lunes, 28 de mayo de 2012

EL DESAFÍO JUVENIL


JESÚS CANTÚ

Todo empezó el viernes 11 de mayo, en la Universidad Iberoamericana, donde las acciones de los priistas enardecieron a los estudiantes: primero, los jóvenes partidarios de Enrique Peña Nieto llegaron desde las 8:00 de la mañana, aunque la conferencia estaba programada para las 10:00, con el fin de ocupar más y mejores lugares; después, cuando los ánimos se empezaron a caldear a raíz de las protestas contra el candidato presidencial priista por parte de otro grupo de jóvenes, la diputada Carolina Viggiano los encaró y acusó de ser “operadores de López Obrador”, y más adelante el mismo candidato los desafió al recrear palabras de Gustavo Díaz Ordaz respecto a los acontecimientos de 1968 y asumir “personalmente” la decisión de utilizar la fuerza pública “para restablecer el orden y la paz” en San Salvador Atenco.
Pero la cadena no se detuvo allí, pues todavía se sumaron acusaciones de los dirigentes del PRI y del PVEM en el sentido de que los jóvenes que participaron en la protesta eran operadores del candidato del Movimiento Progresista, Andrés Manuel López Obrador, y, para colmo, las televisoras, particularmente Televisa, decidieron minimizar el incidente y difundir información que los estudiantes consideraron manipulada para proteger al candidato tricolor.
La respuesta no se hizo esperar: Los jóvenes primero colocaron un video en la red para demostrar que sí eran estudiantes de la Universidad Iberoamericana, con nombre, imagen y credencial que los acreditaba, lo cual detonó la solidaridad de miles de universitarios de diversas casas de estudios que se unieron a su indignación.
En el transcurso de la semana que inició el lunes 14 de mayo se dieron algunos enfrentamientos entre seguidores de Peña Nieto y jóvenes que mostraban su desacuerdo con el priista en Saltillo, Coahuila y Córdoba, Veracruz; y el mismo candidato señaló en Ciudad del Carmen, el jueves 17, que “la estrategia de la izquierda (…) es buscar la agresión y provocar al partido…”.
Al día siguiente, viernes 18, miles de jóvenes realizaron una cadena humana en la Universidad Iberoamericana y marcharon a Televisa Santa Fe, mientras cientos de jóvenes del ITAM hacían lo mismo de sus instalaciones hasta Televisa San Ángel. Los estudiantes tomaron las calles para exigir a los medios electrónicos dejar de manipular la información; eran alumnos de universidades privadas (Iberoamericana, ITAM, Anáhuac, Tecnológico de Monterrey y La Salle, entre otras), pero también de la UNAM y el Politécnico. Los unía su lucha en contra de la cerrazón de las televisoras y la manipulación informativa.
Los manifestantes aclararon que son apartidistas y se deslindaron de la marcha anti-Peña convocada para el sábado por grupos ajenos a este movimiento; al igual que de la realizada el lunes 21, de apoyo a López Obrador, en la Plaza de las Tres Culturas. Así, hasta esos momentos parecía haber tres movimientos claramente diferenciados. Sin embargo, en las marchas realizadas el miércoles 23, convocadas por los estudiantes de la Ibero, no pudieron controlar las protestas anti-Peña, con lo cual parecen confundirse estos dos movimientos, que claramente se separan del llamado “Morenaje” (Movimiento de Regeneración Nacional Jóvenes y Estudiantes) que apoya a AMLO.
Los que más convocatoria tuvieron fueron los antipeñistas, que de acuerdo con las cifras del diario capitalino Reforma lograron reunir a 46 mil manifestantes en el Distrito Federal y a unos 8 mil en 18 ciudades del país.
Por su parte, los primeros manifestantes (en torno a los hechos de la Ibero) se esmeran en proyectar una imagen de respeto y enarbolan un código de ética de cuatro puntos: apartidistas, pacíficos, respetuosos del espacio público y de las vialidades; y buscan centrar sus demandas en democratizar los medios, masificar el uso del internet, crear la figura del ómbudsman en los medios de comunicación, que se transparenten los códigos de ética de los mismos, proteger a los periodistas, que haya apertura informativa en televisión abierta, y diálogo público y abierto con las televisoras.
La aparición de este movimiento, cuando en todo el mundo los jóvenes utilizan las redes sociales para movilizarse, tiene todos los ingredientes para ampliarse y trascender las contiendas electorales. No obstante, la confusión del mismo con las acciones partidistas y meramente coyunturales puede minarlo. Todavía es muy pronto para atisbar su futuro, pero ya le dio un giro a unas campañas electorales que no lograban prender el ánimo ciudadano.
La cadena de errores que cometieron Peña Nieto, su equipo de campaña y sus promotores (léase las televisoras) puede ser el detonador que esperaban sus opositores (particularmente López Obrador) para empezar a cerrar la brecha que hoy todavía los separa; pero además puede ser la chispa que finalmente logre acabar con el duopolio televisivo, abrir nuevos espacios en la televisión mexicana y masificar el acceso a internet, aunque este segundo objetivo requiere que los jóvenes se mantengan ajenos a los intereses partidistas, que hoy seguramente los acechan, ansiosa y desesperadamente, con una visión egoísta y cortoplacista.
Los jóvenes universitarios tienen que aprovechar el proceso electoral para fortalecer su movimiento, pero no dejarse envolver en las contiendas partidistas. Esto significa utilizar el momento pero trascenderlo, con objetivos de mayor alcance e impacto que los que hoy enarbolan los candidatos y dirigentes partidistas.

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