HERMILIO LÓPEZ BASSOLS
La Unión Europea vive una de las más severas crisis económica y financiera -a más de una definición de su política exterior- de su larga historia desde 1957. Los hechos de septiembre 11 y la invasión a Afganistán e Irak, y más recientemente la guerra de conquista en Libia, provocaron una fractura en su posición común. El quiebre de la economía griega en el 2008 exigió de medidas extremas para rescatar a una economía periférica. Hoy, pese a los enormes intentos del timón Merkel-Sarkozy, no puede considerarse que este dramático episodio en el que están involucrados de una u otra manera la totalidad de los 27, ha encontrado una solución definitiva tras la cumbre de Jefes de Estado en Bruselas. Centrémonos por ahora en el caso griego, en donde un Gobierno con una economía asimétrica no evaluó correctamente las consecuencias de su entrada a la Unión Europea y a su espalda obtuvo enormes créditos de financieras norteamericanas, creyendo que podría rápidamente sentarse en la mesa europea en condiciones de igualdad que no correspondían a su economía real, frágil, pequeña y endeudada. Cuando ocurrió el primer colapso griego, los europeos tardaron en evaluar correctamente la gravedad de la situación y, cuando ésta era inocultable e inobjetable, recetaron medidas draconianas que el gobierno de Papandreu fue incapaz de aplicar satisfactoriamente. De ahí que en los años pasados Grecia no se pudo resolver la crisis, sino inclusive se agravó, y hoy está contaminando a otros países mediterráneos de economía más avanzada -que manejan economías de dimensiones diferentes y problemática particular- y a la propia eurozona de los 17, que ha exigido la acción directa y urgente de Bruselas.
Era entonces de esperarse que la cumbre de Jefes de Estado de esta semana lograra avanzar, en aras de una supuesta supervivencia, en medidas tanto de solución a corto y mediano plazo de las finanzas griegas, como en los otros problemas que como consecuencia de ello han surgido en el mundo europeo. Tal es el caso de la descapitalización de varios bancos importantes y la solidez de la zona euro. Con relación al acuerdo europeo por otorgar una quita a la deuda griega, resulta del todo razonable dada la inhabilidad financiera de Atenas, pero no significa, como lo vimos en el caso pasado, una garantía de solidez total ni para Grecia ni para la zona euro. Con menos recursos, el crecimiento de Grecia se verá seriamente limitado. Otro de los puntos que abordó la cumbre de Bruselas con resultados positivos fue el relativo a la recapitalización de la banca. Se logró que las grandes entidades financieras tengan un colchón suficiente de capital con un tope hacia mitad del año próximo a través de un complejo mecanismo y, de no funcionar, abrir un préstamo del fondo de rescate que se creará para los países de la eurozona.
Las medidas acordadas en Bruselas que despiertan una relativa confianza en los mercados internacionales, no hubieren sido logradas sin la participación alemana. La canciller Merkel había logrado, antes de viajar a Bruselas, el apoyo de la Cámara baja alemana, donde cuenta con una mayoría en coalición con los liberales, y todos ellos, abrumadoramente le apoyaron en el reforzamiento del fondo de estabilidad del euro, bajo la frase "si fracasa el euro, fracasará Europa".
PD: Resulta verdaderamente indignante que quien supuestamente defiende los intereses nacionales -en una silla que alguna vez ocuparon hombres de la talla de Ocampo, Lerdo, Lafragua, Mariscal, Fabela, Castañeda, Padilla Nervo, García Robles- se haya permitido públicamente confirmar la noticia del New York Times respecto a la presencia de agentes de la DEA en México. ¿Cómo hablar de que esa actividad por todos conocida "se ciñe a una serie de reglas autorizadas por el Gobierno mexicano" sin que dicha actividad esté reglamentada por el Poder Legislativo? Es con esta actitud que ufanamente los lacayos del imperio estarán presentes en Cannes en la reunión del G-20 el próximo mes, hablando de dignidad, soberanía y respeto al derecho internacional.
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