lunes, 12 de octubre de 2009

LUZ Y FUERZA DEL CENTRO

JAIME CÁRDENAS GRACIA

El decreto del ejecutivo de facto para la liquidación de Luz y Fuerza del Centro así como la negativa de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social para entregar la toma de nota al Sindicato Mexicano de Electricistas, son prueba evidente de la mano dura de Calderón y, de su alejamiento con cualquier base social del país. Calderón, como siempre lo hemos sabido, está en la presidencia de la República, no por voluntad de los ciudadanos sino por el deseo e intereses de los poderes fácticos.
Toda la obra política de Calderón ha sido la prueba de que gobierna para unos cuantos. Ha basado su acción política en el miedo, en la generación de terror a la sociedad. Infundir desesperanza y desasosiego, con cualquier personaje o acontecimiento: con Andrés Manuel López Obrador (un peligro para México), con el crimen organizado, con el narcotráfico, con el virus de la influenza, con los “privilegios” sindicales, con la crisis económica, con la pobreza. La política del miedo es por antonomasia opuesta a una política fundamentada en la libertad. Con Calderón, cada vez, estamos más cerca de la dictadura y más lejos de la democracia.
El atropello jurídico y político en contra de una empresa del Estado, como es Luz y Fuerza del Centro, y en contra del SME, es para continuar privatizando la industria eléctrica y las telecomunicaciones del país, para seguir afectando a la clase trabajadora y, para congraciarse con los empresarios e intereses que gobiernan este país. Los argumentos gubernamentales que acuden a la antidemocracia y a los privilegios del sindicato, constituyen pretextos inaceptables, tanto de forma como de fondo. De forma, porque si Calderón está interesado en regenerar la vida sindical tiene el camino de la iniciativa legal para proponerle al Congreso de la Unión la democracia interna, la transparencia en el manejo de cuotas y, la libertad sindical. De fondo, porque la critica a los privilegios del SME, representa un cuestionamiento de clase: en México sólo pueden tener privilegios los poderosos pero los trabajadores no tienen derecho a recibir beneficio alguno.
La lucha por la defensa de la empresa pública y por la autonomía sindical, serán en los próximos días, la lucha por la independencia de nuestro país, por la defensa de nuestros recursos naturales, y por los derechos de los trabajadores. Calderón acaba de dar un paso irreversible en su relación con la sociedad. En adelante, solo recibiremos la mano dura de un gobierno ilegítimo, autoritario, que desconoce los derechos fundamentales de la clase trabajadora.

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