martes, 18 de mayo de 2010

YUCATAN, LECCIONES DE FUTURO

JORGE ALCOCER VILLANUEVA

A Diego, donde se encuentre, decirle que su indomable espíritu prevalecerá; a su compañera, hijos y toda la familia, respeto y solidaridad. ¡Vivo te llevaron, vivo te queremos!

Como fue previsto, salvo una alteración drástica en la tendencia que muestra el PREP de Yucatán, con el 95.3% de las actas de casilla computadas, el PRI se alza con la victoria en el municipio de Mérida, hace dos décadas gobernado por el PAN. La sorpresa, si así cabe calificar los datos conocidos hasta el momento de escribir este texto, es que la diferencia porcentual es de 3.6 puntos, no los más de 20 que a favor del PRI presentaban algunas encuestas previas, ni tampoco los 14 puntos que un exit poll reportó a pocos minutos del cierre de casillas.El PREP también apunta a que el PRI obtendrá 13 de los 15 distritos electorales para la elección de diputados de mayoría relativa, recluyendo al PAN a la mayoría en dos ubicados en Mérida. Un panorama equivalente se presenta en los demás municipios, aunque al PAN le quede el gusto de haber ganado en la cuna de la gobernadora Ivonne Ortega.Una vez conocidos los resultados de los cómputos distritales y municipales, habrá tiempo e información para intentar entender las posibles causas de la notoria imprecisión de las encuestas; por ahora sólo dejo anotada la necesidad de mantener, frente a las empresas -o medios- dedicados a esa actividad, un contexto de exigencia, y de rendición de cuentas. Los ejercicios demoscópicos son parte del panorama de los procesos electorales en México; a todos conviene preservarlos como instrumentos de información confiables.Por lo cerrado del resultado en Mérida y por lo ocurrido en el resto del estado, cabe anticipar que el PAN acudirá a las instancias jurisdiccionales en doble reclamo: para intentar anular casillas ahí en donde tal decisión podría traducirse en resultados a su favor, o bien para anular la elección completa. Lo que parece obvio es que no habrá reconocimiento a las victorias del PRI. El encono llegó demasiado lejos. En ese preciso sentido estamos retrocediendo. Si, como enseña la experiencia, la madurez del sistema de partidos -y de la democracia- se mide por la disposición del perdedor a admitirlo, y no por la prontitud con la que el presunto ganador lo proclama, Yucatán nos coloca 20 años atrás.Leer lo ocurrido en Mérida como anticipo de lo que pasará la noche del próximo domingo 4 de julio es una apuesta a que todo terminará en conflicto. Suponer que en los 12 estados que elegirán gobernador se presentará un resultado tanto o más cerrado, es anticipar una situación crítica para el sistema electoral en su conjunto. Sin ignorar tendencias y comportamientos ciudadanos, sigo pensando que en cada estado veremos resultados acordes a sus condiciones particulares, tanto las derivadas de la experiencia de gobierno como a situaciones relativamente inéditas, como las coaliciones entre el PRD y el PAN.Desde que la alternancia es posibilidad abierta, dejó de ser riesgo sólo para un partido; con dos décadas en el gobierno municipal de Mérida, el PAN quizá tenga que admitir que la ley de hierro de que "el poder desgasta", también le es aplicable; como tendrán que admitirlo, cuando llegue el caso, en Baja California, en Jalisco y Guanajuato; o el PRD en Michoacán, en el DF o en Zacatecas, y el PRI en los estados en los que la alternancia sigue siendo asignatura pendiente. Nadie tiene escriturado el triunfo; a partir de esa nueva condición es que podemos analizar los motivos de queja que cada partido arguye para descalificar la victoria de sus adversarios.Para César Nava y su equipo, los resultados en Yucatán son el costo por negarse al balance de lo ocurrido en julio de 2009; han preferido quejarse, cargando en otros sus propias omisiones y errores. Lograron cerrar la brecha, olvidando que en elecciones no hay medalla de plata.Posdata. La reciente sentencia de la Sala Superior en el caso de Aguascalientes es otro clavo sobre nuestra Constitución. Si los tratados internacionales son la fuente primigenia del derecho electoral interno, aunque la contravengan, mal vamos y peor iremos.

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