El Canal 11, XEIPN, del Politécnico, fue secuestrado por el Presidente mediante Gobernación para fines ajenos a los asignados por su Ley Orgánica. Avance en la utilización de las televisoras para manipulación.
El Art. 32 de la Ley Orgánica estipula que el Canal tiene como “función sustancial (...) difundir y defender la cultura nacional, la historia, la tradición, las costumbres y nuestra idiosincrasia respecto del extranjero”. El Reglamento asigna actividades precisas: educación, elevación del nivel cultural de la población, difusión de valores culturales, científicos, humanísticos y sociales. Canal Once es por sus fines estratégico para México.
Su conversión en instrumento político del Ejecutivo ha sido truculenta. Inicia con la desnaturalización de su programación. El secretario de Educación nombra al director del Canal, fiel a los intereses del Ejecutivo, y ha deformado sus objetivos, convirtiéndolo en caricatura de Televisa. Su página de internet exhibe la programación de series extranjeras, frivolidades, carencia de cultura, valores científicos y de “nuestra idiosincrasia”.
El director obligado a apoyarse en un Consejo Asesor que no integran, debe presentar al director de IPN la programación apegada a “los modelos educativos y de integración social”, por tanto los directores del Instituto son responsables de la degradación programática. Eliminan el logo del IPN, cambian el nombre, y la mitad de su promoción son apoyos al presidente Calderón. Desnaturalizada la programación, puede ya ser utilizada para fines políticos, comerciales, privados.
El segundo paso del despojo es la firma de un convenio del IPN y un singular organismo de Gobernación, denominado Promotor de Medios Audiovisuales. El Politécnico compromete: poner a disposición del OPMA toda su programación para retransmitirla en frecuencias de cobertura propiedad de OPMA; a entregar la programación “en tiempo y forma”, enviar mensualmente la programación. OPMA se apodera gratuitamente de la programación del Canal, talento, capacidad técnica, intelectual, para retransmitirla conforme a fines ajenos al IPN. Casualmente, el presupuesto raquítico del Canal se duplica, recibe una asignación de 466 millones de pesos que usufructuara OPMA de Gobernación.
OPMA, creado para generar y distribuir contenidos audiovisuales, informar sobre acciones gubernamentales, cuenta con permisos recientes para operar estaciones de televisión de interés público. El convenio le da instrumentos de control y omite los objetivos sustanciales educativos del Canal.
El despojo culmina en una ceremonia de “Ampliación de la cobertura de Once TV México”, evento de claudicaciones y mentiras. Calderón anuncia: el Canal amplía su cobertura, pasa de 28% de telespectadores a 45%; se fortalece “no sólo al Canal Once, sino a la televisión pública”. México necesita televisión del conocimiento, producciones de Estado, televisión científica y tecnológica, para eso, “se fortalece al Politécnico y su Canal al pasar de una televisión que no es sólo del Politécnico sino de México”, “televisión de Estado”.
Mentira, no fortalece al Canal, la ampliación de cobertura se da en estaciones de Gobernación, no se las concesionan al Politécnico. Calderón le cambia de nombre: Once TV México, no del IPN, le llama televisión de Estado siendo de un organismo educativo y cultural, cuyos fines se pierden; pierde México.
La directora del IPN agradece el honor de tener al imaginativo Presidente: la televisión es para formar individuos reflexivos, la programación del Once “es para todos”. Enciendan y comprueben. Comprobamos la ausencia cultural. Presume: “portamos en el pecho el escudo del Poli y en la espalda el del Canal Once” aunque el escudo del Canal ya no tenga el escudo del Poli.
Hasta dónde llegará el Presidente atropellando leyes e instituciones. Repudia la televisión pública, venera a la privada que ya está a la expectativa, algo les habrá prometido para tranquilizarlos so pena de recibir nuevos regaños de Televisa.
El Art. 32 de la Ley Orgánica estipula que el Canal tiene como “función sustancial (...) difundir y defender la cultura nacional, la historia, la tradición, las costumbres y nuestra idiosincrasia respecto del extranjero”. El Reglamento asigna actividades precisas: educación, elevación del nivel cultural de la población, difusión de valores culturales, científicos, humanísticos y sociales. Canal Once es por sus fines estratégico para México.
Su conversión en instrumento político del Ejecutivo ha sido truculenta. Inicia con la desnaturalización de su programación. El secretario de Educación nombra al director del Canal, fiel a los intereses del Ejecutivo, y ha deformado sus objetivos, convirtiéndolo en caricatura de Televisa. Su página de internet exhibe la programación de series extranjeras, frivolidades, carencia de cultura, valores científicos y de “nuestra idiosincrasia”.
El director obligado a apoyarse en un Consejo Asesor que no integran, debe presentar al director de IPN la programación apegada a “los modelos educativos y de integración social”, por tanto los directores del Instituto son responsables de la degradación programática. Eliminan el logo del IPN, cambian el nombre, y la mitad de su promoción son apoyos al presidente Calderón. Desnaturalizada la programación, puede ya ser utilizada para fines políticos, comerciales, privados.
El segundo paso del despojo es la firma de un convenio del IPN y un singular organismo de Gobernación, denominado Promotor de Medios Audiovisuales. El Politécnico compromete: poner a disposición del OPMA toda su programación para retransmitirla en frecuencias de cobertura propiedad de OPMA; a entregar la programación “en tiempo y forma”, enviar mensualmente la programación. OPMA se apodera gratuitamente de la programación del Canal, talento, capacidad técnica, intelectual, para retransmitirla conforme a fines ajenos al IPN. Casualmente, el presupuesto raquítico del Canal se duplica, recibe una asignación de 466 millones de pesos que usufructuara OPMA de Gobernación.
OPMA, creado para generar y distribuir contenidos audiovisuales, informar sobre acciones gubernamentales, cuenta con permisos recientes para operar estaciones de televisión de interés público. El convenio le da instrumentos de control y omite los objetivos sustanciales educativos del Canal.
El despojo culmina en una ceremonia de “Ampliación de la cobertura de Once TV México”, evento de claudicaciones y mentiras. Calderón anuncia: el Canal amplía su cobertura, pasa de 28% de telespectadores a 45%; se fortalece “no sólo al Canal Once, sino a la televisión pública”. México necesita televisión del conocimiento, producciones de Estado, televisión científica y tecnológica, para eso, “se fortalece al Politécnico y su Canal al pasar de una televisión que no es sólo del Politécnico sino de México”, “televisión de Estado”.
Mentira, no fortalece al Canal, la ampliación de cobertura se da en estaciones de Gobernación, no se las concesionan al Politécnico. Calderón le cambia de nombre: Once TV México, no del IPN, le llama televisión de Estado siendo de un organismo educativo y cultural, cuyos fines se pierden; pierde México.
La directora del IPN agradece el honor de tener al imaginativo Presidente: la televisión es para formar individuos reflexivos, la programación del Once “es para todos”. Enciendan y comprueben. Comprobamos la ausencia cultural. Presume: “portamos en el pecho el escudo del Poli y en la espalda el del Canal Once” aunque el escudo del Canal ya no tenga el escudo del Poli.
Hasta dónde llegará el Presidente atropellando leyes e instituciones. Repudia la televisión pública, venera a la privada que ya está a la expectativa, algo les habrá prometido para tranquilizarlos so pena de recibir nuevos regaños de Televisa.
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