Hasta los años 80, la República de Irlanda era el país más pobre de Europa y el mayor exportador de migrantes en esa zona geográfica; su economía era de miseria y parecía que nada podía salvar a esa nación de un destino de miseria y retraso permanentes.
Frente a esa realidad abrumadora, los dirigentes de Irlanda, durante la década de los 90, cambiaron radicalmente esa tragedia por un éxito nunca visto, alcanzando durante casi 20 años una tasa de crecimiento económico sobresaliente con un promedio de 7%; su desempleo cayó de 17% a 4%, y a partir de 2003 tiene el tercer nivel más alto de producto interno per cápita de la Unión Europea, por encima de Alemania, Francia e Inglaterra; su capacidad exportadora se multiplicó en forma geométrica, pasando de 12 mil millones de euros a 124 mil millones; su deuda pública se redujo de 113 millones de euros a 30 millones, y en este momento su ingreso per cápita es 400% mayor que el de México; y durante este año, en que sufrieron una considerable reducción en su Producto Interno Bruto, semejante al de pequeñas repúblicas de alta productividad, como Singapur, Taiwán y otras, cuyo mercado interno es difícil incrementarlo en momentos de crisis por su reducido número de habitantes, mientras el decremento del mercado externo las afectó momentáneamente, en lugar de subir impuestos ajustaron el gasto público e incrementaron la productividad, para así volver a remontar esa crisis de origen externo; mientras, Alemania sigue ese mismo ejemplo.
Durante estos 20 años de referencia, México nunca pudo obtener un promedio de más de 2.5% de crecimiento anual, a pesar de que tuvimos los ingresos petroleros más altos de nuestra historia; su ingreso per cápita se halla en el número 78 junto con Gabón, Botswana y Libia; ocupamos también uno de los últimos lugares de crecimiento en América Latina, mientras los índices de corrupción nos llevan a uno de los niveles más altos de desprestigio mundial, en tanto el número de pobres se incrementa a diario y el desempleo se eleva en forma galopante, en medio de una masacre de asesinatos y ejecuciones que no tienen paralelo.
Frente a estos contrastes tan descarnados, ¿qué fue lo que hicieron los irlandeses que nosotros no hemos podido lograr? Y la respuesta es muy sencilla:
1. Los índices de corrupción en la República de Irlanda son bajísimos, y de los nuestros mejor ni hablamos.
2. El gasto público en Irlanda es moderado y transparente, y en cambio nuestro ogro filantrópico no tiene límites en su voracidad, su corrupción y su ineptitud.
3. Irlanda le bajó los impuestos a las empresas y a los salarios menores, y le subió la tasa impositiva a quienes más ganan; nosotros estamos haciendo lo contrario.
4. En Irlanda todo mundo paga sus impuestos y la informalidad es prácticamente inexistente, mientras aquí promedia en más de 60% y en algunos rubros llega hasta 90%.
5. El proyecto educativo de Irlanda está basado en el incremento significativo en los resultados de la educación, mientras nosotros nos debatimos en los últimos lugares.
6. En Irlanda tal parece que los irlandeses aman a su país, mientras aquí permitimos que nuestros líderes se devoren el nuestro.
Ante esta realidad, hemos presentado en el Congreso una propuesta para unir a los mexicanos en una tarea insoslayable y urgente para reconstruir a nuestro país, sobre las bases de un proyecto de decencia y honestidad que le permita a la sociedad civil lo siguiente:
a) Auditar y castigar los abusos del poder público y privado, a través de una verdadera contraloría general de la nación independiente y manejada por la sociedad civil.
b) Que de inmediato se unan las fuerzas políticas y trabajen con el Poder Ejecutivo para plantear una reforma fiscal integral, bajo las normas del ejemplo de Irlanda, adaptadas a nuestras necesidades.
c) Que reformemos el sistema de seguridad y justicia para obligarlo a rendir cuentas, devolviéndole a las víctimas y a la sociedad el derecho a defenderse, que le ha sido arrebatado.
d) Crear un sistema alternativo de educación que vaya sustituyendo libremente y sin imposiciones el modelo que nos ha llevado al último lugar en la OCDE, y así generar la base fundamental del progreso y el crecimiento de nuestro país.
