Concluyo esta serie de 10 artículos sobre la política exterior de México durante la Revolución que presenta en pinceladas rápidas, los hechos más destacados de nuestros gobiernos de 1910 a 1917, en sus relaciones exteriores, principalmente con Estados Unidos.
Si bien los postulados de la Doctrina Carranza se contienen en su mensaje al Congreso de la Unión del 1 de septiembre de 1918, don Venustiano fue acuñando desde su levantamiento con el Plan de Guadalupe una serie de principios que si bien no eran enteramente novedosos para la historia mexicana, él los utilizó para dar cuerpo a una posición de defensa de los intereses mexicanos. Primero, fue contra la Doctrina Monroe, la que consideraba que no era una doctrina de derecho y que solamente había servido como pretexto de frecuentes invasiones a los países latinoamericanos por parte de Estados Unidos. (Recuérdese que más tarde, en 1931, repudiamos dicha doctrina al ingresar a la Sociedad de las Naciones). El segundo principio se refería a la igualdad de todos los países ante el derecho y, por tanto, a que ningún individuo de la nacionalidad que fuere pudiere pretender una situación de privilegio respecto a los nacionales del país donde reside. Agregaba Carranza que todos los Estados debían someterse estrictamente y sin excepciones al principio universal de la no intervención. Concluía que la diplomacia no debía servir para la protección de intereses particulares, ni para poner al servicio de estos, la fuerza y la majestad de las naciones.
Cuando Carranza pidió el apoyo latinoamericano a este mensaje, no recibió la respuesta de solidaridad que esperaba y, por tanto, buscó el entendimiento con Estados Unidos por la vía bilateral. Así se dieron las negociaciones en New London y Atlantic City en septiembre de 1916. México exigía el retiro de las tropas norteamericanas y una investigación sobre el origen de las incursiones en la frontera. Don Luis Cabrera, que negociaba por México, encontró una seria reticencia norteamericana que antes del retiro exigía la captura de Villa. La intuición negociadora de Cabrera le aconsejaba no terminar bruscamente las conferencias. Ya en 1917, Washington envió a Fletcher como embajador para el gobierno de facto y Pershing se retiró en el camino a su participación en la guerra europea, dándole la razón.
Carranza decidió por otra parte, convocar a un congreso constituyente y entre los temas que se debatieron en el mismo estuvieron varios de política exterior, como el status de los extranjeros en México, la soberanía nacional y los recursos naturales de la nación. Se incluiría en la Carta la facultad privativa del presidente de expulsar, sin sujetarse a juicio previo, a cualquier extranjero cuya presencia en el territorio nacional se considerara perniciosa. Además, se propuso, reforzando la Doctrina Carranza, que los extranjeros no podrían adquirir bienes raíces si no renunciaban a la protección de sus gobiernos, en lo que a dichos bienes se refiere, quedando enteramente sujetos respecto de ellos a las leyes y autoridades de la nación.
Otra posición, sin duda más controvertida en el ámbito internacional, fue la que Carranza adoptó primero con la declaración de neutralidad que observaría México en la Primera Guerra Mundial. Más tarde vino el incidente de la presencia de submarinos alemanes en el Golfo que Gran Bretaña protestó y que se agravó con la venta de petróleo mexicano a la Gran Bretaña provocando que Alemania dijese que no se mantenía la neutralidad. Todavía más espinoso fue el asunto de los vínculos que México estableció con Alemania en 1916 y 1917 y la abierta campaña de propaganda a favor de Alemania que se dio en México a través de la prensa. Carranza quizá, buscaba así el retiro de las tropas de Pershing y armas de parte de los germanos para proseguir su lucha. De aquella época, 1917, arranca el famoso telegrama Zimmermann que propone a México una alianza contra los aliados y como recompensa la entrega del territorio perdido en el 1847. Fletcher le exigió a Carranza que clarificara su situación, pero no hay una evidencia de que Carranza hubiere conocido la propuesta, aunque sí insinuaciones que fueron desdeñadas por las consecuencias que acarrearían con la relación con Estados Unidos, además de que una alianza con Alemania beneficiaría más a ese país que a México. Ya en su momento oportuno volveremos a este tema al examinar la orientación de nuestra política exterior en dos temas por demás sensibles, la minería y el petróleo, y las famosas Conferencias de Bucareli.
