JOSÉ WOLDENBERG
Las campañas en curso, de manera lenta pero sistemática, envuelven a la sociedad en su dinámica. A estas alturas son pocos los que no conocen los nombres de los candidatos y cada vez son más los que de manera intermitente o metódica comentan y/o discuten los eventos del día a día. De manera organizada y espontánea, por vías públicas y opacas, se van conformando grandes constelaciones -formales e informales- a favor y en contra de los diversos candidatos y partidos. Los comicios ordenan las opciones, los alineamientos, las fobias y las esperanzas de ese amasijo de intereses y pasiones al que llamamos por economía de lenguaje sociedad.
La pluralidad que tiñe nuestra convivencia encuentra un cauce para su expresión y recreación, para su convivencia y competencia, y la vida pública se carga de política. Aparecen planteamientos y diagnósticos, tomas de posición y críticas a los adversarios, y la "cosa pública" por un momento parece que en efecto nos incumbe a todos. Esa mecánica electoral resulta virtuosa y debiera acostumbrarnos a comprender que en la sociedad coexisten sensibilidades, puntos de vista, ideologías e intereses diversos, legítimos y obligados a encontrarse y a rivalizar.
Bajo el manto electoral se producen movilizaciones estudiantiles a favor de Andrés Manuel López Obrador y también en contra de Enrique Peña Nieto. Han tomado el espacio público para dar visibilidad a sus convicciones y reclamos. Han proclamado su inconformidad con el seguimiento de las campañas por parte de los grandes medios masivos de comunicación. Se han plantado a las puertas de Televisa y reclamado un trato equilibrado hacia los contendientes. Desatan la controversia y no sólo eso: también las ilusiones y fantasías de muchos y la preocupación de algunos otros. Animan sin duda la contienda, le inyectan sentido, malestares y propuestas.
En ese marco se llevó a cabo una "Cumbre Ciudadana" los días 21 y 22 de mayo en el Palacio de Minería de la Ciudad de México. Decenas de organizaciones decidieron reunirse para discutir una agenda y plantearle a los poderes constitucionales y a los candidatos una serie de reclamos, reivindicaciones y medidas que juzgan pertinentes. Y los cuatro presidenciables acudieron a la cita y se comprometieron a responder. El esfuerzo es relevante por diferentes motivos.
Primero. La diversidad de organizaciones que convocaron al mismo. Desde DHP hasta Alianza Cívica, pasando por el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, Mexicanos Primero, México Unido Contra la Delincuencia, Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, Transparencia Mexicana, hasta sumar 300. Son expresión de las ansias participativas de una cadena de asociaciones.
Segundo. La variedad de temas que preocupan a los participantes. La defensa y expansión de los derechos humanos, el acceso a la información pública, la equidad de género, la atención a la niñez, la preservación de los recursos naturales, los derechos de los consumidores, el desvelo por la seguridad pública, la exigencia de una educación de calidad, y muchos otros, son los temas que han puesto en marcha esas agrupaciones y que expresan la amplia y diversificada agenda que les da vida.
Tercero. La pluralidad política que se expresa a través de ellas y su vocación por conjugarla. No exagero si digo que bajo ese manto coexisten personas y asociaciones con muy diversas ideologías y orientaciones políticas. Si uno cometiera la impertinencia de preguntarles por quién van a votar, seguramente recibiría respuestas variadas. Y ello fue parte del atractivo de la reunión. Un esfuerzo convergente en épocas en las que de manera natural se colocan sobre la mesa las diferencias. La Cumbre intenta tejer una agenda abarcadora sostenida por una pluralidad política.
Cuarto. El aliento por trascender el plano testimonial. Al tejer la red que dio paso al evento, los convocantes asumieron que su agregación podría incrementar su poder. Miguel Treviño, del Consejo Cívico de Instituciones de Nuevo León, así lo dijo: "Al final, nos falta amarrar. Nos quedamos cortos a la hora de hacer política. No sabemos imponer costos al incumplimiento de nuestros interlocutores... No salimos lo suficientemente a la calle y cuando lo hacemos, a veces no tenemos claro para qué".
Quinto. La pertinencia de la agenda. Los temas no podían ser más expresivos y relevantes: "Fortalecimiento de la sociedad civil organizada. Reforma política y participación ciudadana. Transparencia, rendición de cuentas, acceso a la información y medios. Inclusión, cohesión social y comunitaria. Educación de calidad. Empleo digno y desarrollo económico sustentable y Seguridad ciudadana y derechos humanos".
Las relaciones entre las instituciones del Estado y la sociedad organizada no son un juego de suma cero (lo que gana uno lo pierde el otro). Por el contrario, a mayor sociedad organizada el Estado democrático será más fuerte y sólo un Estado democrático es capaz de cobijar y auspiciar el fortalecimiento de la sociedad civil.
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