lunes, 28 de mayo de 2012

EL ESQUELETO ELECTORAL

RICARDO BECERRA LAGUNA

Extraviada en el laberinto de novedades legales (spots que con prisa inaudita se bajan del aire; extravagantes procedimientos de sanción; pautas televisivas y miles de órdenes para que los promocionales de partidos sean transmitidos con precisión cronométrica; cosecha variopinta de reglamentos para toda ocasión; el acuerdo y el montaje de debates entre candidatos, etcétera) la discusión sobre los comicios en México ha perdido de vista lo absolutamente medular: el padrón electoral que soportará toda la elección dentro de 33 días. Por eso, vale la pena recordar que:

1)      El padrón define la más básica de las condiciones democráticas: quiénes pueden votar (y también quiénes pueden ser votados) en las elecciones por los cargos que integran los poderes de la República. En otras palabras: el padrón delimita la auténtica comunidad política del país.
2)     En esta ocasión, el universo de los que pueden votar, alcanza los 79 millones 454 mil 802 ciudadanos. Parece una obviedad decir que se trata de la lista nominal más alta de la historia, pero no lo es tanto, pues en los últimos cuatro años, el IFE tuvo que dar de baja “automáticamente” a 22 millones 715 mil personas registradas (credenciales “03”, ¿recuerdan?).
Las  credenciales de esos ciudadanos provenían de la emisión más antigua (de 1991-97), así que bajar y luego volver a subir a tantos millones de personas, pero con sus datos plenamente actualizados, constituyó un desafío de la mayor importancia. Incluso entrañaba el riesgo de ofrecer en 2012 una lista menor que la de 2009. No obstante, el IFE pudo superar esa montaña de datos y ciudadanos, y desde el 3 de julio de 2009 pudo atender ¡34 millones 684 mil 285 trámites!
3)     Gracias a este inmenso trabajo, el padrón con el que votaremos es el más exacto –el que refleja mejor a los ciudadanos reales y sus domicilios reales- desde que el instrumento con fotografía se constituyó por primera vez, en 1994.
4)     Dos datos son muy elocuentes de la calidad del registro de electores: el porcentaje de la población de 18 años o más que hoy por hoy está empadronada, alcanza el 97.6 por ciento. Y algo más: en sólo seis años (del 2006 a marzo de este año) el Instituto actualizó los datos del 87.8% de la Lista Nominal. O sea: casi 9 de cada diez ciudadanos tiene una credencial para votar prácticamente nueva.
5)      El padrón sigue siendo el instrumento más auditado y revisado por los partidos políticos en 333 Comisiones en todo el país, además de ser sometido a nueve intensas pruebas de calidad y a la evaluación de un comité científico, integrado para estudiarlo desde casi cualquier ángulo (geográfico, demográfico, informático, estadístico). En este año, los partidos políticos se pusieron especialmente exigentes y observaron 2 millones 697 mil 198 registros. El IFE atendió y analizó todos los casos, sin excepción, pero sólo 26 mil 201 de sus observaciones resultaron pertinentes. Esto quiere decir que los partidos, a través de sus profesionales dedicados a la supervisión del padrón, encontraron alguna irregularidad en el 0.03 por ciento del listado. El 99.97 por ciento restante demostró su confiabilidad.   
6)     No sorprende entonces, que el padrón haya sido aprobado por unanimidad en el Consejo General del IFE, con la aceptación de todos los partidos políticos, el jueves pasado. Tomen nota: es todo un evento de certeza y de confianza para las elecciones por venir.    
7)     Pero hay algo aún más interesante: el padrón electoral refleja bastante bien la nueva demografía nacional –la del siglo XXI- y sus tendencias fundamentales. Resulta que la migración interna, la que traslada gente de un estado a otro, es el hecho más definitorio de nuestra modernidad. Según el Inegi, entre el año 2000 y el 2010, la movilidad interestatal de la población mexicana alcanzó un saldo neto de 27.7%, es decir, 30 millones de personas se largaron de su entidad y mudaron su domicilio. Esto sin contar los aproximadamente 10 millones de mexicanos de 18 años o más que decidieron irse al extranjero.
8)     Esta dramática movilidad (más dramática en el D.F., que es el campeón expulsor de población de la República en la última década, con 841 mil 523 ciudadanos menos), se refleja bastante bien en el padrón electoral nacional.
En las entidades expulsoras muchas credenciales de elector se han ido acompañando el viaje migratorio de su dueño (Guerrero, Zacatecas, Distrito Federal, Chihuahua y Michoacán). Y al revés: a las entidades receptoras llegan credenciales válidas con los nuevos habitantes (Baja California Sur, Querétaro, Yucatán, Estado de México). Esta acelerada y masiva movilidad representa el gran desafío del IFE y de su padrón en el presente.
9)     Al mismo tiempo, la lista nominal está sometida a otra enorme presión, ésta, de carácter legal: a partir del año 2009 las credenciales caducan, cada diez años perderán vigencia y el IFE no tendrá más remedio que sacarlas de la circulación. Esto implica que, periódicamente, el IFE deberá convocar e ir en busca de las decenas de millones de personas con credenciales viejas, provenientes de una generación anterior. Un enorme esfuerzo, sí, pero que garantiza una sistemática y masiva actualización de facto (tu credencial deja de tener validez cada diez años, pase lo que pase). 
10) Así, el esqueleto de las elecciones de julio, en México, está listo. Y con él, un montón de piezas democráticas que dependen directamente: el número de boletas; la cantidad y la ubicación de las casillas; el tamaño de los distritos; el número de capacitadores electorales; el número de ciudadanos que cuidarán las casillas; el registro de nuevos partidos y la ratificación de los existentes; el financiamiento futuro de los partidos políticos… Todo, depende del Padrón Electoral y de su confiabilidad. Valía la pena recordarlo.

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