Si bien los postulados de la Doctrina Carranza se contienen en su mensaje al Congreso de la Unión del 1 de septiembre de 1918, don Venustiano fue acuñando desde su levantamiento con el Plan de Guadalupe una serie de principios que si bien no eran enteramente novedosos para la historia mexicana, él los utilizó para dar cuerpo a una posición de defensa de los intereses mexicanos. Primero, fue contra la Doctrina Monroe, la que consideraba que no era una doctrina de derecho y que solamente había servido como pretexto de frecuentes invasiones a los países latinoamericanos por parte de Estados Unidos. (Recuérdese que más tarde, en 1931, repudiamos dicha doctrina al ingresar a la Sociedad de las Naciones). El segundo principio se refería a la igualdad de todos los países ante el derecho y, por tanto, a que ningún individuo de la nacionalidad que fuere pudiere pretender una situación de privilegio respecto a los nacionales del país donde reside. Agregaba Carranza que todos los Estados debían someterse estrictamente y sin excepciones al principio universal de la no intervención. Concluía que la diplomacia no debía servir para la protección de intereses particulares, ni para poner al servicio de estos, la fuerza y la majestad de las naciones.
Cuando Carranza pidió el apoyo latinoamericano a este mensaje, no recibió la respuesta de solidaridad que esperaba y, por tanto, buscó el entendimiento con Estados Unidos por la vía bilateral. Así se dieron las negociaciones en New London y Atlantic City en septiembre de 1916. México exigía el retiro de las tropas norteamericanas y una investigación sobre el origen de las incursiones en la frontera. Don Luis Cabrera, que negociaba por México, encontró una seria reticencia norteamericana que antes del retiro exigía la captura de Villa. La intuición negociadora de Cabrera le aconsejaba no terminar bruscamente las conferencias. Ya en 1917, Washington envió a Fletcher como embajador para el gobierno de facto y Pershing se retiró en el camino a su participación en la guerra europea, dándole la razón.
Carranza decidió por otra parte, convocar a un congreso constituyente y entre los temas que se debatieron en el mismo estuvieron varios de política exterior, como el status de los extranjeros en México, la soberanía nacional y los recursos naturales de la nación. Se incluiría en la Carta la facultad privativa del presidente de expulsar, sin sujetarse a juicio previo, a cualquier extranjero cuya presencia en el territorio nacional se considerara perniciosa. Además, se propuso, reforzando la Doctrina Carranza, que los extranjeros no podrían adquirir bienes raíces si no renunciaban a la protección de sus gobiernos, en lo que a dichos bienes se refiere, quedando enteramente sujetos respecto de ellos a las leyes y autoridades de la nación.
Otra posición, sin duda más controvertida en el ámbito internacional, fue la que Carranza adoptó primero con la declaración de neutralidad que observaría México en la Primera Guerra Mundial. Más tarde vino el incidente de la presencia de submarinos alemanes en el Golfo que Gran Bretaña protestó y que se agravó con la venta de petróleo mexicano a la Gran Bretaña provocando que Alemania dijese que no se mantenía la neutralidad. Todavía más espinoso fue el asunto de los vínculos que México estableció con Alemania en 1916 y 1917 y la abierta campaña de propaganda a favor de Alemania que se dio en México a través de la prensa. Carranza quizá, buscaba así el retiro de las tropas de Pershing y armas de parte de los germanos para proseguir su lucha. De aquella época, 1917, arranca el famoso telegrama Zimmermann que propone a México una alianza contra los aliados y como recompensa la entrega del territorio perdido en el 1847. Fletcher le exigió a Carranza que clarificara su situación, pero no hay una evidencia de que Carranza hubiere conocido la propuesta, aunque sí insinuaciones que fueron desdeñadas por las consecuencias que acarrearían con la relación con Estados Unidos, además de que una alianza con Alemania beneficiaría más a ese país que a México. Ya en su momento oportuno volveremos a este tema al examinar la orientación de nuestra política exterior en dos temas por demás sensibles, la minería y el petróleo, y las famosas Conferencias de Bucareli.
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