El secretario del Trabajo, Javier Lozano, en una colaboración para EL UNIVERSAL, describió los contenidos de la propuesta de reforma laboral que los legisladores del PAN presentaron. Es interesante el artículo porque, además de que Lozano hace un diagnóstico escalofriante del mercado laboral, ataja descalificaciones, precisa alcances y aporta datos sobre los que hoy debiéramos ocuparnos, si en realidad queremos debatir cómo incrementar las oportunidades de empleo y mejorar las condiciones salariales, de seguridad social y prestaciones de los trabajadores mexicanos. Dice Lozano que “han pasado 12 años y 332 iniciativas para reformar la Ley Federal del Trabajo se han presentado en el Congreso de la Unión. Nada se ha dictaminado”. Ello explica que México esté en el lugar 60 de 133 naciones, según el índice global de competitividad del Foro Económico Mundial. “El pilar de la Eficiencia del Mercado Laboral es el peor de los 12 que componen ese índice al ubicarnos en la posición número 115”, agrega. De los inmovilismos legislativos que hay, éste me sorprende porque se relaciona con el desarrollo económico de la nación y porque da cuenta de que no sólo los grandes grupos financieros y las televisoras logran aplazar, posponer, suspender o eliminar proyectos legislativos, sino también una buena parte del corporativismo sindical mexicano. La materia laboral sí que tiene parálisis legislativa a la luz de los datos ofrecidos: de las 332 iniciativas congeladas, 97 son del PRI, 87 del PAN y 76 del PRD. Otro dato que no desmerece en términos de involución, aunque económica, es el lugar que tenemos en el índice global de competitividad: el 60. Este estudio del reporte global de competitividad tiene indicadores que son medidos y promediados para obtener un puntaje de competitividad, a partir de los rubros: instituciones, infraestructura, estabilidad macroeconómica, salud y educación primaria, educación superior y entrenamiento, eficiencia del mercado comercial, eficiencia del mercado laboral, sofisticación del mercado financiero, preparación tecnológica, tamaño del mercado, sofisticación en los negocios e innovación. El estudio indica que, en el rubro laboral, "La eficiencia y flexibilidad del mercado laboral son determinantes para asegurar que los trabajadores están destinados a su uso más eficiente en la economía y son proveídos con incentivos para dar su mejor esfuerzo en el trabajo. Los mercados laborales deben, entonces, tener la flexibilidad para cambiar a sus trabajadores de una actividad económica a otra rápidamente y a un bajo costo, y permitir fluctuaciones de sueldos sin muchos trastornos sociales. La eficiencia en el mercado laboral debe también asegurar una clara relación entre los incentivos del trabajador y sus esfuerzos, así como el mejor uso de su talento, lo cual incluye equidad en el ambiente laboral entre mujeres y hombres”. En ese mismo estudio se identifican los 5 factores más problemáticos para hacer negocios en México: gobierno ineficiente y burocracia; corrupción; crímenes y robos; acceso al financiamiento; y regulación laboral restrictiva. Esta valoración nos urge a actuar con sentido de responsabilidad a los legisladores. La reforma laboral necesita ser analizada y discutida con seriedad, más allá de quienes la propongan, pues al fin y al cabo los principales actores políticos han planteado una diversidad de puntos de vista, e incluso entre esa misma pluralidad se encuentran coincidencias en temas no menores. Lo que no se vale es la descalificación anticipada o la generalización. Es claro que el alcance de la reforma es legal y no constitucional, por lo que los derechos de los trabajadores y sus conquistas estarán a salvo, y los principios del artículo 123 seguirán siendo la base de nuestro derecho del trabajo y de la previsión social. Lo cierto es que México necesita una reforma laboral que lo coloqué en mejores condiciones de competitividad internacional y asegure a más mexicanos empleo y salario justo; pero todo ello necesita primero de un debate ordenado, sin prejuicios y falsos nacionalismos, de cara a los jóvenes. Ahí está el principal reto, como bien lo apuntó Lozano en su texto: “tasa de desocupación para los jóvenes del doble de la general en razón de caer en el círculo vicioso de no ser contratados por falta de experiencia, y no adquirir esa experiencia exigida por falta de oportunidades que no se ofrecen por la incertidumbre que representa una contratación a ciegas acompañada de un pasivo laboral que puede crecer artificialmente mediante juicios prolongados”.
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