jueves, 1 de marzo de 2012

MESURA E INTROMISIÓN

RAÚL CARRANCÁ

¡Quién lo entiende! Por un lado, el presidente Calderón dice que Vázquez Mota está en las encuestas a cuatro puntos de Peña Nieto, y por el otro rectifica a los pies de la bandera: "El Gobierno federal a mi cargo se esmerará en evitar expresiones o acciones que puedan generar recelo o desconfianza entre los actores políticos. Respetaré el resultado de los comicios". El hecho es que ante un grupo selecto de banqueros, miembros del Consejo de BANAMEX, dijo aquel exabrupto. La Presidencia de la República, a mi juicio, maneja muy mal esta clase de cosas. Ha difundido la especie, recogida por cierta prensa, de que la salida de tono tan difundida y entrecomillada corresponde en realidad a "la versión de un supuesto apoyo del Presidente". ¿Versión? Hay constancias fidedignas de aquella barbaridad y no hay que ir muy lejos para verlo así en las propias palabras de Calderón. En efecto, el Presidente ha sostenido: "Convirtamos nuestras diferencias en un patrimonio que enriquezca a México; a ver (sic) en las diferencias fortaleza democrática y no una debilidad". Y el "incólume" Molinar Horcasitas nos recita su ABC de aquel error: "Los datos de esta encuesta que tanto escandaliza al PRI (¡no sólo al PRI, señor Molinar!) son de una casa de sondeos seria, conocida desde hace trece años y los resultados fueron presentados hace algunos días". ¡Menuda defensa o explicación! Nada importa que esos datos sean de una casa de sondeos seria, lo que realmente importa es que el Presidente los puso en su boca con fuerte aliento a intromisión. Ahora Calderón pide que convirtamos nuestras diferencias en un patrimonio que enriquezca a México y que las veamos como una fortaleza democrática y no como una debilidad. Por lo tanto, "disculpen ustedes la debilidad que no es tal sino... fortaleza". ¡Inusitado acto de magia! Pero la política no es magia. Lo cierto es que el Presidente viola una vez más los principios rectores del proceso electoral, de la organización de las elecciones federales a cargo del Estado del que es jefe, los que se hallan consagrados en la fracción V del artículo 41 de la Constitución: "certeza, legalidad, independencia, imparcialidad y objetividad". ¿Lo hará adrede, de propósito, con deliberada intención? ¡"Chi lo sa"! (frase que algunos le atribuyen a Boccaccio). Se trata de esos exabruptos de origen desconocido que se hunden en los pozos más profundos del subconsciente humano. 
En suma, entre la mesura y la intervención, estando de por medio la intromisión, hay una zona obscura en que predomina el inmiscuimiento. Es un meter las narices donde no hay razón ni autoridad para hacerlo y ver, oler, qué se descubre. Sin embargo, al Presidente le asiste la razón en algo, o sea, en que como su oficina dice que dijo: "la elección será muy competitiva". Desde luego hay y habrá competición, competencia. Obvio. Yo más bien creo que lo que quiso decir y no dijo es que la elección presidencial será reñida, con mucha rivalidad entre los oponentes, entre los tres y no sólo entre dos como se empeña doña Josefina en divulgar por todas partes, desdeñando a un partido, el PRD, y a su candidato López Obrador. Reñida, sí, porque la última y final encuesta ya se sabe de dónde proviene, muy al margen del apetito insaciable de algunos "encuestólogos", politólogos y periodistas seguramente bien pagados. En fin, lo deseable, la gran esperanza, es que el IFE, a donde han llegado recientemente personas de gran calidad humana y académica, no incurra en las inconsistencias y gravísimas violaciones constitucionales en que descaradamente incurrió en 2006, al ignorar y pasar por alto las evidentes intromisiones de Fox en el proceso electoral. Eso es lo que esperamos los electores de un instituto que le cuesta millones de millones de pesos al pueblo de México. Porque si no es así estaremos entonces, a partir de julio, en un callejón político sin salida democrática, en un desfiladero que nos llevaría a una trampa mortal. 

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