MANLIO FABIO BELTRONES
Si queremos transformar a México requerimos modificar un régimen de gobierno agotado y que produce gobiernos que no generan resultados. Es evidente que hoy no hay condiciones institucionales que generen los acuerdos indispensables para crecer y activar el mercado interno, aprobar una reforma hacendaria integral y tomar las decisiones económicas que permitan alcanzar un ritmo de crecimiento sostenido, con igualdad y estabilidad. No es posible pensar que una persona en lo individual o un partido político pueda garantizar que se lleven a cabo los cambios estructurales que hoy resultan inaplazables. Se necesita del respaldo de la pluralidad política, económica y social del país que logre visualizar las reformas que requerimos para, al menos, los próximos 25 años.
¿Para qué un nuevo modelo de desarrollo? Para lograr un crecimiento económico con igualdad y estabilidad. Para ello, en primer lugar, se requiere de un nuevo propósito estratégico. No basta con que busquemos la estabilidad de precios y financiera, requerimos además, promover mayor igualdad y crecimiento económico, a la par de la estabilidad. En segundo lugar, una nueva jerarquización de las prioridades. Ahora el crecimiento debe basarse en nuestras fortalezas internas, el fortalecimiento del mercado interno y el poder de compra de las empresas públicas como palanca de desarrollo de las privadas. En tercer lugar, un nuevo equilibrio entre el Estado, el mercado y la sociedad.
Hoy proponer no es suficiente, se necesita encontrar la forma de hacer posible que las cosas que se propongan se lleven a cabo. Sólo un gobierno de coalición democrática, que permita la inclusión de todos y otorgue los incentivos para la cooperación política nos permitirá pactar nuestro compromiso con el objetivo central del desarrollo que deseamos. La economía nacional ha logrado crecer de manera más satisfactoria cuando ha existido este tipo de consenso entre los diversos actores del desarrollo. El nuevo modelo de desarrollo es una respuesta oportuna a la incapacidad de las políticas actuales para atender las necesidades de los mexicanos de empleo y de bienestar, de una vida digna y segura.
Hablar de una nueva jerarquización de las prioridades significa aceptar que es evidente que no podemos mantener la política social desligada de las decisiones económicas y que los verdaderos motores de la economía deben ser los internos. Debemos de superar la idea de que podemos dejarle todo al mercado ya que, hasta hoy, no ha logrado generar mayor equidad en la distribución de los beneficios del desarrollo. No importa qué rico sea un país, sino lo desigual que es. Recordemos que la desigualdad es corrosiva y corrompe a las sociedades desde adentro, pues consolida los prejuicios sociales, la delincuencia aumenta y corrompe nuestros sentimientos morales.
Un nuevo modelo de desarrollo significa también impulsar un nuevo equilibrio entre el Estado, el mercado y la sociedad. El Estado debe funcionar como un igualador, como rector del desarrollo y como su principal promotor, debemos darle al Estado una amplia responsabilidad en el proceso de desarrollo para actuar como el gran igualador, por medio de una nueva política que supere el carácter asistencialista de la política actual basada en la multitud de programas dispersos. Como eje del desarrollo es necesario fortalecer las instituciones y normas necesarias para que los mercados actúen de forma adecuada y competitiva. Para tener un Estado que cumpla sus funciones se requiere reconstruir la hacienda pública para que a partir de las necesidades de crecimiento de la economía y del empleo, definamos los gastos públicos necesarios para soportar dicho crecimiento. Finalmente, como promotor del desarrollo el Estado debe movilizar la energía de todos los actores sociales y económicos del desarrollo. Ello implica alinear los instrumentos del desarrollo, la política monetaria y financiera, la de fomento de las actividades productivas, basado en una nueva política industrial, y un nuevo esquema de fomento al campo.
Sin un nuevo modelo de desarrollo México no será viable y cancelará su futuro. Impulsar un nuevo modelo de desarrollo no es sólo un problema de diseño de políticas económicas, sino de cómo hacerlas posibles. Para que la política jale a la economía se necesita de un gobierno de coalición. No podemos seguir empeñados en continuar con la idea de que con gobiernos eficientistas alcanzaremos nuestras metas. Se requiere de mucho más. Sólo un gran acuerdo nacional que permita la construcción de un gobierno de coalición permitirá utilizar el poder para cambiar un modelo de desarrollo que hoy sólo produce desempleo, pobreza, desigualdad y bajo crecimiento.
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