En medio del desastre, el Congreso de la Unión definirá el presupuesto y la política fiscal, instrumentos fundamentales para evitar el colapso. Lo hace en una coyuntura postelectoral en la que el PRI obtuvo una virtual mayoría en la Cámara de Diputados; se espera un cambio, ¿será? El Senado y el Ejecutivo permanecen igual. Las elecciones que dieron este resultado han sido analizadas con diferentes apreciaciones, sus efectos empezarán a concretarse con costos y beneficios para los partidos.
A nivel mundial la crisis ha afectado a la mayoría de países, generalmente con daños sociales e impactos electorales. Analizar los resultados es útil, las elecciones arrojan interesantes lecciones. Veamos a Alemania, cuarta potencia mundial, cuyas elecciones recientes repercutirán globalmente con importantes enseñanzas.
Alemania fue gobernada durante los últimos cuatro años por una llamada “gran coalición” integrada por los dos partidos más grandes, el Demócrata Cristiano encabezado por Angela Merkel, CDU, y el Socialdemócrata dirigido por F.W. Steinmeier, adversarios históricos, unidos para gobernar en una asociación con plataformas antagónicas. Merkel ganó en 2005 con una propuesta de derecha neoliberal —desregulación del mercado laboral, baja de impuestos y privilegios para el empresariado— aunque se ostentaba como centrista, rechazando acusaciones de neoliberal a las que se decía temía como el diablo al agua bendita. En todo caso, su alianza con los socialdemócratas la mantuvo en la contradicción.
Por su parte, el Partido Socialdemócrata cogobernante con la derecha cristiana colaboró en decisiones contrarias a su plataforma. Así, perdió sus bases electorales, su razón de ser preservada durante 100 años de historia; perdió su perfil ideológico al diluir sus ideas fuerza, como la función del Estado, guardián del equilibrio social. Esto permitió el fortalecimiento de un movimiento de izquierda (der linke) proveniente de la Alemania del este, impulsado por Oscar Lafontaine en la otra Alemania, dirigente carismático que abandonó a los socialdemócratas por sus decisiones contrarias al Estado de bienestar alemán. La socialdemocracia se desploma y pese a su prestigio histórico queda a sólo poco menos de dos puntos de la izquierda ascendente. Obtiene el peor resultado desde la fundación de Alemania.
Gana Merkel también con una votación decreciente, pero gracias al Partido Liberal de derecha pro empresarial que logró votación suficiente para darle la mayoría a la democracia cristiana, coaligándose, permitiéndole desembarazarse de su alianza con la socialdemocracia y lograr lo que se llamó un matrimonio a la derecha. La socialdemocracia ya no es útil, queda descabezada en una crisis interna que hace peligrar su misma subsistencia. Culminó así una campaña sin definiciones producto de la alianza contra natura.
Ejemplo aleccionador. Recordemos a Beatriz Paredes ubicando demagógicamente al PRI en la socialdemocracia, para disimular su “gran alianza” con la derecha, el PAN. Como en Alemania, esa “alianza” llevó a una campaña sin definiciones favorecedora del statu quo de derecha. El PRI ha perdido su perfil ideológico en esta situación, como la socialdemocracia alemana, cuyo derrumbe es aleccionador.
Ahora que el PRI, con su mayoría en la Cámara de Diputados, puede lograr resultados importantes: la recuperación de la función equilibradora del Estado, superar el déficit fiscal, recuperar los servicios sociales degradados, no vaya a seguir el camino de la socialdemocracia alemana y sea desechado por su base y en consecuencia por los intereses económicos como en 2006. Éstos aspiran a una derecha servil, sin estorbos, y en el PRI muchos aún recuerdan su historia.
A nivel mundial la crisis ha afectado a la mayoría de países, generalmente con daños sociales e impactos electorales. Analizar los resultados es útil, las elecciones arrojan interesantes lecciones. Veamos a Alemania, cuarta potencia mundial, cuyas elecciones recientes repercutirán globalmente con importantes enseñanzas.
Alemania fue gobernada durante los últimos cuatro años por una llamada “gran coalición” integrada por los dos partidos más grandes, el Demócrata Cristiano encabezado por Angela Merkel, CDU, y el Socialdemócrata dirigido por F.W. Steinmeier, adversarios históricos, unidos para gobernar en una asociación con plataformas antagónicas. Merkel ganó en 2005 con una propuesta de derecha neoliberal —desregulación del mercado laboral, baja de impuestos y privilegios para el empresariado— aunque se ostentaba como centrista, rechazando acusaciones de neoliberal a las que se decía temía como el diablo al agua bendita. En todo caso, su alianza con los socialdemócratas la mantuvo en la contradicción.
Por su parte, el Partido Socialdemócrata cogobernante con la derecha cristiana colaboró en decisiones contrarias a su plataforma. Así, perdió sus bases electorales, su razón de ser preservada durante 100 años de historia; perdió su perfil ideológico al diluir sus ideas fuerza, como la función del Estado, guardián del equilibrio social. Esto permitió el fortalecimiento de un movimiento de izquierda (der linke) proveniente de la Alemania del este, impulsado por Oscar Lafontaine en la otra Alemania, dirigente carismático que abandonó a los socialdemócratas por sus decisiones contrarias al Estado de bienestar alemán. La socialdemocracia se desploma y pese a su prestigio histórico queda a sólo poco menos de dos puntos de la izquierda ascendente. Obtiene el peor resultado desde la fundación de Alemania.
Gana Merkel también con una votación decreciente, pero gracias al Partido Liberal de derecha pro empresarial que logró votación suficiente para darle la mayoría a la democracia cristiana, coaligándose, permitiéndole desembarazarse de su alianza con la socialdemocracia y lograr lo que se llamó un matrimonio a la derecha. La socialdemocracia ya no es útil, queda descabezada en una crisis interna que hace peligrar su misma subsistencia. Culminó así una campaña sin definiciones producto de la alianza contra natura.
Ejemplo aleccionador. Recordemos a Beatriz Paredes ubicando demagógicamente al PRI en la socialdemocracia, para disimular su “gran alianza” con la derecha, el PAN. Como en Alemania, esa “alianza” llevó a una campaña sin definiciones favorecedora del statu quo de derecha. El PRI ha perdido su perfil ideológico en esta situación, como la socialdemocracia alemana, cuyo derrumbe es aleccionador.
Ahora que el PRI, con su mayoría en la Cámara de Diputados, puede lograr resultados importantes: la recuperación de la función equilibradora del Estado, superar el déficit fiscal, recuperar los servicios sociales degradados, no vaya a seguir el camino de la socialdemocracia alemana y sea desechado por su base y en consecuencia por los intereses económicos como en 2006. Éstos aspiran a una derecha servil, sin estorbos, y en el PRI muchos aún recuerdan su historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario