La licitación 21, en la que se adjudicó a precio de ganga a la sociedad Televisa-Nextel, 30 mhz del espectro radio eléctrico para servicios de telefonía celular, da cuenta del fracaso de la política de tres “C” (cobertura, convergencia y competencia) que anunció el Presidente al inicio de su gobierno y que, hace un año, relanzó con motivo de su tercer informe, en el que convocó a buscar los cambios de fondo. Varios, ingenuamente, como fue mi caso, creímos que se estaba dando una rectificación tras los duros, como aleccionadores resultados de las elecciones del 2009. Se quiere tapar el sol con un dedo, como si en la conciencia nacional no hubiere la mínima memoria de la vergonzosa historia que está detrás de esta decisión que se originó en la necesidad del gobierno de volver a pactar con Televisa su amor, y el odio obsesivo de la CFC hacia Telmex, más empeñada en crearle a éste un competidor que en regular la competencia, siguió con el diseño a modo de las bases de licitación para asegurarle a Televisa su entrada como único nuevo jugador, sin escenario posible de puja, y la redondeó la propia empresa al introducir en la Cámara de Diputados —a través de legisladores priístas— una iniciativa de estímulo fiscal para ahorrarse dos años en el pago de derechos, absurdo que fue aprobado por el Congreso a gestión directa del secretario de Comunicaciones, quien, a nombre del Presidente, pidió el voto a los senadores panistas. Ya echada a andar la licitación, la Cofeco estableció barreras de entrada, entre ellas, al autorizar alianzas, pues no se favoreció la competencia; por el contrario, se disminuyó la posibilidad de que al menos hubiera dos competidores por el bloque de 30 MHz, en el que, finalmente, las dos empresas interesadas se unieron para obtener el espectro licitado. Por eso a mí ya no me la pega Pérez Mota, porque resulta contradictorio que la autoridad antimonopolios declare que la intencionalidad de las licitaciones no es recaudatoria, sino que se trata de fomentar la competencia, cuando fue él quien autorizó la alianza Televisa-Nextel en lugar de dejar que ambas empresas pujaran por la asignación. El momento de mayor cinismo fue cuando se hizo claro que en el bloque de 30 MHz dedicado a nuevos competidores, no habría puja alguna, pues la única propuesta era la de la alianza Televisa-Nextel. Era de obligada conducta en el ejercicio público introducir una “regla de igualación de precio” a efecto de que el precio final por MHz para nuevos incumbentes se sujetara al precio final resultante de las pujas en los otros bloques. De esta manera, además de asegurar las mejores condiciones para el Estado, se habría asegurado equidad en el proceso. Pero la decisión de quién iba a ganar el segmento de 30 MHz nacionales y cuánto el monto a pagar de entrada, estaba determinada desde antes que empezara la ahora famosa licitación que en el caso de Televisa-Nextel, no tuvo subasta. Ese es el tamaño de la simulación que quieren envolver en el discurso de la competencia, cuando lo que hacen es reforzar el acaparamiento de espectro en manos de Televisa. Es una nueva claudicación. Y este hecho retrata la decadencia del régimen y el agotamiento de su clase política, tan a merced del manejo mediático, precisamente por su falta de valor, por la ausencia de ideas y propuestas relevantes, por sus faltas bien acreditadas en el cumplimiento de sus responsabilidades, todo lo cual necesita del disimulo o protección de los medios de comunicación electrónica. Confiados en el entramado de intereses que ya cruzan a buena parte de los medios impresos con los medios electrónicos —particularmente con Televisa—, la SCT apuesta al desdén informativo y a la ausencia de una discusión técnica profunda sobre el tema. No lo conseguirán porque habemos muchos mexicanos que, además de promover e impulsar leyes a favor de una auténtica competencia en las telecomunicaciones y los medios de comunicación, no estamos dispuestos a hacernos de la vista gorda ante estos multimillonarios negocios que se operan en las altas cúpulas del poder al mismo tiempo que se llama a la población a resistir la angustia y la zozobra del clima de violencia e inseguridad en nombre del Estado de derecho y del combate a la delincuencia. Congruencia, señores
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