miércoles, 23 de septiembre de 2009

ORGULLO CHILANGO

SERGIO AGUAYO QUESADA

En materia de derechos humanos, la capital se ha puesto a la vanguardia en México y América Latina; de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) depende que siga siendo así.

El centralismo agoniza, el federalismo florece y el país es un mural con sátrapas corruptos e islotes de buena relación entre gobernantes y gobernados. Si tomamos como indicador a los derechos humanos, es en verdad notable lo que ha sucedido en el Distrito Federal, en donde se sentaron las bases para que las políticas gubernamentales tengan como prioridad la dignidad humana. Nunca antes se había hecho algo así en América Latina.

La metodología consistió, primero, en hacer un Diagnóstico sobre el cual se construyó un Programa. Ambos ejercicios fueron el resultado del trabajo y el diálogo de especialistas, organismos civiles y las tres esferas del gobierno capitalino (en particular de Marcelo Ebrard). Los resultados se dejarán sentir en los próximos años porque el Programa incluye 2 mil 412 acciones concretas. De mantenerse el impulso, los funcionarios actuarán pensando en los derechos y la dignidad humana y frenarán la tentación, también humana, de abusar de su cargo.

Uno de los impulsores del Diagnóstico y del Programa ha sido la Comisión de Derechos Humanos del DF que, de esa manera, culmina la construcción de un modelo de organismo público de derechos humanos basado en el profesionalismo y el compromiso con autonomía y pluralidad. Emilio Álvarez Icaza rindió buenas cuentas en su último informe presentado este martes 22 de septiembre. ¿Sobrevivirá el proyecto su salida?

La Asamblea Legislativa del DF tiene hasta el 30 de septiembre para elegir al próximo titular de la Comisión. Una forma de abordarlo es someter nombres a la exaltación o el escarnio público. Otra, mejor, es poner como marco un perfil de lo ideal. Con este último criterio, la Asamblea deberá elegir a una persona capaz de mantener y superar lo alcanzado. Un primer criterio es tomar como referentes los Principios de París, que incluyen los criterios que debe reunir un ombudsman: autonomía, respeto a la pluralidad y compromiso con la transparencia y la rendición de cuentas.

Es igualmente necesario que el o la elegida esté en sintonía con una entidad que pese a su diversidad y conflictividad, ha decidido democráticamente respetar la diversidad sexual, la interrupción legal del embarazo, la equidad de género y las necesidades de los discapacitados. Sigue entonces que quien dirija a la Comisión deberá ser capaz de relacionarse con todas las corrientes políticas y con una sociedad civil activa y nutrida.

La democracia es brutal porque somete a los egos a un escrutinio público que, en no pocas ocasiones, se ejerce con mala leche y que, para apoyar al favorito, denosta a los adversarios. Hay 24 aspirantes al cargo y al revisar la lista me parece que los mejores aspirantes son, por orden alfabético, Mariclaire Acosta, Patricia Colchero, Edgar Cortés, Vinicio Gallardo, Luis González Placencia, Gerardo Sauri y Ernesto Villanueva. Cada uno de ellos tiene trayectoria, conocimientos y legitimidad.

Aunque es difícil elegir, considero que es el momento para que una mujer ocupe el cargo. Mariclaire y Patricia tienen, de entrada, la trayectoria, la fibra ética y los conocimientos para preservar y mejorar el modelo capitalino. Una sensibilidad femenina permitiría, por otro lado, consolidar los avances ya logrados en la atención a la mujer por las políticas seguidas en la capital durante los últimos años. Pero la razón principal tras mi propuesta tiene que ver con la ofensiva conservadora en contra del derecho de la mujer a decidir la interrupción el embarazo. Como pintan las cosas, en ese terreno, el DF se quedará bien solo y sería mejor que tuviéramos a una mujer para abanderar esa lucha. El arte de gobernar supone elegir a la persona adecuada para el hoy... y para el pasado mañana.

Es igualmente importante la forma como los asambleístas tomen la decisión. Hasta ahora, ha sido notable la transparencia y escrúpulo con el cual se han conducido; en ese terreno, al menos, el Legislativo capitalino ha estado a la altura de una ciudad que ha encabezado la transición pacífica a la democracia y que, de mantener el paso, puede convertirse en un referente mundial como los "presupuestos participativos" de Brasil o los informes participativos del "Estado de la Nación" de Costa Rica.

Es importante que la Asamblea siga poniendo el ejemplo porque el Senado de la República elegirá en octubre al sucesor de José Luis Soberanes en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. México ha padecido, durante una década, a una CNDH que es un paradigma de un organismo caro y opaco cuyo virtuosismo sólo aparece a la hora de atender a los poderosos y que con demasiada frecuencia se desentiende de las víctimas.

De la Asamblea Legislativa esperamos que preserve este ejercicio inédito y ejemplar de construcción de civilidad que por ahora es un legítimo motivo de orgullo chilango.

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