JORGE ALCOCER VILLANUEVA
Al día siguiente de iniciado el proceso electoral federal, el Consejo Político Nacional (CPN) del PRI, más de mil 200 consejeros, se reunió para resolver sobre procedimientos de selección de sus candidatos, fijar algunos plazos y determinar los topes internos de gasto de precampañas. Quienes auguraban que el evento sería convertido en foro matraquero para el destape, o en muro de lamentaciones y rupturas, se quedaron con un palmo de narices. Haciendo gala de unidad, reflejo de lo aprendido, la cúpula tricolor fue capaz de ponerse de acuerdo para presentar al CPN propuestas de consenso, que recibieron respaldo unánime.
El procedimiento para seleccionar a su candidato presidencial será la consulta directa a militantes y simpatizantes, lo que significa, en los hechos, una consulta a todos los ciudadanos. Un reglamento interno del PRI determina que, en este caso, no habrá un padrón previo de afiliados, sino que en cada mesa receptora de votos se levantara un listado de los ciudadanos que acudan.
Paradójico resulta que en el PRD, precursor de las consultas abiertas, ahora prefieren tomar como base las encuestas, como si éstas fueran el oráculo de Delfos. Mientras tanto, en el PAN dos aspirantes -Creel y Vázquez Mota- se pronuncian por la consulta abierta, pero Gustavo Madero, presidente de ese partido, anticipa que prevalecerá la norma estatutaria y se inclinarán por consultar solamente a los afiliados y adherentes, que suman poco más de 1.8 millones. Se espera que el Consejo Nacional del blanquiazul valide tal método en el curso de los siguientes días.
Respecto al PRD queda la duda sobre la fecha para realizar y dar a conocer los resultados de las encuestas pactadas por sus dos aspirantes; si lo anterior ocurre en noviembre, y su resultado es respetado por el perdedor, deberían tener precandidato único antes del arranque de las precampañas, y por tanto prescindir de esa etapa, enviando a quien resulte ganador a su casa, pues de lo contrario será acusado de actos anticipados de campaña. Podríamos ser testigos de un hecho inédito: mientas que priistas y panistas se movilizan para conseguir apoyos a favor de los precandidatos de sus respectivos partidos, el perredismo tendrá que esperar los idus de marzo para placear y colocar en TV y radio a su candidato presidencial.
Que el método para elegir candidato presidencial sea la consulta directa, cerrada (PAN) o abierta (PRI), no significa que obligatoriamente habrá precampaña. Queda la posibilidad de que, llegado el plazo, solamente se inscriba un aspirante y que entonces veamos surgir, en cualquiera de los dos partidos, un precandidato de unidad, que para todos los efectos prácticos ya será candidato a presidente de México. Pero entonces, como apunté antes, el precandidato único no podrá hacer precampaña ni aparecer en mensajes de TV y radio.
En el PRI también quedó definido el procedimiento para elegir las fórmulas de candidatos a diputados y senadores, que será por convención de delegados. El PRD decidió un método semejante, en tanto que el PAN pronto resolverá los distritos y estados en que realizará consulta a militantes y adherentes, y en cuáles será un órgano directivo el que tome la decisión. En todos los casos aplica la misma regla: si hay precandidato único, no habrá precampaña.
Los partidos tienen hasta el 18 de noviembre para presentar al IFE los convenios de coalición, tanto para Presidente como para legisladores federales. Ese plazo es muy importante, ya que sin convenio aprobado por la autoridad electoral no hay forma de que un precandidato haga precampaña por dos o más partidos, y tampoco podrían registrar candidato presidencial, o para legislador, bajo la figura de coalición.
Las fechas para el registro de precandidatos serán establecidas por cada partido, o coalición; el inicio de las precampañas será el domingo 18 de diciembre y concluirán el 15 de febrero. A más tardar el 22 de febrero tendrán lugar las consultas directas, o las convenciones, para elegir al candidato presidencial y a los demás candidatos de mayoría relativa.
PD. De nuevo hay quienes insisten en culpar a la reforma de 2007 de todos los males; vuelven a olvidar que repetir, ad nauseam, una mentira no la convierte en verdad.
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