Cuando Lázaro Cárdenas largó a Plutarco Elías Calles del país se hablaba de golpes de Estado, de un nuevo baño de sangre, del estallido de otra revolución y, sin embargo, cuando Calles fue desterrado no pasó nada, absolutamente nada.
Se busca, se busca a un mexicano innovador, valiente, visionario, con la visión propia de un estadista del siglo XXI. Se busca a un mexicano capaz de desmantelar el aparato callista y el priista que tanto daño han ocasionado y ocasionan a México. Se busca a un mexicano que finalmente intente resolver los problemas del presente con la mirada clavada en el futuro; un mexicano de excepción que haya superado los traumatismos históricos, los complejos inherentes al mestizaje y haya comprendido las consecuencias de una religión administrada por usureros y comerciantes; un mexicano que vea en la educación ineficiente y catastrófica el origen de todos nuestros males.
Se busca a un mexicano que libere al país de sus secuestradores tan corruptos como inmisericordes. Un mexicano que se atreva a desmantelar talentosamente el sindicato de petroleros, el de maestros, el de electricistas, así como otros tantos más. Una cáfila de bandidos que sujeta a México de la garganta extrayéndole, como si fuera una gigantesca sanguijuela, lo mejor de su sangre, mientras la inmensa mayoría de los mexicanos tienen que soportar las extorsiones, los robos y las amenazas de estas pandillas dispuestas a unirse en contra de la patria si un mexicano de excepción llegara a atentar en contra de sus fueros y privilegios.
Cuando Lázaro Cárdenas largó a Plutarco Elías Calles del país se hablaba de golpes de Estado, de un nuevo baño de sangre, del estallido de otra revolución y, sin embargo, cuando Calles fue desterrado no pasó nada, absolutamente nada. Cuando se dijo que si Salinas de Gortari atentaba en contra del sindicato de petroleros o el de maestros se produciría una nueva guerra civil, se paralizaría el país, cuando decapitó ambos sindicatos tampoco aconteció nada, absolutamente nada. De modo que se busca a un mexicano que pueda liberar a la patria de sus secuestradores.
Se busca a un mexicano que se atreva a enfrentarse a los gigantescos monopolios privados mexicanos, que logre imponer una competencia justa sin que se esquilme económicamente a la nación. Un mexicano que abra los mercados, que cree oportunidades y empleos sin complejo alguno a la hora de discutir tratados internacionales comerciales con grandes potencias o enormes bloques empresariales extranjeros. Se busca a un mexicano que logre atacar frontalmente el problema de la corrupción, desde el momento en que el costo de la putrefacción nacional se traduce en la cancelación de cientos de miles de millones de dólares, que no anidan en nuestro país por la falta de solvencia jurídica en las instituciones encargadas de la administración de justicia. ¿Quién invierte en un país en el que no se respetan las reglas del juego y el Estado de derecho no es más que un conjunto de palabras huecas para decorar el discurso político?
Se busca a un mexicano que ejecute la reforma petrolera de la que se podían desprender 600 mil millones de dólares para nuestro país en tan sólo ocho años. Se busca a un mexicano que abra los casinos a lo largo y ancho de la República, como ya existen en más de 100 países, y que provoque una derrama de más de 12 mil millones de dólares de inversión en el sector turístico. Se busca a un mexicano que abra la industria eléctrica y capte miles y más miles de millones de dólares para modernizar dicho sector y se evite el subsidio, mejor dicho, el desperdicio, de más de 50 mil millones de pesos para financiar la ineficiencia y el dispendio.
Se busca a un mexicano que derogue subsidios monstruosos como el de la gasolina que importa 200 mil millones de pesos anuales. Un mexicano que reestructure valientemente el Presupuesto Federal de Egresos acabando, en los hechos, con la economía ficción. Un mexicano que eleve a 23% el IVA para poder suprimir los impuestos a las nóminas, facilitando la contratación de mano de obra y la creación de cuentas en las afores para impulsar el ahorro público, sobre la base de cuidar a los desposeídos con los excedentes que se obtendrían de dicha recaudación. Un mexicano que elimine la economía informal de modo que todos los mexicanos cooperemos al financiamiento del gasto público. Un mexicano que amplíe la base de los contribuyentes y meta en cintura a las grandes empresas que pagan cantidades insignificantes de impuestos recurriendo a mecanismos extralegales para exhibir la ausencia de principios nacionalistas de sus directivos.
Se busca a un mexicano que practique una revolución educativa en alianza con una sociedad comprometida con el futuro de sus hijos y del país. Un mexicano que promulgue la reelección inmediata de legisladores y suprima los subsidios irracionales a las campañas electorales y evite el gasto exorbitado del IFE y del TEPJF... Se busca a un mexicano preocupado por las condiciones ambientales que comprenda la importancia de la desertificación del país en casi 80%, de donde deviene, entre otras razones, la alarmante falta de agua, el primer problema de la nación.
