jueves, 6 de mayo de 2010

TRES PROBLEMAS PARA EL 2012

MIGUEL CARBONELL SÁNCHEZ

Hace unos días estaba en una reunión con un funcionario de alto rango, quien me había convocado a un desayuno para “hacerme una consulta y conocer mi punto de vista sobre el futuro del país”. Luego de contarme durante cerca de una hora la parte más interesante de su biografía política, tocó el punto por el que me había invitado a desayunar. Quería que le dijera cuál era problema que, según mi punto de vista, debía enfrentar con mayor urgencia el gobierno federal que comenzará a funcionar en diciembre de 2012. Confieso que la pregunta me tomó por sorpresa. Sin embargo, recordé que le había pasado algo parecido a un profesor paraguayo, Daniel Mendonca, quien me había contado su propia respuesta. De ahí tomé la mía. Le dije al personaje en cuestión que desde mi punto de vista no había uno, sino tres problemas fundamentales que debían ser atendidos por la próxima administración federal. Son los siguientes: 1. Combate a la pobreza. Hay evidencia empírica que demuestra que la democracia se vuelve casi indestructible cuando hay bienestar económico. Por encima de un cierto nivel de renta las posibilidades de que quiebre una democracia son muy escasas. La democracia sobrevive mejor cuando no hay pobreza. La primera tarea del próximo gobierno, sea del partido que sea, debe ser un plan agresivo para reducir la pobreza. La miseria en que viven millones de mexicanos es un lastre moralmente insoportable. Quizá sirva, para articular una buena política pública en este tema, voltear a ver la experiencia liderada por el presidente Lula para Brasil. 2. Combate a la corrupción. Todas las encuestas internacionales demuestran la omnipresencia de la corrupción en las relaciones entre ciudadanos y autoridades. La corrupción le cuesta muy caro a las familias mexicanas, sobre todo a las más pobres. Es el impuesto más regresivo que existe. Hay que dar pasos mucho más decididos contra la corrupción, sobre todo a nivel estatal y municipal, en donde las prácticas corruptas abundan. Esa lucha, de ser exitosa, nos ahorraría miles de millones de pesos, daría mayor certidumbre a las inversiones, permitiría un crecimiento económico más sostenido y además, indirectamente, disminuiría la delincuencia, al tener funcionarios más honestos y comprometidos con la ley. 3. Consolidación democrática. Las reformas en materia de democracia en los años recientes se pueden resumir en una: reforma electoral. Ha habido reformas a las elecciones de forma casi ininterrumpida desde 1977 y durante la década de los 90 hubo ajustes institucionales de la mayor importancia (IFE ciudadanizado, CNDH, Consejos de la Judicatura, reforma judicial, justicia agraria, etcétera). Pero a partir de entonces parecen haberse agotado las energías reformadoras. El mejoramiento institucional ha sido muy precario en la última década, a partir de la alternancia. Los dos gobiernos federales del PAN han aportado solamente dos instituciones relevantes al Estado mexicano: el IFAI y el Conapred, en ambos casos bajo fuertes presiones de la sociedad civil y con grandes resistencia del gobierno. A eso habría que sumar apenas la autonomía constitucional del INEGI, una propuesta muy vieja. La próxima administración federal debería dar pasos decididos para mejorar la institucionalidad democrática nacional y dejarla sólidamente asentada hacia el futuro. No se trata de la mera alternancia, sino de la hora de la consolidación democrática. Para ello haría falta una reforma integral de la Constitución mexicana, a partir de un gran pacto de Estado entre todos los partidos y todos los poderes. El desayuno terminó en medio de una gran cordialidad, con el anfitrión luciendo las artes de la buena política, siempre seductora. Pero en el fondo de su rostro percibí un gesto de incredulidad. Como si le hubieran pintado enfrente una montaña y le acabaran de ordenar que tiene que subirla corriendo. Le podrá gustar o no el diagnóstico a ese futuro candidato a algo, pero sinceramente creo que el futuro del país se juega en esas tres arenas principales: combate a la pobreza, lucha contra la corrupción y consolidación democrática. Esos son los retos que tendrán los que sigan, dada la manifiesta incapacidad de los que están ahora.

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