jueves, 13 de octubre de 2011

EL CONSUMIDOR Y EL CIUDADANO PRIMERO

ISSA LUNA PLA

Estos son tiempos para actuar en la protección de ciudadanos y consumidores en México. Todos tenemos esa doble personalidad y estamos constantemente en situaciones de vulnerabilidad frente a grandes empresas o burocracias. Dónde están las coincidencias, las diferencias y las soluciones
Un consumidor que denuncia el cobro excesivo y erróneo en su recibo mensual. Dentro de la misma empresa ya agotó los recursos de quejas y ya se desgastó buscando al gerente del gerente y a su jefe para reclamar el cobro injusto. Se pregunta ¿a quién busco para resolver mi problema ahora? ¿quién está por encima de la empresa para defenderme?
El ciudadano se toma el tiempo para solicitar información sobre la posibilidad de adquirir un crédito para vivienda que anunció el gobierno local. Asiste a las oficinas de gobierno, pregunta, y después de unas horas le informan que la oficina que atiende el trámite está en otro domicilio. Insiste en conseguir informes y pierde otro día de trabajo investigando. Le responden que el crédito está disponible para aquellos que se enrolan al partido político que gobierna, hay que adherirse a la militancia. El ciudadano reclama, decide que no le parece la condición, y se queda sin crédito de casa. Se pregunta ¿A quién recurro? ¿tengo que esperar a que anuncien otro programa de créditos sin condiciones inapropiadas?
El sistema político económico que nuestros gobiernos en México han elegido y que seguirá por muchos años crea una franja de inequidades y desigualdades y pocos mecanismos para compensarlos. Los ciudadanos y los consumidores quedan en medio de la negociación con pocas posibilidades de voz, de exigir sus derechos, de influir en las acciones que le afectan en su vida.
El esquema de sacar al ciudadano y al consumidor de la jugada sustancial política y económica resulta en una crisis aguda de falta de credibilidad en las instituciones y en la acumulación de resentimiento social. El ciudadano se decepciona del gobierno y el consumidor se instala en el conformismo. El gobierno concentra el poder y lo ejerce abusivamente y las empresas se sienten intocables y hacen lo que sea para aumentar sus ganancias deseando que nadie los cuestione ni les ponga límites.
Esta es una estado de las cosas bastante indeseable. Es un problema de capacidad institucional para atender a el mandato central del Estado que es atender el interés público y no los intereses personales de los burócratas. Y un problema de responsabilidad en la competencia económica que respete los derechos de los consumidores.
La encrucijada mexicana es frustrante. Las instituciones están, las reglas mínimas existen, los profesionistas se forman y llegan a cargos de decisión, el conocimiento fluye y los diagnósticos se hacen; pero los resultados no se centran en satisfacer las necesidades y las expectativas de ciudadanos y consumidores. La falta de acción ciudadana y de acción de consumidores se explica por las mismas razones. Algunas soluciones son coincidentes.
Que tal si pasamos de un esquema en que las demandas ciudadanas dejan de hacerse desde la trinchera aislada de la sociedad y se inserta dentro de la burocracia. Que la sociedad se integre a la estructura institucional como consejos ciudadanos de manera privilegiada y con capacidad de influencia. Que el puente que divide a los burócratas de la sociedad y a empresarios de los consumidores se sobrepase, y entonces se hable de intereses comunes y no opuestos.
Los consejos ciudadanos en el gobierno no son un adorno, son indispensables y críticos en el contexto. Los consejos ciudadanos electorales hacen una función clave de observación y contrapeso, de atestiguamiento de los hechos. Pero también las funciones de los consejos trascienden la labor testimonial si se les dota de poderes suficientes.
En la protección del consumidor se ha creado un Consejo del Consumo integrado como órgano asesor de la Procuraduría Federal del Consumidor. Porque el consumo se ha entendido como un tema de cosmética frente a la dimensión de problemas del país y la ganancia ha sido para las empresas, los ciudadanos en el consejo impulsan desde dentro del gobierno que las acciones se centren en garantizar la seguridad, la salud, y el derecho a la información veraz de los consumidores.
En contraste, en el combate a la corrupción los consejos han fracaso. Se dice que los consejeros estorban porque no conocen de la materia y se detienen en asuntos irrelevantes. El conocer y atestiguar de la persecución de los delitos de soborno y cohecho es fundamental para promover el cumplimiento de la ley. Los consejos ciudadanos en la radio y la televisión en México no se han logrado hacer realidad, como tampoco en muchos otros campos.
Tenemos mucho que aprender en la conformación y los poderes que se otorguen a estos consejos ciudadanos dentro del gobierno. El reto es dotarlos de información relevante y sustancial; de voz y voto en las decisiones y poderes reales de influir tanto en las acciones correctas y como en los errores de las instituciones. También los ciudadanos tiene que aprender a ser consejeros y no anteponer sus intereses individuales en su participación. Pero indudablemente, constituir consejos ciudadanos debe verse como un acierto en todos los casos.

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