De entre la selva de adjetivos, alcanzan a distinguirse tres perfiles del conflicto: el ataque de Felipe Calderón al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) es lógico pero contradictorio; la mayor parte de la izquierda lo interpreta como una declaración de guerra; y son evidentes las paradojas y limitaciones de las partes.En su discurso del domingo por la noche, Calderón parecía el fiscal que recitaba los errores y excesos de un peligroso asesino serial. Fue sólido su argumento sobre la urgencia de enfrentar la sangría causada por Luz y Fuerza (LyF) a las finanzas públicas, y cierto que el SME no podría presentarse en algún concurso de transparencia, eficiencia y honestidad. Sin embargo, fue mañosamente parcial que el Presidente callara la responsabilidad de la empresa y la hemorragia causada por los privilegios de la alta burocracia, los "regímenes especiales" que engordan las ganancias de los grandes empresarios y las arcas repletas de los sindicatos "amigos" del PAN y del PRI.A Calderón también le faltó un programa que ubicara la desaparición de la empresa como parte de una limpieza a fondo del mugrero gubernamental. El cortoplacismo del mensaje presidencial se advirtió en una flagrante contradicción: se comprometió a "corregir las ineficiencias y los gastos excesivos en el propio Gobierno", cuando líneas antes había anunciado una indemnización generosísima que carece de racionalidad económica y que sólo se comprende como parte de un esfuerzo por ahogar las protestas en dinero público.En el polo opuesto se encuentra el SME, un fiel espejo de nuestras izquierdas. Su historia confirma que, con algunas excepciones, cuando ocupan posiciones de poder no pueden o quieren impulsar prácticas modernizadoras que tomen en cuenta otros derechos. Hay tal "embrujo", tanto con los puestos como con los presupuestos, que se olvidan los principios y los programas. ¿Por qué será tan difícil conciliar el derecho de los trabajadores a buenos salarios y prestaciones, con el derecho de los usuarios a ser atendidos adecuadamente?El conflicto que vivimos demuestra lo anterior. Abundan los pronunciamientos descalificando a Calderón y el neoliberalismo y pidiendo solidaridad para el sindicato. En ninguno de esos textos, o en los comunicados del SME, se hace un reconocimiento al maltrato padecido por los consumidores. Según cifras de la Procuraduría Federal del Consumidor, entre el 2003 y septiembre del 2009, Luz y Fuerza del Centro siempre ha estado entre las cinco empresas que más violan los derechos del consumidor (los otros cuatro son Telmex y Telcel, Elektra y la Comisión Federal de Electricidad).Esto me lleva a establecer una similitud. Ni la izquierda tiene una propuesta que armonice diferentes derechos como parte de un programa de relación con una sociedad diversa, ni la derecha calderonista puede presumir de un plan integral de combate a la corrupción y los privilegios.El futuro del conflicto plantea interrogantes asociadas con la historia de los antagonistas. Es normal que reaparezcan las viejas heridas porque es añeja la fractura entre izquierda y derecha, y porque todavía son recientes las heridas causadas por el proceso electoral del 2006. Por otro lado, es clara la debilidad de ambos. El gobierno se lanzó contra el SME con otros frentes abiertos. Sus opciones serían reforzar o deteriorar, según lo que pase con las izquierdas.Al día de hoy no está claro si todas las dirigencias de las izquierdas movilizarán a sus bases sociales para respaldar a la élite sindical. Tampoco sabemos si los heterogéneos movimientos sociales del campo y la ciudad corresponderán a la solidaridad que siempre recibieron del SME. En la marcha de este jueves podremos medir el ánimo y las fuerzas. En tanto llega ese día, adelanto dos últimos comentarios: ojalá que se exorcice el reduccionismo que equipara a todas las izquierdas con Andrés Manuel López Obrador y que no olvidemos la geopolítica, porque los enfrentamientos tendrán como escenario la capital, un espacio geográfico dominado por la izquierda.Mientras tanto, el PRI observa y medita sobre qué hacer sentado en el sillón de los pragmáticos. Otro ingrediente para la incertidumbre sobre el futuro. No sé si estamos en los prolegómenos de una guerra abierta entre derecha e izquierda. Tengo claro que sería irresponsable no autocuestionarlo.La MisceláneaSiguen vivos los espacios para la reflexión. Este miércoles 14 de octubre a las 12 del día en El Colegio de México (Camino al Ajusco 20), Cuauhtémoc Cárdenas inicia el ciclo de conferencias: "¿A dónde va la izquierda?", organizado por la Asociación de Académicos Daniel Cosío Villegas. Continuará en las próximas semanas con las exposiciones de Jesús Ortega, Marcelo Ebrard, Porfirio Muñoz Ledo, Amalia García y Andrés Manuel López Obrador. Para mayores informes www.colmex.mxColaboraron Alberto Serdán Rosales y Laura Ruiz Castro.
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