jueves, 20 de mayo de 2010

CLAUDICACIÓN

MANUEL BARTLETT DÍAZ

Explotó Deepwater Horizon, plataforma petrolera en la parte estadunidense del Golfo de México que provocó un derrame incontrolado de petróleo que cubre más de 6 mil kilómetros cuadrados, según Obama el mayor desastre ambiental de la historia petrolera. Desde México se observa la creciente mancha como algo ajeno, sólo dañina si cambian los vientos. Calderón, en el limbo; el daño llega, es el mismo mar, y la “reforma energética” que impuso abrió las puertas a las trasnacionales y la amenaza ya está en nuestro mar, poniendo en el mismo peligro nuestra ecología y modo de vida de millones de mexicanos en Yucatán, Tabasco, Campeche, Veracruz y Tamaulipas.
Estados Unidos explota el Golfo intensamente para reducir su creciente importación de petróleo. Producen 1,700,000 mil barriles diarios, 30% de su producción doméstica, con 3,500 plataformas en producción.
Deepwater, valuada en 10 billones de dólares, contaba con la última tecnología. Operaba un consorcio con British Petroleum, Transocean, experimentada en aguas profundas; Cameron, experta en prevención, y Halliburton. Fallaron, el gobierno estadunidense reaccionó de inmediato, suspendió nuevas perforaciones, reformó la Agencia Reguladora y despidió al director cooptado por las petroleras. Convocadas al Senado, las empresas se culparon mutuamente. Obama sentenció: pagarán los daños, el monto es incalculable. La marea negra avanza, daña la ecología, la vida marítima, millones de estadunidenses en paro, la pesca suspendida. Mississipi, Alabama y Florida afectados. BP responde del costo total de limpiar y está asegurada hasta por 75 millones de dólares por daños; arriba de esta cifra responde un fondo de desastres. Obama envió un paquete al Congreso para ayudas inmediatas y una reforma para elevar la responsabilidad de daños, de 75 mil dólares a 10 billones.
En México se han perforado 14 pozos en aguas profundas y se invirtieron 16,798 mil millones para 13 pozos infructuosos y uno que produce gas. Todo contratado con trasnacionales.
En la imposición de la reforma energética, fue argumento central para la apertura a la explotación extranjera la supuesta urgencia de explotar en el Golfo; ahí están nuestras últimas reservas, argumentaron, lo que nos obligaba, a “alianzas estratégicas” con quienes tenían la tecnología, motivo de una manipulación televisiva: el tesoro del Golfo. En realidad, Estados Unidos dispuso acceder al golfo mexicano.
La urgencia fue descalificada por el grupo “Ingenieros Petroleros Constitución de 1917”, profesionales de excelencia. La reserva en el Golfo es sólo hipótesis, la tecnología para aguas profundas está en desarrollo y es extremadamente onerosa. Tenemos en tierra y aguas someras reservas accesibles a un costo mucho menor. Carecemos de infraestructura para recibir el petróleo del mar, dependeríamos de instalaciones estadunidenses. Fueron más fuertes los compromisos de Calderón que las razones. Si los millones perdidos se hubieran aplicado en las zonas mencionadas, habríamos incrementado las reservas que se nos agotan. La explosión de la plataforma demuestra que esa tecnología falla, con resultados desastrosos. El presidente Calderón debe suspender las perforaciones en el Golfo; lo hizo Obama y ordenó además la revisión de toda la tecnología. ¿Dónde está el Congreso que aprobó la reforma que pone en grave riesgo al país? ¿Quién regula las trasnacionales para garantizar nuestra seguridad?
De ocurrirnos una catástrofe similar por fallas de las trasnacionales, ¿podríamos obligarlas a reparar daños?, ¿litigaríamos años en tribunales internacionales en condiciones equitativas?, ¿los estados siniestrados esperarían? Los riegos son excesivos, claman en Estados Unidos; no vale la pena, afirman los gobernadores de California y Florida, y allá requieren ese petróleo; aquí ese riesgo para millones de mexicanos es por innecesario absurdo, producto sólo de la claudicación.

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