio partido o su equipo no sepa cómo responder a esta serie de errores elementales. Lo ocurrido en el Estadio Cruz Azul hace dos semanas, cuando la asistencia acarreada abandonó las instalaciones, fue el foco de alerta más grave. Llamarle “errores de logística” a lo que fue un fraude interno sólo exhibió el talón de Aquiles de la candidata.
El momento crítico de Enrique Peña Nieto ocurrió el 3 de diciembre de 2011 en la Feria Internacional del Libro. Su ignorancia fue exhibida en redes sociales. Algunos intentaron acusar la ola digital contra el candidato priista a una “guerra sucia en redes sociales”. El mismo fraseo de Vázquez Mota hace una semana.
La diferencia entre Peña Nieto y Vázquez Mota es que la estructura del PRI salió al quite para rescatar a su Titanic del hundimiento mediático. Su dirigente nacional Pedro Joaquín Coldwell se convirtió en un pararrayos del candidato presidencial. Y los golpes internos dejaron de ventilarse públicamente. Es lógica política pura: si se hunde Peña Nieto se vienen abajo todas las apuestas de los grupos priistas por retornar a la presidencia en el 2012.
En el caso panista, parece que la apuesta es al revés: insisten en mostrar las debilidades de su candidata. Poco le ha ayudado que Calderón se subiera tempranamente al ring para demostrar que era su jefe de facto en la campaña. Y menos la respuesta tardía de su equipo ante los constantes desafíos.
El bono demoscópico que tenía se esfumó en estos momentos de “veda electoral”. Disminuyó 8 puntos en las preferencias electorales, según GEA-ISA, la misma encuestadora que la levantó hace un mes al colocarla en 29% de las preferencias, a menos de 7 puntos de distancia de Peña Nieto. Ahora aparece, en esa misma encuesta con 21%.
Las campañas formalmente iniciarán el 30 de marzo. Pero las disputas mediáticas ya colocaron a los tres contendientes en su contexto político real. Y Josefina Vázquez Mota intenta sobrevivir sin el apoyo de la estructura de su partido.
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