viernes, 2 de octubre de 2009

2010: POLÍTICA ECONÓMICA VS. CRECIMIENTO

CIRO MURAYAMA

En los criterios generales de política económica que presentó el gobierno federal se presenta para 2010 una estimación de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de tres por ciento. Lo habitual es que las estimaciones económicas sean resultado de proyecciones hechas a partir del comportamiento de variables clave, por lo que si bien tienen margen de error suelen basarse en algunas observaciones objetivas de la realidad, y es por ello que no son puros inventos o meras especulaciones. Ahora bien, ¿qué tan certera, rigurosa, es la estimación de crecimiento del Ejecutivo para 2010? Veamos.El PIB de una economía es igual a las compras finales que se hacen en ella. Como toda compra, cada desembolso implica a su vez una venta, también cada venta significa un ingreso. Ahora bien, deben tomarse en cuenta las compras –ventas– de bienes finales para no hacer una doble contabilidad –si se compra un coche nuevo las ruedas de ese coche se contabilizan como sólo hasta ese momento y no cuando las compró la automotriz– y no han de considerarse los bienes y servicios producidos en un año previo porque corresponden a la generación de riqueza hecha en el pasado, no actual. Así, la suma de los ingresos que producen las compras (ventas) finales es igual al PIB.En una economía comprar, para empezar, las familias, esto es, los consumidores que demandan una amplia variedad de bienes y servicios finales (comida, ropa, gastos de transporte, colegiaturas, electrodomésticos, muebles e inmuebles, consultas con el doctor y el dentista, peluquería y un largo etcétera). A todo este consumo los economistas le llaman así, “consumo”, y lo identifican con la letra “C”. También realizan compras las empresas –aparte de las materias primas que, como ya dijimos, se contabilizan en el precio final del producto que se elabora con ellas, como es el caso de las llantas del coche–, tales como la adquisición de plantas para realizar la producción, maquinaria o vehículos –los camiones repartidores, las maquinas para fabricar tortillas, las máquinas registradoras de los supermercados, todo eso es gasto de inversión de las empresas–. Estas compras de las empresas son “inversión”, que se identifica en el lenguaje de los economistas como “I”. Un tercer gran comprador es el gobierno, bien para generar bienes públicos, para prestar servicios, para desarrollar infraestructura o para su propia operación. Los semáforos de las calles son compras del gobierno a alguna o algunas empresas, así como la pintura con que señala calles y carreteras, los pupitres de las escuelas, las patrullas, los medicamentos del Seguro Social y un también muy largo etcétera. Finalmente, a una economía le compran los extranjeros: adquieren en sus países productos producidos en el país –como los automóviles de la Volkswagen que se elaboran en Puebla o los de la Nissan en Aguascalientes, o la cerveza Corona, así como el petróleo–. Se trata de las exportaciones, que los economistas abrevian como “X”. Pero como los mexicanos también le compramos al extranjero y ese desembolso no lo recibe un productor en México, no podemos contabilizar esos gastos en nuestro PIB; al contrario, hay que restarlos. Se trata de las importaciones, que los economistas anotan como “M”. Así que el saldo neto de las ventas al exterior son las exportaciones menos las importaciones: (X-M). De lo anterior que el PIB sea igual a todas esas compras (ventas), por lo que podemos concluir que PIB=C+I+G+(X-M). O sea, que la riqueza de un país en un año va a ser igual a todas las compras que hagan sus familias, más las inversiones de las empresas, más las adquisiciones del sector público, más las compras netas del exterior.¿Cuál de esas variables podrá tener un buen desempeño en 2010 como para cumplir las metas de crecimiento del gobierno? Por lo que muestran los indicadores económicos, ninguna, a menos que se tomara la decisión de, desde el gobierno, mover las variables a su alcance para estimular las compras, es decir, el crecimiento del PIB.En lo que hace a las familias, el desempleo se ha extendido y está afectando de manera grave al sector formal. Ello da lugar a que la gente sea precavida antes de gastar, de comprar: o ha caído el ingreso familiar o hay riesgo de que lo haga, por lo que se va a moderar el consumo. Si, además, como propone el gobierno, se van a incrementar los precios –supongamos que sólo en un dos por ciento y no más–, eso también llevará a una reducción del consumo.Las empresas han reducido su volumen de inversión ante la falta de expectativas de venta, así como por la ausencia de financiamiento productivo, pues el sistema bancario mexicano ha optado por financiar el consumo –a muy altas tasas de interés, por cierto– antes que a favorecer a los productores. Nada indica que la inversión pueda, entonces, hacer de motor de la economía.En lo que toca al sector externo, el mundo aún no alcanza a desprenderse de la recesión y nuestro principal socio comercial, Estados Unidos, tiene unas perspectivas de bajo crecimiento, por lo que no será un gran comprador. Pero incluso si se recuperara sus compras externas cada vez se enfocan más hacia Asia y menos a México. De esta manera, tampoco Estados Unidos va a jalar de la economía mexicana como ocurrió tras la crisis de 1994-1995.Queda entonces el gasto público, las compras y la inversión gubernamentales. Pero justamente se van a ver disminuidas de acuerdo con los criterios de política económica que presentó la administración de Felipe Calderón para 2010. En el resto del mundo, el sector público está incurriendo en déficit con tal de rescatar a las economías; aquí se opta por el camino contrario.Así, las proyecciones económicas del gobierno para 2010 no sólo parecen poco fundamentadas, sino que la política económica que el gobierno se plantea choca con las aspiraciones de salir de la crisis.

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