JORGE ALCOCER VILLANUEVA
En la competencia electoral opera una especie de ley de hierro: quien encabeza las preferencias rechaza el debate con sus adversarios; el que va en tercer lugar quiere debatir, cuanto antes y muchas veces, y el que está en medio vive en la duda sobre qué hacer, pues enfrenta el riesgo de un tropezón que lo aleje del primer sitio.
En 1994, inmediatamente antes del debate, Ernesto Zedillo encabezaba las encuestas; a los pocos días Fernández de Cevallos había remontado en las preferencias, mientras que Cárdenas se estancaba en el tercer lugar. "Rebase por la derecha" tituló la revista Voz y Voto su edición del mes siguiente. En aquel año, a pesar de que había nueve candidatos presidenciales, el debate fue entre los tres con mayor preferencia en las encuestas.
En 2000 se realizaron dos debates, el primero con todos los candidatos y el segundo solo con los tres de mayor peso en las encuestas. Francisco Labastida llegó al primero con una amplia ventaja sobre Fox, y salió con una pérdida considerable. Vino después el debate sobre el segundo debate, que los negociadores pactaron cancelar, lo que provocó una descontrolada reacción del guanajuatense (¡Hoy, hoy, hoy!). Pese a todo, el segundo debate se realizó. Aunque Fox no obtuvo un resultado semejante al de su primera participación, sumó los puntos necesarios para colocarse al tú por tú en las encuestas.
Los debates de 1994 y 2000 fueron pactados por representantes de los propios candidatos, que convinieron todos los detalles técnicos y logísticos; la CIRT brindó el apoyo para la transmisión en vivo y la difusión por los canales y estaciones de mayor audiencia. El IFE se mantuvo al margen.
En 2006 hubo dos debates, en los que el IFE intervino como facilitador técnico, con apoyo de la CIRT, y garante de la equidad. Al celebrarse el primero, López Obrador tenía una clara ventaja en las encuestas, más de 10 puntos sobre Calderón, presumía el tabasqueño. Esa condición lo llevó a declinar su asistencia, lo que, al parecer, provocó un cambio de preferencias. En el segundo debate Calderón tuvo el mejor desempeño y siguió remontando en preferencias, hasta alcanzar el resultado que todos recordamos.
Los efectos que los debates tienen en las preferencias ciudadanas siguen ocupando la atención de encuestadores, politólogos y expertos en comunicación; la discusión se remonta al efectuado entre Kennedy y Nixon en 1960, primero que fue transmitido por TV y que sigue siendo el paradigma de uno que determinó el curso de una elección.
Imitando el modelo norteamericano, en México los encuestadores preguntan, inmediatamente después de concluir el debate, vía telefónica, "¿quien ganó'?". El porcentaje por el "ganador" será motivo de las primeras planas de los diarios del día siguiente. Pero lo cierto es que cada partido/candidato encarga su propia encuesta, que lo declarará "ganador", lo que reduce el efecto de que todas o la mayoría de las encuestas coincidieran en un resultado.
Creo que el efecto de los debates solo es perceptible, con muchas reservas, días después, cuando a la mayoría de los electores les ha llegado información sobre el desempeño, actitudes y hasta frases o gestos de cada candidato. Si hubo un efecto, eso se reflejara en cambios en las preferencias del segmento volátil del electorado, pues hay evidencia estadística de que en los votantes leales (duros) los debates no producen efecto alguno. Por eso, hay que esperar las encuestas que se levantan en las semanas siguientes a los debates antes de emitir un juicio sobre presunto ganador y sus efectos en las preferencias previas a la jornada electoral.
La ley de hierro se cumple. López Obrador quiere 12 debates; Peña Nieto se atiene a la ley y acepta, hasta el momento, dos. Josefina no tiene posición definida, prefiere esperar a que su aparente ventaja sobre Andrés Manuel se consolide. En el Distrito Federal, Beatriz Paredes retó a Mancera a varios debates, pero el ex procurador capitalino contestó que tiene cosas más importantes que atender; sugiere a la abanderada del tricolor que cada quien se dedique a sus tareas.
El IFE emitió un acuerdo, formó una comisión temporal, convocó a un nutrido grupo de expertos; pero, no habrá más que los dos debates previstos por la ley electoral.
Al tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario