OLGA PELLICER
Un dato nuevo domina las noticias sobre migrantes mexicanos en Estados Unidos: ya no serán tantos; si tomamos en cuenta los que se van y los que regresan, la tasa neta de migración es cero. El informe elaborado por el Centro Pew de Estudios Hispánicos, reseñado en numerosos medios de comunicación, ha suscitado múltiples reacciones. El presidente Calderón lo tomó como un buen punto de partida para celebrar al México imaginario que a él le gusta. Regresan, declaró desde Los Ángeles, porque México está mejor, hay más empleo, mejores servicios de salud, mejores oportunidades.
La apreciación anterior no refleja, desde luego, lo que contiene el informe. Los motivos del regreso que se analizan son varios; entre ellos se encuentran la situación económica en Estados Unidos, el endurecimiento de las medidas de control en la frontera, las deportaciones y la curva demográfica en México.
Desde el punto de vista de la economía, uno de los sectores que se había convertido en fuente principal de trabajo para los indocumentados mexicanos era el de la construcción. Hacia él se dirigieron numerosos connacionales que en muchos casos abandonaron labores agrícolas provocando, en varias regiones del centro y suroeste de Estados Unidos, altas pérdidas por la escasez de mano de obra. Sin embargo, la crisis económica que se desencadenó en el 2008 afectó seriamente la construcción. El resultado fue una disminución de empleos que golpeó a los trabajadores mexicanos, algunos de los cuales han buscado regresar a labores agrícolas, en tanto que otros han optado por la vuelta a México.
El segundo factor a tomar en consideración es el fortalecimiento de las medidas de control para impedir el paso de migrantes indocumentados por la frontera. Uno de tantos ejemplos, citado en un reportaje reciente, se da cerca del Valle Imperial, donde se encuentra la montaña conocida como El Centinela. Ésta era popular por crear un paso por donde los “polleros” introducían cientos de trabajadores indocumentados; pero en pocos años dicho paso ha cambiado. Entre 2008 y 2009 se instalaron allí cámaras de seguridad que vigilan toda la zona; la tierra se cubrió de alambres que detectan cualquier huella; ha aumentado el número de agentes de la Patrulla Fronteriza y de efectivos de la Guardia Nacional. En resumen, las condiciones para atravesar son cada vez más difíciles y han empujado a los indocumentados que desean cruzar hacia regiones más inhóspitas y peligrosas.
Un tercer factor a considerar son las deportaciones, aceleradas desde la llegada al poder del gobierno de Obama. Entre 2005 y 2011, según datos del Colegio de la Frontera Norte, han sido devueltos un millón 200 mil mexicanos. La gran mayoría de ellos tenían más de un año de residir en Estados Unidos, y varios han dejado en aquel país hijos o cónyuges.
Ese retorno masivo e inesperado coloca a la sociedad mexicana ante retos bastante más serios que lo sugerido por las declaraciones alegres de Calderón. Algunos de tales retos están localizados en la zona fronteriza norte, donde albergues y otros sitios para recibir a los mexicanos no son suficientes. Lo que se requiere es ayudar a su reinserción económica y social en sus comunidades de origen, donde sus remesas hacen falta, pero, al mismo tiempo, su llegada puede ser una oportunidad por tratarse de trabajadores que han adquirido nuevas destrezas, tienen un espíritu más empresarial, hablan otro idioma.
Interesa, entonces, tener proyectos para aprovechar su regreso, sin perder de vista que éste podría ser coyuntural. En efecto, una mejoría sostenida de la economía estadunidense, acompañada de un resurgimiento de la construcción o de condiciones salariales más favorables en el ámbito de la agricultura (en vista de los problemas de escasez de mano de obra que están sufriendo) podría revertir en poco tiempo la tendencia y volver a situaciones en las que el flujo de los que se van supera al de los que regresan.
Un tema del que se habla poco tiene que ver con la seguridad. Aproximadamente 10% de los migrantes que han sido deportados, 120 mil, cuentan con antecedentes criminales serios en Estados Unidos. Es arriesgado afirmar que, por lo tanto, se integrarán al crimen organizado. Sin embargo, no es ocioso recordar que la Mara Salvatrucha, una de las pandillas que ha producido mayores problemas de violencia en México y Centroamérica, fue resultado de los deportados salvadoreños, jóvenes que habían estado en cárceles del condado de Los Ángeles.
Todo ello invita a seguir cuidadosamente las consecuencias del regreso al que nos hemos referido; hasta ahora no se tienen noticias de quién ha asumido la responsabilidad en el gobierno federal. Queda en manos de las autoridades estatales de las ciudades fronterizas del norte, en colaboración con grupos de la sociedad civil, resolver los problemas inmediatos, como el traslado a las comunidades de origen y atención inmediata a sus necesidades de habitación, alimentos, servicios médicos.
Para atender a los que regresan, es urgente una política más planeada, más eficiente, más atenta a los problemas de corto y largo plazo, que forme parte de la política migratoria del Estado mexicano. Sin embargo, a pesar de ser una sociedad con 10% de la población viviendo en Estados Unidos; a pesar de ser un país atravesado por transmigrantes provenientes de Centroamérica que constituyen hoy en día uno de los problemas centrales en materia de derechos humanos y combate a la violencia, no existe dicha política migratoria. ¿Qué dicen al respecto los candidatos a ocupar la Presidencia de la República? ¿Qué dicen al respecto los candidatos a senadores y diputados donde el problema de la migración es factor esencial para decidir el desarrollo social y la seguridad de sus estados?
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