El gobierno decidió liquidar Luz y Fuerza, con el argumento de que es muy caro el subsidio y después de crear un ambiente de linchamiento contra el sindicato por su supuesta corrupción y prácticas antidemocráticas. Las razones verdaderas son otras: lo que pretende el gobierno con el golpe de mano contra el SME es cambiar a su favor la correlación de fuerzas.
Después de su derrota electoral y por el temor a la inconformidad social que está provocando la crisis, el gobierno quiere dar una muestra de fuerza que entiendan todos: la izquierda, el movimiento social, el PRI, los sindicatos, el Congreso, los empresarios y los medios. La lógica es la misma que la que se dio cuando el quinazo en 1989: si se puede con el más, se puede con el menos. Si se derrota al sindicato más combativo, se podrá derrotar a cualquier otra fuerza.
La elección interna del SME fue sólo un pretexto. El gobierno no desea que avance la democracia sindical. Quienes han estudiado la vida sindical saben que el SME es un sindicato con mayor participación de los trabajadores que otras organizaciones. En el extremo, una nueva elección, con garantías ciudadanas para las partes, resolvería la disputa y establecería un ejemplo nacional.
El resto de los sindicatos tendrán que medirla. Aunque no comulgan con el SME, tendrán que calibrar cuáles pueden ser los efectos del escalamiento en sus disidencias internas.
El subsidio, el abasto suficiente de electricidad y la eficiencia de la empresa pública sí son asuntos importantes y que requieren atención, pero no explican por sí mismos la decisión tomada.
El bajo nivel de eficiencia de la empresa pública obedece a diversas causas: la principal fue que de tiempo atrás el gobierno decidió liquidar al organismo, más por razones políticas (alianza con el SUTERM y combate a la Tendencia Democrática aliada al SME) que de eficiencia. Desde entonces se dejó de invertir en su actualización tecnológica y modernización administrativa.
La dimensión del subsidio está asociada a diversas razones, desde quienes no pagan su luz hasta decisiones y registros contables que ha establecido el propio gobierno. Pero no es la falta de recursos lo que explica la decisión. Por una parte, nadie ha resultado más derrochador de los ingresos petroleros en el gasto corriente que los gobiernos panistas. Por la otra, con seguridad para el PEF 2010, costará mucho más cerrar la empresa y mejorar el servicio que haberla mantenido operando ese año.
La razón verdadera es política. Fue para cambiar la correlación de fuerzas. Ante ello sólo hay una decisión nacional: construir la unidad y presionar a favor del diálogo. Los electricistas del SME ya dieron el primer paso al unirse. La izquierda y el movimiento social deben estar a la altura. Con los demás, hay que abrir el diálogo, empezando por los otros sindicatos, el PRI, los medios y una parte del empresariado hoy amenazada por la crisis y el jaque fiscal. Sólo así se impedirá que el gobierno consolide su propósito.
Después de su derrota electoral y por el temor a la inconformidad social que está provocando la crisis, el gobierno quiere dar una muestra de fuerza que entiendan todos: la izquierda, el movimiento social, el PRI, los sindicatos, el Congreso, los empresarios y los medios. La lógica es la misma que la que se dio cuando el quinazo en 1989: si se puede con el más, se puede con el menos. Si se derrota al sindicato más combativo, se podrá derrotar a cualquier otra fuerza.
La elección interna del SME fue sólo un pretexto. El gobierno no desea que avance la democracia sindical. Quienes han estudiado la vida sindical saben que el SME es un sindicato con mayor participación de los trabajadores que otras organizaciones. En el extremo, una nueva elección, con garantías ciudadanas para las partes, resolvería la disputa y establecería un ejemplo nacional.
El resto de los sindicatos tendrán que medirla. Aunque no comulgan con el SME, tendrán que calibrar cuáles pueden ser los efectos del escalamiento en sus disidencias internas.
El subsidio, el abasto suficiente de electricidad y la eficiencia de la empresa pública sí son asuntos importantes y que requieren atención, pero no explican por sí mismos la decisión tomada.
El bajo nivel de eficiencia de la empresa pública obedece a diversas causas: la principal fue que de tiempo atrás el gobierno decidió liquidar al organismo, más por razones políticas (alianza con el SUTERM y combate a la Tendencia Democrática aliada al SME) que de eficiencia. Desde entonces se dejó de invertir en su actualización tecnológica y modernización administrativa.
La dimensión del subsidio está asociada a diversas razones, desde quienes no pagan su luz hasta decisiones y registros contables que ha establecido el propio gobierno. Pero no es la falta de recursos lo que explica la decisión. Por una parte, nadie ha resultado más derrochador de los ingresos petroleros en el gasto corriente que los gobiernos panistas. Por la otra, con seguridad para el PEF 2010, costará mucho más cerrar la empresa y mejorar el servicio que haberla mantenido operando ese año.
La razón verdadera es política. Fue para cambiar la correlación de fuerzas. Ante ello sólo hay una decisión nacional: construir la unidad y presionar a favor del diálogo. Los electricistas del SME ya dieron el primer paso al unirse. La izquierda y el movimiento social deben estar a la altura. Con los demás, hay que abrir el diálogo, empezando por los otros sindicatos, el PRI, los medios y una parte del empresariado hoy amenazada por la crisis y el jaque fiscal. Sólo así se impedirá que el gobierno consolide su propósito.
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