No cabe la menor duda de que si logramos unirnos en un proyecto que rescate a México de la desgracia en la que está inmerso, tendremos un presente y un futuro que nos enorgullecerá y que nos llevará al destino que este país merece.
Frente a esa realidad abrumadora, los dirigentes de Irlanda, durante la década de los 90, cambiaron radicalmente esa tragedia por un éxito nunca visto, alcanzando durante casi 20 años una tasa de crecimiento económico sobresaliente con un promedio de 7%; su desempleo cayó de 17% a 4%, y a partir de 2003 tiene el tercer nivel más alto de producto interno per cápita de la Unión Europea, por encima de Alemania, Francia e Inglaterra; su capacidad exportadora se multiplicó en forma geométrica, pasando de 12 mil millones de euros a 124 mil millones; su deuda pública se redujo de 113 millones de euros a 30 millones, y en este momento su ingreso per cápita es 400% mayor que el de México; y durante este año, en que sufrieron una considerable reducción en su Producto Interno Bruto, semejante al de pequeñas repúblicas de alta productividad, como Singapur, Taiwán y otras, cuyo mercado interno es difícil incrementarlo en momentos de crisis por su reducido número de habitantes, mientras el decremento del mercado externo las afectó momentáneamente, en lugar de subir impuestos ajustaron el gasto público e incrementaron la productividad, para así volver a remontar esa crisis de origen externo; mientras, Alemania sigue ese mismo ejemplo.
Durante estos 20 años de referencia, México nunca pudo obtener un promedio de más de 2.5% de crecimiento anual, a pesar de que tuvimos los ingresos petroleros más altos de nuestra historia; su ingreso per cápita se halla en el número 78 junto con Gabón, Botswana y Libia; ocupamos también uno de los últimos lugares de crecimiento en América Latina, mientras los índices de corrupción nos llevan a uno de los niveles más altos de desprestigio mundial, en tanto el número de pobres se incrementa a diario y el desempleo se eleva en forma galopante, en medio de una masacre de asesinatos y ejecuciones que no tienen paralelo.
Frente a estos contrastes tan descarnados, ¿qué fue lo que hicieron los irlandeses que nosotros no hemos podido lograr? Y la respuesta es muy sencilla:
1. Los índices de corrupción en la República de Irlanda son bajísimos, y de los nuestros mejor ni hablamos.
2. El gasto público en Irlanda es moderado y transparente, y en cambio nuestro ogro filantrópico no tiene límites en su voracidad, su corrupción y su ineptitud.
3. Irlanda le bajó los impuestos a las empresas y a los salarios menores, y le subió la tasa impositiva a quienes más ganan; nosotros estamos haciendo lo contrario.
4. En Irlanda todo mundo paga sus impuestos y la informalidad es prácticamente inexistente, mientras aquí promedia en más de 60% y en algunos rubros llega hasta 90%.
5. El proyecto educativo de Irlanda está basado en el incremento significativo en los resultados de la educación, mientras nosotros nos debatimos en los últimos lugares.
6. En Irlanda tal parece que los irlandeses aman a su país, mientras aquí permitimos que nuestros líderes se devoren el nuestro.
Ante esta realidad, hemos presentado en el Congreso una propuesta para unir a los mexicanos en una tarea insoslayable y urgente para reconstruir a nuestro país, sobre las bases de un proyecto de decencia y honestidad que le permita a la sociedad civil lo siguiente:
a) Auditar y castigar los abusos del poder público y privado, a través de una verdadera contraloría general de la nación independiente y manejada por la sociedad civil.
b) Que de inmediato se unan las fuerzas políticas y trabajen con el Poder Ejecutivo para plantear una reforma fiscal integral, bajo las normas del ejemplo de Irlanda, adaptadas a nuestras necesidades.
c) Que reformemos el sistema de seguridad y justicia para obligarlo a rendir cuentas, devolviéndole a las víctimas y a la sociedad el derecho a defenderse, que le ha sido arrebatado.
d) Crear un sistema alternativo de educación que vaya sustituyendo libremente y sin imposiciones el modelo que nos ha llevado al último lugar en la OCDE, y así generar la base fundamental del progreso y el crecimiento de nuestro país.
No cabe la menor duda de que si logramos unirnos en un proyecto que rescate a México de la desgracia en la que está inmerso, tendremos un presente y un futuro que nos enorgullecerá y que nos llevará al destino que este país merece.
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