martes, 4 de agosto de 2009

CON EU, ¿MILITARIZACIÓN O DESARROLLO?

MANUEL CAMACHO SOLÍS

Hace 15 años hubo una apuesta estratégica entre México, Estados Unidos y Canadá. Se apostó a favor de la integración comercial de Norteamérica. Hubo costos y beneficios. Ahora, en medio de la peor crisis económica desde la Gran Depresión, la prioridad que México intenta introducir es la seguridad; la que tiene sus propios partidarios en EU, sobre todo después del 11 de septiembre. El temor colectivo puede llevar a un error colectivo: a optar por la militarización, cuando lo que urge es relanzar el desarrollo de la región.
Durante todo el siglo XX, los gobiernos mexicanos fueron prudentes en el manejo de los asuntos militares con Estados Unidos. La historia, el sentido común de sus políticos y el patriotismo de sus militares mantuvieron una sana distancia con las Fuerzas Armadas norteamericanas.
Después del 11 de septiembre y con la violencia imperante en México, ha cobrado fuerza la inclinación a una creciente cooperación militar y policiaca bilateral. Hasta un punto, esta es inevitable y conveniente. Hasta el punto de que México no pierda su soberanía (su última palabra) respecto a cuáles son las prioridades nacionales y cuál es el límite de esa cooperación.
Si se pierde la conducción política nacional del proceso, la fuerza organizativa de las Fuerzas Armadas dominará el campo, desplazando a otras preocupaciones de la sociedad. Eso siempre se había sabido y cuidado.
Por eso sorprende que el gobierno mexicano parezca no tener otra prioridad que la seguridad. Se entiende la importancia del problema, sobre todo ante la violencia prevaleciente.
Lo que resulta difícil deducir es que el gobierno mexicano no se dé cuenta de que la solución del problema —de la gobernabilidad misma de México— depende de su capacidad para recuperar el crecimiento, la efectividad y rapidez con que pueda reducir la pobreza y mejorar la distribución, la honestidad de los funcionarios públicos, la independencia de los tribunales y el respeto a los derechos humanos. La seguridad depende del desarrollo y del control civil y legal sobre el uso de la fuerza.
Lo que también llama la atención es que nuestros socios comerciales igualmente estén perdiendo la perspectiva.
Canadá ya ha sufrido en carne propia los excesos que siguieron al 11 de septiembre; sobre todo por lo que toca al control de sus fronteras. Si alguien tiene un buen sistema legal y preventivo son precisamente los canadienses: están más para enseñar que para ser controlados.
Estados Unidos, en su relación con México, parece haberse quedado en la política del gobierno anterior. Obama se está dejando arrastrar por sus duros y por los nuestros. Esa posición política no tiene futuro. Sólo llevaría a más violencia e inestabilidad en México.
Para enfrentar la inseguridad urge revisar las prioridades en y con México. Con más armas no se va a contener el problema. Con democracia, desarrollo y mayor justicia se podrían alcanzar avances efectivos y duraderos. Hay que llenar el futuro de esperanza, no de temor.

No hay comentarios: