lunes, 6 de diciembre de 2010

LOS TROPIEZOS INTERNACIONALES DEL PRESIDENTE CARRANZA

HERMILIO LÓPEZ BASSOLS

Nos acercamos al fin de esta serie de 10 artículos que relatan los aspectos más relevantes de la política exterior durante el periodo revolucionario.
Pese a que la intervención de Estados Unidos fue flagrante en cuanto a la renuncia y el asesinato del presidente Madero y el arribo "ilegítimo" al poder de Victoriano Huerta, el presidente Woodrow Wilson, quien había tomado posesión en las mismas fechas, pronto se convenció de que el usurpador debía de dejar el poder. En 1914 se anclaron barcos de guerra estadunidenses en los puertos de Veracruz y Tampico. Cuando la tripulación de un barco ballenero norteamericano, "Dolphin", cargaba gasolina en Veracruz varios marinos desembarcaron y fueron aprehendidos. Al saberlo el jefe de armas de Huerta se disculpó por el incidente y ordenó la rápida liberación de los estadunidenses pero el contralmirante Mayo de la Armada americana quiso darle una mayor dimensión al hecho, señalando que también un grupo de soldados mexicanos había abordado el barco americano con bandera desplegada, por lo que exigió desusadamente, tres condiciones; una excusa formal, la promesa de castigo severo al oficial responsable y el saludo con 21 cañonazos a la bandera norteamericana. Por otra parte en Tampico se ubicaron 65 barcos de guerra, significando una muy grave amenaza al principal puerto de embarque de petróleo en la Huaxteca. En ese momento Huerta intentó resolver la situación con el enviado de facto de Estados Unidos, deplorando lo sucedido pero señalando que no estaba en disposición de rendir los honores que se pedían a la bandera estadunidense, ya que ello iba en menoscabo de la soberanía del Estado Mexicano.
Wilson ya había decidido que no negociaría con el usurpador y le pidió autorización a las Cámaras para hacer uso de la fuerza armada. La mayoría demócrata lo aceptó y el 21 de abril de 1914 desembarcaron soldados estadunidenses en el tres veces puerto heroico, se apoderaron de las principales oficinas federales y sus cañones dispararon contra edificios ocasionando decesos de civiles. Un día después había más de 200 mexicanos muertos y 300 heridos. Al conocer de los hechos Carranza, que se encontraba en el norte, el jefe revolucionario fue enérgico y pidió la desocupación del puerto y el diálogo directo con el Gobierno constitucionalista. Carranza decía: "el título usurpado de Presidente de la Republica no puede investir al general Huerta de la facultad de recibir una demanda de reparación de daño de parte del Gobierno de Estados Unidos, ni de otorgar una satisfacción, si ella es debida." Así mismo afirmaba que Victoriano Huerta era un delincuente que caía bajo la jurisdicción del Gobierno Constitucionalista. Y seguramente de la redacción de Isidro Fabela, el texto concluía señalando que Huerta no era órgano legítimo de la soberanía nacional y que los hechos acaecidos en Veracruz eran atentatorios en el más alto grado para la dignidad e independencia de México.
Tales palabras que enorgullecen a cualquier mexicano fueron interpretadas en la Casa Blanca como un ultimátum y ésta respondió con la suspensión de la exportación de armas a los carrancistas. Carranza volvió legítimamente a la carga y dijo, con razón, que el ataque a Veracruz no era contra Huerta sino que violaba los principios del Derecho Internacional General. Y todavía más, Carranza durante todo ese año exigió el retiro de las tropas sin condiciones y reafirmó su tesis en el momento que Estados Unidos involucró a tres países sudamericanos para salir de la encrucijada. Vale decir que la intromisión bélica yanqui obtuvo un repudio internacional casi unánime.
Washington armó el llamado grupo "ABC", Argentina, Brasil y Chile, para presuntamente solventar las diferencias existentes entre México y Estados Unidos. Huerta se colgó de esa tablita, pese a no estar reconocido por esas tres naciones, aceptó la mediación, pero luego supo que en la agenda de las Conferencias de Niagara Falls estaba también su renuncia y la instauración de un Gobierno provisional. El ABC invitó a Carranza pero como la exigencia para que participara era que suspendiera las hostilidades contra Huerta, señaló y seguramente tras un escrito de Fabela, que "el conflicto entre Estados Unidos y México provocado deliberadamente por Huerta es independiente de nuestra Guerra interna y que no consideraba justo ni conveniente que se suspendieran las hostilidades." Sin duda que había un grave error internacional allí, el primero denunciado por Carranza y el segundo en insistir en un armisticio.
Con la ausencia de Carranza, Wilson decidió abrir la agenda del ABC informando que ya no incluiría el incidente de Tampico y que se retirarían de Veracruz a más de que le ofreció armas. Con toda dignidad Carranza rechazó el soborno y Estados Unidos amenazó con reforzar con sus cruceros de guerra la zona petrolera. La amenaza quedó sin efecto cuando los constitucionalistas tomaron Tampico derrotando al Huertismo y sin causar perjuicio a las instalaciones petroleras.
Continuará... .

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