lunes, 19 de octubre de 2009

EL TRATADO DE LISBOA

HERMILIO LÓPEZ-BASSOLS

Correspondió a dos países pequeños de la Unión Europea decidir el destino del Tratado de Lisboa (13 de diciembre 07), Irlanda y la República Checa. Hace una semana, el 67 por ciento de los votantes de la isla dijeron "sí" y el presidente Klaus busca ciertas garantías con el presidente de la Comisión para ratificarlo. Es así que cuando se celebre la Cumbre semestral de Jefes de Estado y de Gobierno de los 27, en Suecia, a fines del año, la Unión Europea habrá dado un paso gigante al consolidar los Tratados de Roma y de Maastricht, al incluir disposiciones novedosas en materia de política exterior, derechos fundamentales, energía, cambio climático y la titularidad de un presidente de la UE. Pero el proceso no ha sido tan simple como parece. Las consecuencias son tan profundas para la casa europea que es difícil hoy imaginarlas todas. Baste decir que con el Tratado, la UE recuperará su lugar fundamental en la economía global y se convertirá ya en un polo que dispute -con ventajas- la hegemonía a América del Norte y superior al surgiente BRIC.Más cómo ocurrió este proceso desde que en el 2005, Francia y los Países Bajos -Estados fundadores de la CEE - rechazaron el proyecto de Tratado Constitucional (TC) elaborado por la Convención de V. Giscard d´Estaing en 2001 al 2003, paralizando el proceso de ratificación hasta la aprobación del Tratado de la Unión Europea reformado (TUE) y un Tratado de Funcionamiento de la UE (TFUE) en 2007.Ante el primer fracaso "la pugna entre la democracia a nivel europeo y la democracia a nivel nacional" se abrió un largo período de reflexión y clarificación del escenario prevaleciente, cuando 18 de los 27 Estados de la UE habían ratificado el Tratado Constitucional (TC). El RU, Polonia y la República Checa buscaron reabrir la negociación por la aparente "dicotomía" entre la Europa de los resultados y la Europa de la Constitución (en otras palabra la Europa de los ciudadanos y la Europa de las instituciones que no es más que el dilema "crucial" de Europa: Unión política más allá del mercado interior o cooperación intergubernamental con una posible renacionalización de competencias.Alemania impulsó la salida del impasse con la Declaración de Berlín a los 50 años de los Tratados de Roma (marzo del 2007) proponiendo que se sustituyera el Tratado Constitucional por otro Tratado que no llevase tal nombre y fuese más realista. Así se elaboró bajo el timón Merkel un documento. Había ya entonces un acuerdo "cerrado" que sacaba de la más grave crisis a la Unión Europea, el texto se basaría en el Tratado Constitucional pero no iba a ser exigible de ratificación por los 18 Estados que ya lo habían hecho; el tiempo de redacción sería muy breve -seis meses- a través de una Conferencia Intergubernamental (CIG´07) que fue la más eficiente de la historia europea contemporánea, donde el método diplomático "puro y duro" prevaleció, acallando las propuestas alguna vez absurdas de Polonia y la República Checa (se les abrió la puerta y ahora muerden a Bruselas!!).Así la Unión Europea tenía ya un nuevo Tratado básico TUE que regulará los aspectos más relevantes de la UE y un Tratado de desarrollo el TFUE que se concretará al funcionamiento de esa Unión en diversos aspectos institucionales, procesales y competenciales. Es decir, se acogió todo el contenido del TC que fue aceptado por todos y se hacen concesiones necesarias para un acuerdo final.Sin duda que estos últimos meses del año permitirán hacer cambiar la terca posición del líder checo y por otro lado examinar los candidatos que se postulen para presidir la Unión Europea. Es sintomático que la mejor revista del mundo "The Economist" en su último número saca en la portada la representación de Europa -una bella mujer postrada- y asomándose tras la cortina el exprimer Ministro Tony Blair. A él se agregan Felipe González y dos primeros ministros de Holanda y de Bélgica, Jan Peter Valkenende y Guy Verhofstadt, respectivamente. Blair cuenta con el apoyo de Alemania, Francia y obviamente del Reino Unido. Adiós candidatura española!De esta carrera como la cartera de Relaciones Exteriores me referiré en la próxima colaboración.

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