sábado, 17 de marzo de 2012

LA FERIA DE LAS OCURRENCIAS

MIGUEL CARBONELL

El Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) reunió hace unos días a una serie de académicos y profesionales del derecho para revisar las propuestas que los partidos políticos han registrado ante el IFE en materia de seguridad, justicia y Estado de derecho.
Los convocados teníamos que revisar la documentación oficial de cada partido, es decir, lo que en cumplimiento de la ley electoral le hicieron llegar al IFE, que es lo que se supone que cada uno de sus candidatos presidenciales defenderá y buscará implantar en caso de que resulte ganador en la elección de julio próximo.
Debo confesar que no había tenido el tiempo de revisar esos documentos antes de la invitación del Centro, pero su lectura me resultó del mayor interés. Sobre todo porque me pude percatar de la nula importancia que le dan los partidos a ese requisito legal. Las plataformas de los tres principales partidos adolecen de llamativas lagunas, pero también están repletas de propuestas sin sentido e incluso de simples ocurrencias.
En repetidas ocasiones los documentos de los partidos sólo repiten lo que ya existe, intentando hacerlo pasar como algo novedoso o importante.
Por ejemplo, el PRI propone “incorporar en la administración pública… la transparencia”. Buena noticia, pero eso ya existe desde 2001. El mismo PRI propone “impulsar el servicio civil de carrera”; hay que avisarles que la ley respectiva es del 2003. No faltan los lugares comunes en la plataforma priísta, por ejemplo, cuando propone establecer “un sistema de rendición de cuentas que combata la corrupción”. Pues sí, ni cómo discutirles.
El PAN no se queda atrás. Propone una cruzada nacional por la cultura de la legalidad, como si el cumplimiento de la ley pudiera lograrse repartiendo cartillas (¿catecismos?) que le digan al ciudadano cómo comportarse. Incluso llega a calificar como delitos conductas que no lo son; como la prostitución. En este rubro el PAN propone “erradicar del internet aquellas páginas que promuevan delitos como la prostitución… y la violencia en todas sus modalidades”. Debemos suponer que los productores de Hollywood estarán muy preocupados por esta cruzada partidista en contra de cualquier modalidad de violencia, inclusive la cinematográfica o televisiva.
También del lado panista abundan los lugares comunes. Por ejemplo, cuando se señala que “promoveremos la modernización de la figura del ministerio público” o cuando propone mejorar “la normatividad en materia de lavado de dinero”, por citar solamente dos casos de propuestas bien intencionadas, pero que no dejan de regresarnos al lugar del todo común en el que llevamos años instalados.
Las propuestas del PRD también son llamativas. Por ejemplo, en su plataforma la coalición de izquierda propone desaparecer todos los institutos electorales locales y todos los tribunales de la materia en las entidades federativas. Las elecciones deben ser una función nacional y no local, dicen. También proponen que los ministros de la Suprema Corte sean electos mediante mecanismos de democracia directa. Otra propuesta consiste en bajarles el sueldo a todos los funcionarios públicos a la mitad, del nivel de director general para arriba; suena bien el resultado sería que un subdirector general ganara más dinero que su jefe inmediato. No parece muy equitativo.
Conforme iba leyendo los documentos partidistas me iba pareciendo más nítida la imagen que millones de mexicanos tienen de sus políticos: gente poco preparada, atenta más a ocupar el cargo y beneficiarse de él que en crear un proyecto viable para el país. Si los futuros gobernantes no le prestan atención ni siquiera a la forma en que están redactadas sus ofertas partidistas, ¿qué podemos esperar que hagan en caso de que ganen una contienda electoral?
En algunas semanas se harán públicas las evaluaciones del CEEY, confeccionadas por decenas de expertos con base en las plataformas de los partidos. En ese momento la ciudadanía podrá percatarse de la situación en la que nos encontramos y probablemente se pueda explicar la falta de rumbo del país. La mediocridad que nos atenaza no es gratuita ni se ha creado de la nada. Por el contrario, nuestro nulo crecimiento, nuestra precaria democracia, nuestra ausencia de Estado de derecho se lo debemos a una clase política que no sabe ni redactar una propuesta de gobierno. Y de entre ellos saldrá el futuro gobierno de la nación. Estemos alerta para exigirles que, cuando menos, eleven el nivel del debate y hagan propuestas serias y con fundamento, para que las campañas dejen de ser una feria de ocurrencias, que es hacia lo que se encaminan sin remedio.

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