sábado, 25 de diciembre de 2010

¿DE QUIÉN ES LA CULPA?

RAÚL CARRANCÁ Y RIVAS

Es muy fácil echarle la culpa a terceros o a las circunstancias, evadiendo la propia responsabilidad. México está hundido en una situación extraordinariamente grave y lo que vemos en el panorama de la información a cargo de servidores públicos del gobierno es una reiterada tendencia, salvo raras excepciones, a mantener en pie una política fracasada o a atribuir el desastre a causas ajenas a la voluntad del propio gobierno. He aquí algunos hitos en el camino lleno de sangre y dolor. En Chihuahua unos jueces dejaron libre al homicida confeso de Rubí Marisol Frayre y hace apenas unos días se privó cobardemente de la vida a su madre Marisela Escobedo; en Nuevo Laredo se acaba de llevar a cabo la mayor fuga de reos en la historia penitenciaria del país (141 escaparon del Centro de Ejecución de Sanciones); en el último comunicado de los secuestradores de Diego Fernández de Cevallos y después de una serie de análisis críticos se llama a la población a un levantamiento en armas; en el municipio de San Martín Texmelucan, Puebla, una explosión en un ducto de Petróleos Mexicanos (¿intencional?) dejó un saldo de 29 muertos, 52 heridos y 80 casas dañadas por el incendio (de los fallecidos 13 son menores de edad y 15 adultos). ¿De quién es la verdadera culpa de todo esto, del azar, de la casualidad, de las circunstancias imprevisibles? Cito nada más unos cuantos hechos recientes en medio de tantos y tantos que afligen y atormentan a México. Lo de los jueces que dejaron libre a un homicida confeso, y que ha provocado consternación general, motivó que el Presidente Calderón dijera que "esa impunidad causó el asesinato de Marisela Escobedo". Pero el Fiscal General del Estado de Chihuahua, Carlos Manuel Salas, piensa distinto pues afirma que "la liberación del asesino pone en evidencia los problemas del nuevo sistema de justicia penal porque muchos acusados quedaron libres por errores en las carpetas de información". Igualmente sostuvo que por eso fueron puestos en libertad 140 homicidas de 1,400 personas. Y agregó: "En este caso -en el de Rubí Marisol Frayre- hay todo un protocolo de los errores en la integración de la averiguación y de los errores de los jueces al hacer sus valoraciones dentro del nuevo modelo de justicia penal". ¿De quién es la culpa?
Ahora bien, el Presidente Calderón dijo hace unos días que el ciudadano ha perdido la capacidad de asombro ante delitos que han magnificado la violencia. Por cierto, Unamuno escribió en "Del Sentimiento Trágico de la Vida" que nunca hay que perder la capacidad de asombro. ¿Lo habrá leído el Presidente? Yo creo lo contrario, que quien la ha perdido es el gobierno que él encabeza. El asombro es susto, espanto, pero también gran admiración. Y asustados o espantados estamos los mexicanos, no el gobierno. ¿Le tendrá éste gran admiración al desastre en el que nos ha hundido? ¿Y si no se la tiene por qué persiste entonces en una política nefasta? Desde luego nefasta en lo que concierne a la reforma constitucional de 2008 en materia de justicia penal y seguridad pública, a la cual me he referido en múltiples ocasiones. He allí al respecto las palabras del Fiscal General Carlos Manuel Salas al aludir a los problemas del nuevo sistema de justicia penal, en concreto del oral. Por su parte el Secretario de Gobernación José Francisco Blake Mora manifestó que debemos sacudirnos el miedo para hacer frente a la violencia y al crimen organizado. ¡Qué fácil! Se lo sacudió Marisela Escobedo con las consecuencias conocidas. ¡Qué fácil, cuando se está rodeado de guardaespaldas y del ejército entero! "Sacudirse el miedo", parece ironía. Pide además que sin temor alguno los ciudadanos denunciemos la comisión de delitos en el Ministerio Público. Yo denuncié un fuerte robo cometido en mi casa en la ciudad de Cuernavaca ("Denos la oportunidad de servirlo", me dijo con voz solemne el Procurador de Justicia) y no se ha hecho nada, absolutamente nada en la averiguación. ¿Denunciantes? Miles, millones de mexicanos. Denunciemos, sí, para que la denuncia caiga en el vacío o en la burocracia, que es lo peor. Y si a ironía vamos entérese usted de las siguientes palabras del Secretario de Seguridad Pública Genaro García Luna, quien precisó que mientras en 2006 la Secretaría correspondiente tenía a su cargo a 3.000 reclusos, actualmente la cifra es de 12.450 que cumplen sentencias por delitos contra la salud, secuestro, homicidio y posesión de armas de fuego, entre otros. Explicó que ello obedece al envío a los centros penitenciarios de la Federación de reos que se hallan en cárceles estatales; aclarando sin embargo que tal aumento no significa una sobrepoblación, debido a que para ampliar su capacidad instalada la Secretaría ha creado más espacios. En otras palabras: "Entren, entren, no hay problema pues hemos construido más cárceles". Yo le recomiendo a García Luna que lea con el mayor cuidado "Sobre Vigilar y Castigar" de Michel Foucault. ¡Asombroso! Se dedican a edificar una ciudad carcelaria debajo, encima o a un lado de la ciudad en que vivimos. Pero su discurso es categórico. "Con el nuevo modelo penitenciario -dice- se potenciaron los cuadros de experiencia del Sistema Penal Federal, con la capacitación y formación en las mejores instituciones de seguridad y custodia del mundo, que han impartido formación a estos cuadros". ¿Y entretanto? Que en Nuevo Laredo se escaparon 141 reclusos del Centro de Ejecución de Sanciones.
Es un reto, un desafío sin precedentes, que Marisela Escobedo haya sido asesinada frente al Palacio de Gobierno de Chihuahua, mientras pedía justicia para su hija a su vez asesinada hace dos años en Ciudad Juárez. ¿No perder la capacidad de asombro? ¿Sacudirse el miedo? ¿Denunciar? Que poca... perspectiva de lo que pasa en México. Pero a pesar de todo:
¡Feliz Nochebuena y Navidad!

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