Se busca, se busca, se busca…
Se busca, se busca a un mexicano innovador, valiente, visionario, con la visión propia de un estadista del siglo XXI. Se busca a un mexicano capaz de desmantelar el aparato callista y el priista que tanto daño han ocasionado y ocasionan a México. Se busca a un mexicano que finalmente intente resolver los problemas del presente con la mirada clavada en el futuro; un mexicano de excepción que haya superado los traumatismos históricos, los complejos inherentes al mestizaje y haya comprendido las consecuencias de una religión administrada por usureros y comerciantes; un mexicano que vea en la educación ineficiente y catastrófica el origen de todos nuestros males.
Se busca a un mexicano que libere al país de sus secuestradores tan corruptos como inmisericordes. Un mexicano que se atreva a desmantelar talentosamente el sindicato de petroleros, el de maestros, el de electricistas, así como otros tantos más. Una cáfila de bandidos que sujeta a México de la garganta extrayéndole, como si fuera una gigantesca sanguijuela, lo mejor de su sangre, mientras la inmensa mayoría de los mexicanos tienen que soportar las extorsiones, los robos y las amenazas de estas pandillas dispuestas a unirse en contra de la patria si un mexicano de excepción llegara a atentar en contra de sus fueros y privilegios.
Cuando Lázaro Cárdenas largó a Plutarco Elías Calles del país se hablaba de golpes de Estado, de un nuevo baño de sangre, del estallido de otra revolución y, sin embargo, cuando Calles fue desterrado no pasó nada, absolutamente nada. Cuando se dijo que si Salinas de Gortari atentaba en contra del sindicato de petroleros o el de maestros se produciría una nueva guerra civil, se paralizaría el país, cuando decapitó ambos sindicatos tampoco aconteció nada, absolutamente nada. De modo que se busca a un mexicano que pueda liberar a la patria de sus secuestradores.
Se busca a un mexicano que se atreva a enfrentarse a los gigantescos monopolios privados mexicanos, que logre imponer una competencia justa sin que se esquilme económicamente a la nación. Un mexicano que abra los mercados, que cree oportunidades y empleos sin complejo alguno a la hora de discutir tratados internacionales comerciales con grandes potencias o enormes bloques empresariales extranjeros. Se busca a un mexicano que logre atacar frontalmente el problema de la corrupción, desde el momento en que el costo de la putrefacción nacional se traduce en la cancelación de cientos de miles de millones de dólares, que no anidan en nuestro país por la falta de solvencia jurídica en las instituciones encargadas de la administración de justicia. ¿Quién invierte en un país en el que no se respetan las reglas del juego y el Estado de derecho no es más que un conjunto de palabras huecas para decorar el discurso político?
Se busca a un mexicano que ejecute la reforma petrolera de la que se podían desprender 600 mil millones de dólares para nuestro país en tan sólo ocho años. Se busca a un mexicano que abra los casinos a lo largo y ancho de la República, como ya existen en más de 100 países, y que provoque una derrama de más de 12 mil millones de dólares de inversión en el sector turístico. Se busca a un mexicano que abra la industria eléctrica y capte miles y más miles de millones de dólares para modernizar dicho sector y se evite el subsidio, mejor dicho, el desperdicio, de más de 50 mil millones de pesos para financiar la ineficiencia y el dispendio.
Se busca a un mexicano que derogue subsidios monstruosos como el de la gasolina que importa 200 mil millones de pesos anuales. Un mexicano que reestructure valientemente el Presupuesto Federal de Egresos acabando, en los hechos, con la economía ficción. Un mexicano que eleve a 23% el IVA para poder suprimir los impuestos a las nóminas, facilitando la contratación de mano de obra y la creación de cuentas en las afores para impulsar el ahorro público, sobre la base de cuidar a los desposeídos con los excedentes que se obtendrían de dicha recaudación. Un mexicano que elimine la economía informal de modo que todos los mexicanos cooperemos al financiamiento del gasto público. Un mexicano que amplíe la base de los contribuyentes y meta en cintura a las grandes empresas que pagan cantidades insignificantes de impuestos recurriendo a mecanismos extralegales para exhibir la ausencia de principios nacionalistas de sus directivos.
Se busca a un mexicano que practique una revolución educativa en alianza con una sociedad comprometida con el futuro de sus hijos y del país. Un mexicano que promulgue la reelección inmediata de legisladores y suprima los subsidios irracionales a las campañas electorales y evite el gasto exorbitado del IFE y del TEPJF... Se busca a un mexicano preocupado por las condiciones ambientales que comprenda la importancia de la desertificación del país en casi 80%, de donde deviene, entre otras razones, la alarmante falta de agua, el primer problema de la nación.
Se busca, se busca, se busca…
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