jueves, 28 de octubre de 2010

RENOVACIÓN EN EL IFE

RODRIGO MORALES MANZANARES

La Cámara de Diputados tiene frente a sí la oportunidad de ofrecer una clara señal de lo que los partidos políticos esperan que ocurra en 2012. En efecto, esta semana deberá ocurrir el nombramiento de tres nuevos consejeros electorales del IFE y, para fortuna de todos, en la lista de aspirantes hay personajes con trayectoria honorable y capacidad probada para ejercer el cargo con plena independencia. Sin embargo, ello no es garantía de que serán considerados. La tentación que deberán vencer los partidos políticos consiste en nombrar a personajes con claras referencias partidarias.
En abono al optimismo, hay que decir que el proceso de entrevistas ha sido más pulcro que otras veces, no ha habido agresiones y, en general, se ha mantenido un tono de respeto para con los aspirantes. Insisto, la lista de éstos ofrece la posibilidad de seleccionar a personalidades con capacidad probada, no probable.
Como no hay certeza respecto a que sea posible procesar una nueva reforma electoral que se ocupe de hacer ajustes a la normatividad vigente, me parece que los diputados debieran partir de la base de que es con esta ley con la que iremos a la contienda presidencial de 2012 y que justamente por eso habría que apuntalar la capacidad deliberativa del Consejo General y dotarlo, con los nombramientos por venir, de una mayor autoridad política. Los nombramientos por afinidad política solamente producirán votaciones congeladas en bloques; en cambio, la designación por trayectorias seguramente oxigenará el debate, va a incrementar la capacidad de arbitraje del IFE.
En la medida en que el libre intercambio de puntos de vista supla a las votaciones previsibles, la autoridad del Instituto crecerá frente a los actores políticos. Hay quien sostiene que la suma de parcialidades genera la imparcialidad. Discrepo de tal afirmación, me parece que las épocas en que el arbitraje del IFE ha sido mayor coinciden justamente con la capacidad de deliberación de sus integrantes, deliberación que no en pocas ocasiones los llevó a privilegiar la unanimidad como objetivo, por encima de diferencias particulares.
No hay duda de que una votación unánime emite una señal más robusta políticamente que las sistemáticamente divididas. La compleja relación que últimamente se ha entablado entre el IFE y el TEPJF, sin duda se vería beneficiada si quienes acceden al Consejo General lo hacen por méritos propios y se destierra la sospecha de que la referencia partidista haya sido el criterio para la nombrarlos.
He ahí una señal que los partidos habrán de emitir con la designación de los nuevos consejeros electorales: 2012 está a la vuelta de la esquina, la agenda del IFE está llena de asuntos estratégicos para avanzar en la preparación de los próximos comicios. El ánimo de los jugadores se encuentra, sin duda, caldeado. Sin embargo, reitero, la oportunidad de procesar nombramientos que eleven el nivel de exigencia del Consejo General y coloquen la deliberación informada en el centro de la agenda, eso no se debe desaprovechar.
A todos conviene contar con un árbitro fuerte y respetado: al que gana, por la autoridad moral y política de quien le alza la mano; a los que pierden, por haberse sometido a un arbitraje justo.
Ojalá que todos tengamos motivos para celebrar las designaciones que en esta semana habrán de hacer en la Cámara de Diputados.

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