jueves, 13 de mayo de 2010

LA LECCIÓN INGLESA

JOSÉ WOLDENBERG

Según los libros de texto, el sistema inglés es un ejemplo inmejorable para generar una mayoría absoluta en el Congreso. Fórmula electoral uninominal por una parte y formato básicamente bipartidista por el otro. Y ambos se retroalimentan: los dos grandes partidos (laborista y conservador) tienen o tenían una fuerte implantación y entre ellos se reparten o repartían la inmensa mayoría de los distritos.Sartori lo escribió así: "Inglaterra está a la altura de su reputación: es el sistema bipartidista 'perfecto', en el sentido de que exhibe -pese a los liberales y a otros terceros partidos que van surgiendo- tanto el formato como todo el conjunto de propiedades del bipartidismo". Y esas propiedades eran las siguientes: "a) dos partidos se hallan en condiciones de competir por la mayoría absoluta de escaños, b) uno de los dos partidos logra efectivamente conseguir una mayoría parlamentaria suficiente, c) ese partido está dispuesto a gobernar solo, d) la alteración o la rotación en el poder sigue siendo una expectativa creíble". (Partidos y sistemas de partidos. Alianza Universidad. Madrid, 1987, p. 239-241).Esa formulación se podría simplificar: si son dos, uno por fuerza tendrá la mayoría. Y si el sistema electoral obliga a ganar distritos uninominales los pequeños partidos difícilmente estarán representados en el Congreso.El propio Sartori (su libro es de 1976) hablaba de la emergencia del Partido Liberal, ya que en 1974 había conquistado 14 escaños y del fortalecimiento de las tendencias nacionalistas en Escocia y Gales, pero el sistema seguía siendo bipartidista y por ello generador de mayoría absoluta en el Congreso y de gobiernos de un solo partido.Pues bien, en las recientes elecciones ninguno de los partidos obtuvo la mayoría absoluta de los asientos y lo que vimos fue la necesidad de construirla a través de negociaciones. Pese a que la fórmula electoral premia a los partidos más grandes, la irrupción de un tercero (el Partido Liberal Demócrata) obligó a un pacto para formar una coalición. Dicho pacto incluye el compromiso de realizar un referéndum que eventualmente podrá modificar el sistema electoral incluyendo alguna modalidad de representación proporcional.El Partido Conservador con 10.7 millones de votos (36.1 por ciento del total) logró 306 escaños, el 47 por ciento de los mismos. El Laborista con 8.6 millones de votos (29.0 por ciento) ganó 258, lo que representa el 39.7 por ciento de la asamblea. Mientras que el Partido Liberal Demócrata con 6.8 millones de votos (23.0 por ciento) sólo obtuvo 57 escaños, el 8.8 por ciento del total. (Página electrónica de la BBC, computados 649 de los 650 distritos).Es claro que el sistema uninominal premia a los más grandes. El Conservador, con el 36.1 por ciento de los votos, tiene el 47 por ciento de los diputados (casi 11 puntos porcentuales más) y los laboristas, con el 29 por ciento de los votos, tienen el 39.7 por ciento de los escaños (casi 11 puntos más), mientras los liberales, con el 23 por ciento de las adhesiones, apenas logran el 8.8 por ciento de los representantes (14 puntos menos). Por supuesto que se discute y mucho la "justicia" de esa fórmula de traducción de votos en escaños. Los liberales colocaron en su plataforma el cambio del sistema electoral y establecieron como una condición para la forja de un gobierno de coalición, la introducción de una fórmula de representación proporcional. Pero lo que quiero subrayar por ahora es que ni con una disposición electoral que tan claramente fomenta el bipartidismo se puede asegurar en todos los casos la construcción de una mayoría monopartidista en el Congreso.El sistema uninominal además arroja en los márgenes algunas "inconsistencias" dignas de llamar la atención: así, una organización como el UK Independence Party que obtiene 918 mil votos (3.1 por ciento del total) no alcanzó ningún puesto en el Congreso, mientras el Democratic Unionist Party con apenas 168 mil votos (0.6 por ciento) logró 8 escaños. La explicación es sencilla: el segundo tiene concentrados sus votos en algunos distritos mientras el primero los tiene dispersos.Estas largas parrafadas tienen un solo objetivo. Hoy que en México más de uno anda en búsqueda de una fórmula que nos garantice una mayoría absoluta en el Congreso, vale la pena subrayar que incluso uno de los sistemas más proclive al bipartidismo y por ello a construir de manera mecánica dicha mayoría congresual no funciona para ello si existe una tercera fuerza medianamente implantada. Y la "mala nueva" para nosotros es que tenemos tres grandes referentes partidarios en el país y que más que buscar "simplificar" ese difícil formato hay que tratar de ofrecerle un cauce institucional productivo.Reconocer a cada una de las corrientes políticas su respaldo electoral, buscar que estén representadas de manera justa y olvidarnos de cualquier exorcismo puede ser una buena receta... entre otras razones, porque los exorcismos suelen no funcionar.

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