Cumplido un año del ascenso al poder de Barack Obama, se decía en Washington y en el mundo que el Presidente no había podido cumplir sus grandes compromisos de campaña y que su diplomacia estaba resultando inútil para recomponer el debilitado estado en que la dejó Bush. Sin embargo, varios pasos estelares recientes confirman lo contrario. En lo interno, la aprobación de la Ley sobre Seguridad Social, y en el exterior, su posición adoptada con Israel y el anuncio de un Tratado de Reducción de Armas Nucleares que reemplace a Start I, en diciembre próximo.
Desde su triunfo electoral no habíamos visto un Presidente tan jubiloso como cuando se dirigió en Iowa a sus seguidores, anunciando el triunfo legislativo: "Este es uno de esos momentos donde honestamente se puede decir: 'Exactamente a esto vine aquí. Para esto entré a la política. Para esto entré al servicio público'. No estamos obligados a ganar, pero estamos obligados a ser honestos". Algunos han comparado este discurso con el de Abraham Lincoln en 1862 proclamando la emancipación de los esclavos. Luego de su triunfo, Obama recibió en Washington al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien había tenido la osadía de anunciar, estando el vicepresidente Biden en Jerusalén, que proseguiría con la construcción de asentamientos en los territorios ocupados y, en un exceso insultante, dijo que Israel no entregaría jamás a Jerusalén porque había sido su capital por dos mil años. A la llegada a la Casa Blanca, el Primer Ministro recibió otra recomendación norteamericana para discutir el asunto de los asentamientos y el Premier israelí se negó, por lo que se rompió el diálogo y los israelíes se refugiaron en su Embajada cuando Obama les señaló que si tenían alguna novedad, lo buscaran, teniendo en el bolsillo la prueba de 3 billones de dólares que Estados Unidos le entrega anualmente a Israel y que puede ser recortada.
Estamos ante uno de los momentos más difíciles en las relaciones israelíes-norteamericanas. Obama nombró un enviado especial y señaló los parámetros para la búsqueda de un acuerdo; la ultraderecha israelí ha dinamitado cualquier posibilidad de avance y seguramente este hecho tendrá consecuencias en la relación de Israel con varios países europeos que se esfuerzan por tener buenas relaciones con Estados Unidos, como el Reino Unido, España y Francia. Asimismo, será celebrado el desencuentro por Teherán, que mantiene una ofensiva contra el régimen de Tel-Aviv.
Por otra parte, las relaciones entre Obama y los europeos pasaban por un mal momento a raíz de la cancelación de su viaje a la Cumbre E.U.-U.E. en España, lo que sintieron como un desaire. Ahora se ha fijado una fecha en el otoño en ocasión de la Cumbre de la OTAN. También los árabes mencionaron que el discurso de El Cairo había sido de palabras gratas, pero no de hechos, y ahora al ver al Presidente categórico frente a Israel, se congratulan.
Pero sin duda, el fortalecimiento internacional de Obama surge de su acuerdo de armas nucleares con Rusia. Obama le dio un lugar privilegiado al tema, pensando en que así la exsúper potencia colabore con otros afanes diplomáticos, como son Irán, el Medio Oriente y Corea. El tratado es entonces no sólo una medida de confianza entre las dos potencias nucleares, que se desgastó seriamente en agosto del 2008 por la guerra en Georgia, sino también es un tratado de no proliferación que disminuye en 25 por ciento los arsenales de ambos países. Si bien para las dos potencias signatarias el hecho es significativo, Europa se preocupa, las cabezas nucleares son semejantes entre los dos países en el escenario europeo y ya surgieron las voces de Alemania e Italia.
Desde su triunfo electoral no habíamos visto un Presidente tan jubiloso como cuando se dirigió en Iowa a sus seguidores, anunciando el triunfo legislativo: "Este es uno de esos momentos donde honestamente se puede decir: 'Exactamente a esto vine aquí. Para esto entré a la política. Para esto entré al servicio público'. No estamos obligados a ganar, pero estamos obligados a ser honestos". Algunos han comparado este discurso con el de Abraham Lincoln en 1862 proclamando la emancipación de los esclavos. Luego de su triunfo, Obama recibió en Washington al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien había tenido la osadía de anunciar, estando el vicepresidente Biden en Jerusalén, que proseguiría con la construcción de asentamientos en los territorios ocupados y, en un exceso insultante, dijo que Israel no entregaría jamás a Jerusalén porque había sido su capital por dos mil años. A la llegada a la Casa Blanca, el Primer Ministro recibió otra recomendación norteamericana para discutir el asunto de los asentamientos y el Premier israelí se negó, por lo que se rompió el diálogo y los israelíes se refugiaron en su Embajada cuando Obama les señaló que si tenían alguna novedad, lo buscaran, teniendo en el bolsillo la prueba de 3 billones de dólares que Estados Unidos le entrega anualmente a Israel y que puede ser recortada.
Estamos ante uno de los momentos más difíciles en las relaciones israelíes-norteamericanas. Obama nombró un enviado especial y señaló los parámetros para la búsqueda de un acuerdo; la ultraderecha israelí ha dinamitado cualquier posibilidad de avance y seguramente este hecho tendrá consecuencias en la relación de Israel con varios países europeos que se esfuerzan por tener buenas relaciones con Estados Unidos, como el Reino Unido, España y Francia. Asimismo, será celebrado el desencuentro por Teherán, que mantiene una ofensiva contra el régimen de Tel-Aviv.
Por otra parte, las relaciones entre Obama y los europeos pasaban por un mal momento a raíz de la cancelación de su viaje a la Cumbre E.U.-U.E. en España, lo que sintieron como un desaire. Ahora se ha fijado una fecha en el otoño en ocasión de la Cumbre de la OTAN. También los árabes mencionaron que el discurso de El Cairo había sido de palabras gratas, pero no de hechos, y ahora al ver al Presidente categórico frente a Israel, se congratulan.
Pero sin duda, el fortalecimiento internacional de Obama surge de su acuerdo de armas nucleares con Rusia. Obama le dio un lugar privilegiado al tema, pensando en que así la exsúper potencia colabore con otros afanes diplomáticos, como son Irán, el Medio Oriente y Corea. El tratado es entonces no sólo una medida de confianza entre las dos potencias nucleares, que se desgastó seriamente en agosto del 2008 por la guerra en Georgia, sino también es un tratado de no proliferación que disminuye en 25 por ciento los arsenales de ambos países. Si bien para las dos potencias signatarias el hecho es significativo, Europa se preocupa, las cabezas nucleares son semejantes entre los dos países en el escenario europeo y ya surgieron las voces de Alemania e Italia.
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