martes, 15 de septiembre de 2009

ALTERNATIVAS EN TV

JAVIER CORRAL JURADO

El viernes, al acudir al foro Diversidad y pluralidad en los medios de comunicación, organizado por el Senado, la Amarc, la Amedi y la fundación Friedrich Ebert, me pronuncié por que el gobierno federal modifique la concesión de Telmex para que pueda ingresar al mercado de la tv a través de su propia red. Es una de las alternativas que el Presidente tiene para atajar, por un lado, la concentración duopólica de la tv, y por el otro, detonar un cambio en materia de competencia en telecomunicaciones e impulsar la producción independiente.
Mi declaración causó algo de polémica. Quiero explicarla. No es viraje ni declinación a mis posiciones sobre monopolios y sus precios abusivos; he venido estudiando la mejor manera en que esa apertura beneficie a la sociedad, y hubo una época en que estuve convencido de que Telmex y Televisa terminarían juntos en una alianza peligrosa para el país.
Sobre esta postura ha insistido de tiempo atrás Raúl Trejo Delarbre, nuevo presidente de la Amedi, con quien he discutido sobre las condiciones que habrían de imponerse al agente dominante en telefonía e internet si se le modifica su concesión para entrar a la tv.
No dudamos que Telmex tiene derecho, toda vez que la Cofeco opinó favorablemente sobre esa entrada al nuevo servicio en el Acuerdo de Convergencia. Donde no nos ponemos de acuerdo todos es en las condiciones que el Estado habría de imponerle por su carácter monopólico.
La Cofeco no encontró razón técnica para detener la competencia entre este tipo de prestadores de servicios hace cuatro años, pero señaló el cumplimiento de obligaciones específicas a Telmex para entrar a la tv restringida: la interconexión de las redes que asegure la interoperabilidad de éstas y la portabilidad de los números.
Algunos hemos sumado a esas condiciones el compromiso de estipular un determinado porcentaje de producción independiente dentro de la programación a transmitirse, con lo que los creadores, fundamentalmente el cine y el documental nacional, verían un impulso inusitado.
También el pago de una contraprestación. Varios se oponen, empezando por Telmex. Pero he insistido en ello porque al vender Telmex a finales de 1990, el gobierno vendió dos negocios: la telefonía local y de larga distancia nacional e internacional fija y una concesión de telefonía móvil nacional. La venta excluyó el negocio de tv y la posibilidad de que los dueños de Televisa pudieran comprar Telmex. De haberse vendido sin estas restricciones el precio habría sido mayor.
Obviamente, la condición más importante es la interconexión, porque es clave para la competencia entre operadores. Los incumbentes, como Telmex, carecen de incentivos para permitir la interconexión porque ésta da entrada a competidores. Ello ha motivado que las autoridades enfaticen en garantizar condiciones para la interconexión, pero Telmex y Telcel las rechazan.
Para hacer interoperables las redes es necesario garantizar el acceso a la “última milla”, que se conoce también como bucle local o acceso al usuario. Ésta conecta (alámbrica o inalámbricamente) al usuario con el primer equipo electrónico de conmutación o ruteo de las redes de telecomunicaciones. Es un recurso esencial, uno que los competidores no pueden duplicar.
Otra condición es el uso compartido de infraestructura. En las condiciones actuales de los mercados de capitales, para un entrante es casi imposible obtener financiamiento de largo plazo a tasas de interés razonables. Gran parte de la infraestructura tomó décadas en desarrollarse y puede ser utilizada por diversos operadores sin comprometer o poner en peligro alguno la operación de Telmex o de Telcel.
Estos temas debieran estar sobre la mesa entre el gobierno y Telmex. Se necesita una buena dosis de valor y de generosidad para convenir un esquema así. Sería una doble partida, y para el pueblo de México una doble ganancia.
En muchas personas subsiste la duda de si estas cosas realmente se harán, pero pienso que como están las cosas, el gobierno ha de tomar, entre otras, esta definición. No hay tiempo que perder: la definición esencial está colocada como agenda de modernización, sigue concretar acuerdos y desterrar miedos, tabúes, mitos. Alternativas hay.

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