viernes, 21 de octubre de 2011

M.A. GRANADOS CHAPA, INTEGRIDAD EN EL PERIODISMO

HERMILIO LÓPEZ BASSOLS

Se ha dicho que el periódico es una cátedra y una tribuna, creo que no es ni lo uno ni lo otro. En la cátedra se iluminan verdades, se abre a la reflexión ante un corto número de inteligencias pero se cosecha en el futuro. En la tribuna, son pocos, generalmente, como en la cátedra quienes la atienden y muchas veces la elocuencia puede fundir o iluminar el mensaje. En cuanto al periódico, esa pieza de papel hoy transformada, tiene un auditorio indeterminado al que tienen acceso jóvenes y viejos, ricos y pobres, sabios e ignorantes y tiene eco inmediato en la sociedad. En él, todos pueden ser oídos y si se ejerce con conciencia es una tarea honrada, es un alto deber y en algunos además de sacerdocio puede ser martirio: mi amigo, Manuel Buendía.
Revisando rápidamente las plumas más significativas de la prensa mexicana, creo, sin temer a equivocarme, que el trabajo de Granados Chapa se cimenta en los mejores textos de Francisco Zarco, Ricardo Flores Magón, Francisco Martínez de la Vega, José Alvarado, José Pagés Llergo para citar algunos de los hombres más significativos del periodismo mexicano.
Miguel Ángel contó con cualidades no frecuentes en el hombre mexicano: pluma, sabiduría, inteligencia, integridad, compromiso y lógica. Su formación en la UNAM le permitió con la lupa de un jurista examinar la realidad nacional, prístina y honestamente por más de 35 años de trabajo periodístico. Confirmó que no se requiere de un gran diario para impulsar un nombre y hacerlo respetar en los volcanes de la política mexicana, donde van de la mano corrupción, sumisión, engaño, mercenarios y lacayos y en la otra, lealtad, honestidad, luchadores sociales y hombres valientes. Estableció una tribuna para la nación que era ávidamente leída por los políticos que se debieron sonrojar por la forma en que los zahería, con la magia de su ingenio literario y la verdad que adosaba a su talento. No estoy cierto si Miguel Ángel transitó de una primera época de inclinación hacia la derecha, pero si esto ocurrió, pronto revisó su ideología y la puso al servicio de las mejores causas del país, entre ellas la lucha por la democracia y el respeto a los derechos humanos. Infortunada fue su presencia en el Instituto Federal Electoral en el tormentoso año del 94.
No es extraño que coincidiera Granados Chapa con un personaje de la Reforma, Francisco Zarco, en cuanto a abordar los temas ingentes de México: la política y del fanatismo -siempre dentro de las circunstancias de cada época. Como le dice Altamirano al duranguense, Miguel Ángel tenía "un corazón templado para sobreponerse al combate y la abnegación grande de sacrificar el bienestar personal a la felicidad común". El hombre que consagró su vida y su inteligencia a ser el eco y el intérprete de una posición política, a dirigir una ruta de la opinión nacional se convirtió como muy pocos periodistas mexicanos, en el verbo de un pueblo que se encuentra sumido hoy, en su doloroso tránsito, bajo calumnias, injusticias, bajezas y supinas incapacidades.
Le rindo testimonio de gratitud, además, porque un día me ofreció su micrófono y alzó su pluma para reconocer una lucha en otras fronteras por los derechos humanos. Aconteció en Bolivia, donde logramos liberar a una ciudadana mexicana a la que pretendía el gobierno pudrir en un calabozo de La Paz, mientras en otro se encontraba quien hoy es vicepresidente de ese país, Álvaro García Linera.
Deja entonces el hidalguense una herencia sustentada en los más altos valores del periodismo, credibilidad y confianza y un testimonio en sus textos que son la reseña diaria de lo ocurrido en el país en los últimos 25 años. No es entonces la última vez que nos encontramos, ni éste el último adiós, mientras se escriba una palabra que defienda a nuestro pueblo y delate a sus opresores, Miguel Ángel vivirá.

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