En su discurso de bienvenida a los alumnos de nuevo ingreso a la Universidad el rector José Narro Robles les dijo que "las gestas revolucionarias están incompletas, pues en amplios sectores de la población persisten condiciones de pobreza y exclusión". Palabras reveladoras de gran parte de lo que sucede en México, pronunciadas en la más importante Universidad de México al conmemorar la nación el bicentenario de su Independencia, el centenario de la Revolución y el del nacimiento de la Universidad moderna a pocas semanas del estallido social de 1910 y bajo el patrocinio e inspiración de uno de los grandes de México, Justo Sierra. Al respecto escribe Raúl Carrancá y Trujillo, "una mañana luminosa, la mañana del 22 de septiembre de 1910, el prócer Ministro educador, el Maestro don Justo Sierra -medalla de perfil patricio con que decora espiritualmente sus blasones la escuela mexicana-, en el acto en que renació nuestra alma mater habló así: "No será la Universidad una persona destinada a no separar los ojos del telescopio o del microscopio, aunque en torno a ella una nación se desorganice; no la sorprenderá la toma de Constantinopla discutiendo sobre la naturaleza de la luz del Tabor. La imagino así: un grupo de estudiantes de todas las edades sumadas en una sola, la edad de la plena aptitud intelectual, formando una personalidad real a fuerza de solidaridad y de conciencia de su misión, y que, recurriendo a toda fuente de cultura, brote de donde brotare, con tal que la linfa sea pura y diáfana, se propusiera adquirir los medios de nacionalizar la ciencia, de mexicanizar el saber... Nosotros decimos: sois un grupo de perpetua selección dentro de la substancia popular y tenéis encomendada la realización de un ideal político y social que se resume así: democracia y libertad". Y agrega Carrancá y Trujillo: "No todo era en el panorama nacional resplandor del espíritu; también resplandecía, pronta a devorarlo todo con su fuego vengador, la hoguera de la pasión, atizada por la miseria, la enfermedad, la ignorancia, la injusticia, de que era víctima el pueblo de México. El orden y la paz porfirianos se sustentaban en la mixtificación de la Reforma juarista, en la burla de la democracia, en la corrupción de la justicia en favor de los intereses más poderosos, en la desigualdad social en perjuicio del débil y privilegio del económicamente fuerte" (Momentos Estelares de la Universidad Mexicana, discurso pronunciado el día 8 de marzo de 1951 en la ceremonia de inauguración de cursos universitarios, Imprenta Universitaria, 9 de abril de 1951).¿Han cambiado esas condiciones? Tiene razón el rector Narro Robles, "las gestas revolucionarias están incompletas". Por eso debemos salir del espacio de discusión exclusiva sobre la naturaleza de la luz del Tabor; por eso debemos luchar para la realización del ideal político y social de democracia y libertad. Celebra la República, muy a la manera del gobierno federal, el centenario de la Revolución. Sin embargo la Revolución, el contenido ideológico de sus gestas, sus ideales, su concentración política y jurídica en la Constitución de 1917, han encontrado un cauce orientador y regulador en la Universidad que refundó don Justo Sierra. ¿Y a quién le corresponde realizar la idea y el ideal revolucionarios en el México angustiado y angustioso de nuestros días? El rector lo ha dicho, a la Universidad. ¿Qué mejor modo de conmemorar el centenario conjunto? Pero el ideario de la Revolución y la Universidad coinciden hoy en el imperativo de hacer efectivas la democracia y la libertad. ¿Cómo? Con la justicia en todos sus aspectos: la de las leyes, la de los tribunales que la imparten, la del grupo social que la reclama. Y no hablo así porque yo sea abogado pero las constantes fallas y deterioros en nuestra democracia implican una ruptura en el ejercicio de la justicia y del Derecho. Por ejemplo, los políticos se quejan de la que llaman "judicialización de los procesos electorales", es decir, de que éstos concluyan en los tribunales, lo que les parece denigrante y perjudicial. ¿Meter la justicia en la política? Pero yo me pregunto qué se debe hacer cuando el trabajo político pone al descubierto maniobras inmorales, arreglos o transacciones censurables. El que lo político llegue a los tribunales es la consecuencia de que no se realizó correctamente; en una palabra, de que no fue justo. Muchas lamentables imperfecciones en la democracia mexicana hallan su origen en el hecho de que los actores políticos desconocen, desdeñan, pasan por alto, las reglas elementales de la buena política, las que son coincidentes con la justicia. Por lo tanto, antes que lamentarse de la presencia de los tribunales en los asuntos políticos habría que empeñarse en forjar una democracia justa. ¿Y en el mismo orden de ideas no es cierto acaso que la libertad es cotidianamente maltratada?En suma, la Universidad Nacional Autónoma de México puede y debe conmemorar su centenario y el de la Revolución contribuyendo con su sentido crítico, con su análisis razonado, con sus aportaciones en las aulas, en los centros de investigación y difusión de cultura, al robustecimiento de los ideales democráticos y de libertad del pueblo de México. En especial con su sentido crítico, con su afán persistente de agitar y despertar conciencias. El universitario auténtico habla sin compromisos serviles, sólo comprometido con la verdad. Ésta es nuestra revolución intelectual con la que buscamos hacer efectivos los ideales de la Revolución Mexicana de 1910 plasmados en la Constitución de 1917.
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