jueves, 6 de octubre de 2011

A 187 AÑOS DE LA PRIMERA CONSTITUCIÓN FEDERAL DE MÉXICO, LECCIONES QUE TRASCIENDEN

SERGIO ARMANDO VALLS HERNÁNDEZ

El pasado 4 de octubre se cumplió un aniversario más de la promulgación de la primera Constitución federal de nuestro país, que es también la primera Ley Fundamental del México independiente, construida en un contexto político y social sumamente complicado para los mexicanos de entonces.
Recuerdo este episodio de nuestra historia constitucional, porque es fuente de decisiones político-jurídicas que trascienden hasta nuestros días y han marcado derechos de los ciudadanos.
Resulta singular el hecho de que el texto constitucional se discutió y aprobó justamente en el edificio que hoy alberga "El Museo de las Constituciones", en la calle del Carmen, esquina con San Ildefonso, en el centro histórico de la Ciudad de México.
Fue ahí mismo donde se aprobó también el texto que otorgaba carta de naturalización a la forma federal, es decir, el "Acta Constitutiva de la Federación", requisito exigido como paso previo a la discusión del contenido del proyecto de constitución por los representantes de las provincias que exigían una muestra fehaciente de la opción por el federalismo para permanecer como partes de la República Mexicana.
En junio de 1823 formalmente se habían constituido varios estados de la República siguiendo el ejemplo de Jalisco, y en Guatemala se producía, en esos años, un cisma que conduciría a la formación del estado de Chiapas y a la determinación de su pueblo por asociarse a la naciente República Federal de México.
No debemos pasar por alto que en esta primera Constitución federal se encuentran ya seis decisiones políticas fundamentales del pueblo de México, que han permanecido en el texto constitucional de 1917 que nos rige en la actualidad: (1) la determinación por el reconocimiento universal de nuestra independencia y soberanía nacionales; (2) la decisión de optar por el sistema político democrático representativo y dentro de éste, como dijimos antes, (3) por el federalismo que reconoce el autogobierno democrático de las entidades federativas; (4) el reconocimiento de la igualdad de los gobernantes y gobernados que se expresa en la decisión por crear una República alejándose del esquema monárquico de fueros y privilegios; (5) la fijación de los derechos humanos como origen y fin lícito del poder público; y (6) el uso de la Constitución como pacto político superior que expresa los valores y principios que sustentan la paz y el orden público entre los mexicanos.
Pero esa Constitución también se caracterizaría por adoptar la intolerancia religiosa estableciendo que la religión católica sería la única que se practicara en México, con exclusión de cualquier otra, para lo cual el Estado mismo serviría como brazo ejecutor de la intolerancia frente a los cultos. Paradójicamente sería un católico practicante, Benito Juárez, Ministro de la Suprema Corte, quien daría la batalla como Presidente de la República por establecer la libertad de los mexicanos de practicar la religión que mejor les pareciera, o de no practicar ninguna.
Su generación entendería que la democracia sólo puede prosperar en un Estado laico, y por ello darían pasos decididos en este sentido. Como antes lo fueran Hidalgo y Morelos, los luchadores sociales de la Reforma fueron también excomulgados por las intolerantes autoridades eclesiásticas.
Aquella fue época de epopeyas constitucionales. Mi estado, Chiapas, celebra el primer referéndum en la historia de México para decidir la asociación con la República Federal Mexicana. Pero no sólo en ello destacó esta Constitución estatal, pues fue ésta la que estableció, por primera vez en nuestro país, el "amparo" como medio de defensa para la protección de los derechos de las personas.
No obstante, la historia le daría el crédito a la Constitución yucateca de 1841 por la potencia de sus políticos regionales que participaron primero en la elaboración de su Constitución y luego en el proceso de reformas constitucionales en el ámbito federal de mediados de siglo.
Mucho hemos andado desde entonces los mexicanos desde aquel 4 de octubre de 1824. Nuestro pasado común, tan copioso de dificultades formidables, nos hace pensar que las actuales son pálidas comparadas con las que vivieron los mexicanos de aquellas épocas de nuestro despertar constitucional, lo que llama al optimismo de un luminoso futuro.

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